En el Japón
existe una muy curiosa invención que consiste en tablillas delicadas de madera
o de paja, las cuales, por medio de cierto procedimiento, cuando se ponen en
una vasija con agua se extienden y forman flores y otras figuras de vivos
colores.
Al ponerlas
en el recipiente están secas completamente, y no se puede saber qué figuras
son; pero tan pronto como tocan el agua parece que se les inyecta vida y se
transforman en una figura de extraordinaria belleza.
De parecida
manera obra el Espíritu Santo. Cuando nuestra alma humana está fría, seca, y
recibe el abrazo del Padre Supremo, adquiere un entusiasmo celestial y se
presenta nueva, lozana, hermosa y dispuesta a ser con Dios una bendición para
todo aquel que la rodea.
Juan 11:25
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 4:14
Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el
agua que yo le daré serán en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
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