martes, 1 de julio de 2014

EL MÁS RICO DEL CEMENTERIO


Esto es lo que muchos de nosotros pretendemos ser…., sobre todo en los años en que somos jóvenes y desde luego hasta muy entrada la etapa de adultos, pasado este periodo, pero más bien muy pasado, cuando se inicia la senectud, el hombre, no todos desgraciadamente, comienza a meditar y mirar para atrás. En esta etapa el hombre mira, hasta donde ha llegado y no todos, toman conciencia de que el empuje de la juventud y de la adultez, ya no existe o al menos se ha mermado y faltan las fuerzas para seguir luchando en la adquisición de bienes materiales. En algunos casos los hijos toman el relevo y el hombre se niega a reconocer la realidad de que su vida está ya en declive.

Cuando se está en esta época de la vida, no todo hombre consciente de las dulzuras que tiene la senectud y no toma el mismo camino que toman otros, ni llega a las mismas conclusiones aceptando, la realidad de que su vida declina. Uno que se ha pasado la vida, molestándole que le tutease, así era antes cualquiera más joven que él, le tuteaba y él se molesta, porque entendía que ello era no reconocerle su superior categoría y ahora los términos se invierten y lo que le molesta, es que no le tuteen la gente joven, porque es considerarle viejo respetable. Pero lo que aquí entiendo que nos interesa, es la forma en que la vejez, hablemos claro y no empleemos eufemismos, en la vejez aprovechemos o desaprovechamos esta etapa de la vida en lo que a nuestra vida espiritual se refiere.

Es difícil aquí crear actitudes similares entre los viejos, porque por designio divino todos somos criaturas diferentes, irrepetibles con una específica función o cometido a realizar en esta vida, para lo cual Dios ha dispuesto que seamos cada uno de nosotros, y en el futuro y ni antes ha existido, ni existirá un ser humano igual a nosotros y creado para realizar en esta vida las funciones que sin saberlo específicamente, Dios nos ha encomendado. Pero por razón cronológica si existen viejos sexagenarios, septuagenarios, octogenarios y nonagenarios, no menciono a los que han llegado a los cien, porque aunque personalmente no he llegado a formar parte de este pequeño grupo, nunca podemos saber lo que ocurrirá, tal como un día dijo Juan XXIII cuando tenía ya unos ochenta años, contestándole a una señora, que le había dicho: Santidad, que Dios le guarde 50 años más a lo que él le respondió: Y por qué, le vamos a poner límites a la Providencia.

En esta época de la vida como decimos, es difícil encuadrar a los que está en la senectud, en grupos definidos, pero si se puede ver con claridad, a personas que toman conciencia de que su vida no ha sido un ejemplo de entrega al amor de Dios y atienden las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo y se van a la plaza para ver si le dan trabajo en la viña del Señor: "1 Porque el reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió muy de mañana a ajustar obreros para su viña. 2 Convenido con ellos en un denario al día, los envío a su viña. 3 Salió también a la hora de tercia y vio a otros que estaba ociosos en la plaza. 4 Les dijo: Id también vosotros a mi viña y os daré lo justo. 5 Y se fueron. De nuevo salió hacia la hora sexta y de nona e hizo lo mismo, 6 y saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban allí, y les dijo: ¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en todo el día? 7 Le dijeron; Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. 8 Llegada la tarde dijo el amo de la viña a su administrador: Llama a los obreros y dale su salario, desde los últimos hasta los primeros. 9 Viniendo los de la hora undécima, recibieron un denario. 10 Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirían más, pero también ellos recibieron un denario 11 Al tomarlo murmuraban contra el amo, 12 diciendo: Estos postreros han trabajado solo una hora y los has igualado con los que hemos soportado el peso del día y el calor, 13 Y él respondió a uno de ellos, diciéndole: Amigo, no te hago agravio; ¿no has convenido conmigo en un denario? 14 Toma lo tuyo y vete. Yo quiero dar a este postrero lo mismo que a ti; 15 ¿No puedo hacer lo que quiero de mis bienes? ¿O has de ver con mal ojo que yo sea bueno? 16 Así, los postreros serán los primeros, y los primeros, postreros. Porque son muchos los llamados y pocos los escogidos”. (Mt 20,1-16).

,           Esta parábola es aplicable a los viejos que antes hemos catalogados,, recordándoles, que siempre se está a tiempo y que lo importante es amar al Señor, con verdadera profundidad, porque Él está en la eternidad, como también estaremos nosotros algún día y el tiempo para Él no cuenta, en la eternidad, el tiempo no existe, pero si existe y tiene mucha importancia, la intensidad de nuestro amor al Señor

            Desgraciadamente hay un segundo grupo de personas, que a pesar de sus años, aún no han renunciado a llegar a ser el más rico del cementerio y ese fue y sigue siendo en su senectud el principal objetivo en esta vida Para ellos, también el Señor les dedicó una parábola que dice:15 Les dijo: Mirad de guardaros de toda avaricia, porque, aunque se tenga mucho, no está la vida en la hacienda. 16 Y les dijo una parábola: Había un hombre rico, cuyas tierras le dieron gran cosecha. 17 Comenzó él a pensar dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, pues no tengo donde encerrar mi cosecha? 18 Y dijo: Ya sé lo que voy a hacer; demoleré mi graneros y los haré más grandes y almacenaré en ellos todo mi grano y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma tienes muchos bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, regálate. 20 Pero Dios le dijo: Insensato esta misma noche te pedirán el alma, y todo lo que has acumulado, ¿para quién será? 21 Así será el que atesora para sí y no es rico ante Dios”. (Lc 12,15-21). Esta parábola al igual que la anterior se explica ella por si sola. Solo la avaricia puede ser la norma de conducta se estas personas y lo peor, es que el que lo es, no se entera de su vicio, ni tiene conciencia de él. Y si alguien le dice algo inmediatamente se auto-justifica porque la auto-justificación todos la tenemos a flor de piel. Conocí a una persona rozando ya los noventa años y con mucho dinero, que empezó la construcción de un grupo de viviendas de lujo, que representaban una pequeña parte de lo que ya tenía Cuando los terminó no los alquiló y cuando le preguntaba porque los tenía sin alquilar, respondía que los tenía en reserva para su vejez, porque dentro de unos años se revalorizarían mucho más y seria el momento de alquilarlos. Es triste pero es de ver que en la vejez, la gente atesora porque piensa que no les va a llegar lo que ya tienen. ¡Ah! el de las viviendas se murió sin alquilarlas al año de terminarlas.

            Desde luego que en estos casos la confianza en Dios brilla por su ausencia, en general se trata de personas que están orgullosas de ver hasta donde han llegado y creen que no necesitan para nada a Dios. El cree que lo ha hecho todo y que nadie el ha ayudado Dios, porque no lo ha necesitado.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

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