FE EN CRISTO
La fe
personal en Jesucristo es la aceptación de su propio testimonio hasta la
adhesión y la entrega total a su divina Persona
La fe
personal en Jesucristo es la aceptación de su propio testimonio hasta la
adhesión y la entrega total a su divina Persona. No es la mera aceptación de
que Él existe y vive entre nosotros tan realmente como cuando vivió en
Palestina; ni tampoco una adhesión de sólo el entendimiento a las verdades que
el Evangelio nos propone, según la autorizada interpretación del Magisterio de
la Iglesia. Es algo mucho más existencial y totalizante.
Dice el
Concilio VATICANO I: La Iglesia Católica enseña infaliblemente que la fe es
esencialmente un asentimiento sobrenatural del entendimiento a las verdades
reveladas por Dios; pero la fe no sólo es aceptar una verdad con el
entendimiento, sino también con el corazón. Es el compromiso de nuestra propia
persona con la persona de Cristo en una relación de intimidad que lleva consigo
exigencias a las que jamás ideología alguna será capaz de llevar. Para que se
dé fe auténtica y madura hay que pasar del frío concepto al calor de la amistad
y del decidido compromiso.
Por eso una
fe así en Jesucristo es la que da fuerza y eficacia a una vida cristiana
plenamente renovada, como la que quiere promover el Concilio Vaticano II. Lo
esencial de la fe es aceptar una verdad por la autoridad de Dios que la ha
revelado. El que para creer que Jesucristo está en la eucaristía exige una
demostración científica, no tiene fe en la eucaristía.
Lo único que
sí es razonable es buscar las garantías que nos lleven a aceptar que realmente
esa verdad ha sido revelada por Dios. Ésos son los motivos de credibilidad.
Entre éstos está la definición infalible de la Iglesia que me confirma que una
verdad determinada está realmente revelada por Dios.
Cuando la
Iglesia, ya sea por definición dogmática, ya sea por su Magisterio ordinario y
universal, propone a los fieles alguna verdad para ser creída como revelada por
Dios, no puede fallar en virtud de la asistencia especial del Espíritu Santo
que no puede permitir que la Iglesia entera yerre en alguna doctrina relativa a
la fe o las costumbres.
La fe no es
sólo la aceptación de unas fórmulas sino también la adhesión personal a Cristo.
La fe, más que creer en algo que no vemos es creer en alguien que nos ha
hablado. Fe quiere decir tener algo por real y verdadero en virtud del
testimonio de otro , porque nos fiamos de su ciencia y veracidad.
La fe
sobrenatural me da la suprema de las certezas, pues no me fío de la aptitud
natural del entendimiento humano para conocer la verdad, ni de la veracidad de
un hombre, sino de la ciencia y veracidad de Dios.
Porque creo
en Cristo, me fío de su palabra. Acepto a Cristo como norma suprema, y todo lo
valoro como lo valora Él. Los hechos son la expresión del nivel de fe de una
persona. No hay posible aceptación del programa de Jesús si no es mediante el
lenguaje de los hechos.
Seguir a
Jesús quiere decir escuchar sus palabras, asimilar sus actitudes, comportarse
como Él, identificarse plenamente con Él. Los que siguen a Jesús de verdad
quieren parecerse a Él, se esfuerzan en pensar como Él, haciendo las cosas que
le gustan a Él. Desean obrar bien, ayudar a los demás, perdonar, ser generosos
y amar a todos.
TENER FE LLEVA CONSIGO UN ESTILO DE VIDA, UN MODO DE
SER.
La fe es
esencialmente la respuesta de la persona humana al Dios personal, y por lo
tanto el encuentro de dos personas. El hombre queda en ella totalmente
comprometido. La fe es cierta, no porque implica la evidencia de una cosa
vista, sino porque es la adhesión a una persona que ve. La transmisión de la fe
se verifica por el testimonio… Un cristiano da testimonio en la medida en que
se entrega totalmente a Dios y a su obra… Normalmente, la verdad cristiana se
hace reconocer a través de la persona cristiana.
EL QUE NO TIENE FE NO ENTIENDE AL QUE LA TIENE, Y SABE
ESTIMAR LOS VALORES ETERNOS. ES COMO HABLARLE A UN CIEGO DE COLORES.
Hoy está de
moda insistir en que la fe es algo inseguro. Esto tiene algo de verdad, pues la
fe no se nos presenta con una seguridad metafísica, como un axioma filosófico.
Pero la fe es muy razonable, como hemos visto en páginas precedentes (n 3, 8).
Y esto nos da seguridad a los creyentes. Esta seguridad no hay que
menospreciarla. Los psicólogos afirman que la seguridad es uno de los elementos
indispensables para el ser humano, de tal manera que su falta es fuente de neurosis.
El deseo de
seguridad es inherente a la naturaleza humana: nadie pone su dinero en un Banco
donde tiene peligro de perderlo, nadie come alimentos podridos que puedan
intoxicarle, un alpinista que escala una pared no se agarra a un clavo mientras
éste no esté bien afirmado.
LA FE ES ILUMINADORA, OPTIMISTA Y ESPERANZADORA; PORQUE
ES RAZONABLE.
Algunos
hablan de una fe oscura, vaga, difusa, nebulosa. La Iglesia y la experiencia
nos hacen sonreír ante este razonamiento ramplón, fruto del complejo de inferioridad
que tienen hoy algunos creyentes, aun de los que escriben y enseñan. El
seguimiento de Cristo exige un esfuerzo por ir asumiendo las actitudes
fundamentales que dieron sentido a toda su vida: creer lo que Él creyó, dar
importancia a lo que Él se la dio, defender lo que Él defendió, vivir y morir
por lo que Él vivió y murió.
El hombre sin valores es un hombre inmaduro,
cambiante, se mueve según el viento que corre, carece de responsabilidad.
Por:
Wilson
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