Es
evidente que estamos en una sociedad muy competitiva.
Hay una cultura de la prisa: el que se para, no llega.
Esa prisa, ese desasosiego, se transmite a todas las actuaciones de la vida.
En este contexto nos encontramos con auténticas contradicciones.
Por una parte, las personas por lo general se casan más tarde de lo que lo hacían nuestros padres.
En muchos casos pasada la treintena. Las razones son variadas y no es el momento de analizarlas.
Por otra parte, el chico o la chica que a los dieciocho años no tiene novia o novio parece que «ya no vale», o que es tonto, feo o antipático.
El otro día una madre me decía que estaba preocupada porque su hija no había tenido ningún novio y tenía 17 años.
Porque te preocupas? le pregunté.
No vaya a ser que se quede soltera, o que no le gusten los chicos, me dijo.
Pensar que se va a quedar soltera porque no tiene novio a los 17, como podrás comprender, es una tontería.
Y lo otro, estoy seguro que tú ya sabes que le gustan, le respondí.
Es que sus amigas ya tienen.
Hay entre las pandillas una especie de fiebre de «veamos quién se echa novio antes». La madres , en muchas ocasiones apoyan estas actuaciones.
Así muchas veces se quedan con el primero/a que les hace caso.
Esto es perjudicial para las personas, ya que en muchas ocasiones no están preparadas emocionalmente para un paso de esa categoría, lo cual les ocasiona sufrimientos que se podían evitar porque en definitiva son situaciones inútiles. Un adolescente va a tomar decisiones solo desde un punto de vista emocional. Y para un asunto de tanta importancia hay que utilizar también la cabeza, para lo que están incapacitados, dada su edad, en la mayoría de los casos.
Estas situaciones donde las emociones están a flor de piel provocan que los estudios se hagan con menos profundidad o concentración: se tiene la mente en «la otra carrera». En la de echarse novio. Se tiene otras preocupaciones; su relación con el novio.
Si cuaja el noviazgo a esa edad, va a ser, casi con toda probabilidad, un noviazgo larguísimo.
En fin, estas razones que estoy dando son para demostrar que no hay prisa. Al menos tanta prisa.
Y que no es una razón el que «nuestros amigos ya tienen pareja».
Parece como si en el ambiente hubiese un grito silencioso: ¡A ver quién se echa novio/a antes!
Serenidad. El objetivo no es conseguir pareja el primero, sino encontrar una persona con quien compartir la vida, que merezca la pena, que me haga sentir orgullo por
tenerle a mi lado, y que veo con claridad que es la persona que yo buscaba para ser el padre o la madre de mis hijos.
Una persona que tenga valores, que sepa lo que es querer.
Cuidado, no olvidemos que hay mucho analfabeto emocional; seamos inteligentes para descubrir a esa persona de características afines a las nuestras.
Una persona a la que no se busca, se encuentra en un momento de la vida.
Se dice que las prisas son malas consejeras y es verdad, pero en las cosas fundamentales de la vida es aún más cierto; no debemos precipitarnos, porque son cosas que hay que ver, ponderar y decidir. Pero primero: ver y ponderar.
Si vas a comprar un piso, ¿te quedas con el primero que ves en venta?
Lo personal, lo íntimo, es más importante y cercano a nosotros que la compra de cualquier cosa.
¿O no?
Hay una cultura de la prisa: el que se para, no llega.
Esa prisa, ese desasosiego, se transmite a todas las actuaciones de la vida.
En este contexto nos encontramos con auténticas contradicciones.
Por una parte, las personas por lo general se casan más tarde de lo que lo hacían nuestros padres.
En muchos casos pasada la treintena. Las razones son variadas y no es el momento de analizarlas.
Por otra parte, el chico o la chica que a los dieciocho años no tiene novia o novio parece que «ya no vale», o que es tonto, feo o antipático.
El otro día una madre me decía que estaba preocupada porque su hija no había tenido ningún novio y tenía 17 años.
Porque te preocupas? le pregunté.
No vaya a ser que se quede soltera, o que no le gusten los chicos, me dijo.
Pensar que se va a quedar soltera porque no tiene novio a los 17, como podrás comprender, es una tontería.
Y lo otro, estoy seguro que tú ya sabes que le gustan, le respondí.
Es que sus amigas ya tienen.
Hay entre las pandillas una especie de fiebre de «veamos quién se echa novio antes». La madres , en muchas ocasiones apoyan estas actuaciones.
Así muchas veces se quedan con el primero/a que les hace caso.
Esto es perjudicial para las personas, ya que en muchas ocasiones no están preparadas emocionalmente para un paso de esa categoría, lo cual les ocasiona sufrimientos que se podían evitar porque en definitiva son situaciones inútiles. Un adolescente va a tomar decisiones solo desde un punto de vista emocional. Y para un asunto de tanta importancia hay que utilizar también la cabeza, para lo que están incapacitados, dada su edad, en la mayoría de los casos.
Estas situaciones donde las emociones están a flor de piel provocan que los estudios se hagan con menos profundidad o concentración: se tiene la mente en «la otra carrera». En la de echarse novio. Se tiene otras preocupaciones; su relación con el novio.
Si cuaja el noviazgo a esa edad, va a ser, casi con toda probabilidad, un noviazgo larguísimo.
En fin, estas razones que estoy dando son para demostrar que no hay prisa. Al menos tanta prisa.
Y que no es una razón el que «nuestros amigos ya tienen pareja».
Parece como si en el ambiente hubiese un grito silencioso: ¡A ver quién se echa novio/a antes!
Serenidad. El objetivo no es conseguir pareja el primero, sino encontrar una persona con quien compartir la vida, que merezca la pena, que me haga sentir orgullo por
tenerle a mi lado, y que veo con claridad que es la persona que yo buscaba para ser el padre o la madre de mis hijos.
Una persona que tenga valores, que sepa lo que es querer.
Cuidado, no olvidemos que hay mucho analfabeto emocional; seamos inteligentes para descubrir a esa persona de características afines a las nuestras.
Una persona a la que no se busca, se encuentra en un momento de la vida.
Se dice que las prisas son malas consejeras y es verdad, pero en las cosas fundamentales de la vida es aún más cierto; no debemos precipitarnos, porque son cosas que hay que ver, ponderar y decidir. Pero primero: ver y ponderar.
Si vas a comprar un piso, ¿te quedas con el primero que ves en venta?
Lo personal, lo íntimo, es más importante y cercano a nosotros que la compra de cualquier cosa.
¿O no?
José María Contreras
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