El verdadero
amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que
será y de lo que ya nunca podrá ser.
La semana pasada me llegó por Internet la siguiente
historia, de autor desconocido, que me ha hecho reflexionar mucho: Una
enfermera recibió en la clínica a un hombre de cierta edad que necesitaba que
le curasen una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras le curaba,
la enfermera le preguntó qué era aquello tan urgente que tenía que hacer. El
hombre le contó que su mujer vivía desde hacía ya algún tiempo en una
residencia de ancianos ya que tenía un Alzehimer muy fuerte, y él iba todas las
mañanas a desayunar con ella.
Mientras le terminaba de vendar la herida, la enfermera preguntó: ¿Su esposa se alarmaría mucho si usted llega tarde esta mañana? -No-, respondió el hombre, mi mujer no sabe quién soy, hace cinco años que ya no me reconoce. La enfermera, algo extrañada, le dijo: Entonces, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?. El hombre sonrió y le dijo: Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella. Después, la historia terminaba con esta hermosa reflexión: "El verdadero amor no se reduce a lo físico o a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser".
Se ha idealizado tanto y se ha manipulado tanto el amor en nuestros días, que hemos hecho de él algo tan superficial que ya no sabemos qué es el verdadero amor. Cada instante, cada relación, cada momento vivido y compartido con la familia, con papá, con mamá, con los hermanos, con tus seres cercanos, es una oportunidad maravillosa para poder descubrir este amor; pero desgraciadamente, muchos no tenemos la menor idea de lo que esta palabra significa. Algunos lamentablemente reducimos nuestra relación al binomio pelea - reconciliación, dame - te doy. Los hombres discutimos muchas veces por pequeñas cosas que podrían solucionarse con un poco más de diálogo y también de madurez; nos separamos y luego nos volvemos a reconciliar... damos y quitamos y así nos la pasamos y se nos pasan los meses y hasta los años; parece que nos cuesta ponernos de acuerdo, casi podríamos decir, que ni siquiera nos entendemos a nosotros mismos.
La calidad de una buena relación consiste en ser sinceros el uno con el otro, en aprender a donarse mutuamente, en aprender a ceder, a compartir los gustos del otro, a conocerse mutuamente y aceptarse. Efectivamente, el amor verdadero no se reduce a lo físico o a lo romántico. ¿Qué sucederá con el paso de los años?, ¿por qué nuestra comunicación y nuestra relación tiende a deteriorarse? Esposo-esposa, papás-hijos, hijos-papás, novio-novia, etc...
Por lo tanto, el verdadero amor es:
Mientras le terminaba de vendar la herida, la enfermera preguntó: ¿Su esposa se alarmaría mucho si usted llega tarde esta mañana? -No-, respondió el hombre, mi mujer no sabe quién soy, hace cinco años que ya no me reconoce. La enfermera, algo extrañada, le dijo: Entonces, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?. El hombre sonrió y le dijo: Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella. Después, la historia terminaba con esta hermosa reflexión: "El verdadero amor no se reduce a lo físico o a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser".
Se ha idealizado tanto y se ha manipulado tanto el amor en nuestros días, que hemos hecho de él algo tan superficial que ya no sabemos qué es el verdadero amor. Cada instante, cada relación, cada momento vivido y compartido con la familia, con papá, con mamá, con los hermanos, con tus seres cercanos, es una oportunidad maravillosa para poder descubrir este amor; pero desgraciadamente, muchos no tenemos la menor idea de lo que esta palabra significa. Algunos lamentablemente reducimos nuestra relación al binomio pelea - reconciliación, dame - te doy. Los hombres discutimos muchas veces por pequeñas cosas que podrían solucionarse con un poco más de diálogo y también de madurez; nos separamos y luego nos volvemos a reconciliar... damos y quitamos y así nos la pasamos y se nos pasan los meses y hasta los años; parece que nos cuesta ponernos de acuerdo, casi podríamos decir, que ni siquiera nos entendemos a nosotros mismos.
La calidad de una buena relación consiste en ser sinceros el uno con el otro, en aprender a donarse mutuamente, en aprender a ceder, a compartir los gustos del otro, a conocerse mutuamente y aceptarse. Efectivamente, el amor verdadero no se reduce a lo físico o a lo romántico. ¿Qué sucederá con el paso de los años?, ¿por qué nuestra comunicación y nuestra relación tiende a deteriorarse? Esposo-esposa, papás-hijos, hijos-papás, novio-novia, etc...
Por lo tanto, el verdadero amor es:
La aceptación
de todo lo que el otro es: Para aceptar a la otra persona tal como es, se
necesita conocerla realmente. El conocimiento de otra persona se logra a través
del trato frecuente. Hablo de un conocimiento profundo, de un compartir
pensamientos, ideas, sentimientos, proyectos… ¿qué piensas de esto?, ¿cómo te
gustan este tipo de cosas?, ¿qué significa esto para tí? Conocer a una persona
se logra a través de la escucha; escuchar al otro con interés, con atención.
¿Cómo tenemos que cuidar este aspecto en la familia? si somos hijos, lo tenemos
que tener presente con nuestros papás; y si somos papás, tendremos que tenerlo
en cuenta con nuestros hijos. No pretendamos cambiarlos a nuestra medida.
La aceptación
de todo lo que el otro ha sido: Una relación con una persona inicia en un
momento determinado; pero antes de ese momento, ha habido otros momentos que
han estado llenos de experiencias, de alegrías, de tristezas, de errores y
aciertos, y que no pueden ser ignorados porque forman y son parte de la persona
que tengo delante. En las conversaciones debería ir saliendo poco a poco la
propia historia contada con sinceridad y sin miedos. No olvidemos que el
verdadero amor es capaz de perdonar y de olvidar. Conocer el pasado ayuda
también para ver qué pasos se pueden dar juntos hacia el futuro, donde la carga
ya no la lleva uno solo sino los dos o más.
La aceptación
de todo lo que el otro será: Toda relación conlleva un baúl de sorpresas; pero
todas ellas tendrán que quedar pensadas y ponderadas durante la vida, pase lo
que pase. Ya hubo diálogo y conversaciones sobre ello, tenemos que ser
sensatos, no siempre seremos los mismos; una circunstancia X, una enfermedad,
un accidente y la misma ley natural de la vida nos irá cambiando, y esto lo
tenemos que aceptar, ¿qué estaré dispuesto a renunciar o a dar? sólo el amor te
lo dirá.
La aceptación de todo lo que el otro ya no
podrá ser: Quizá sea éste el punto más interesante. Nuestra relación, sea con
quien sea, debe ser realista; aunque queramos que papá o mamá cambien, la novia
o el novio mejoren cierto aspecto, si los queremos, tendremos que convivir con
ello toda la vida, va dentro del paquete. El verdadero amor es ilusionado, pero
no ilusorio. ¡Cuántas veces nos podemos topar con quienes dicen "él es
así, pero yo lo voy a cambiar"! Sueños inconsistentes que echan a perder
la felicidad de muchos. Según los expertos, es más fácil aprender nuevos comportamientos
cuando somos pequeños que cuando somos grandes, árbol que crece torcido,
torcido se queda. No podemos pasar la vida esperando que la persona con quien
convivo vaya a cambiar o sea diferente.
Acepto y quiero lo que él o ella son ahora, en este momento, en cada momento, pues no puedo asegurar que mañana sea igual. Quizás mañana habrá unas canas de más, unas arrugas de más, una enfermedad, una pérdida de empleo; pero nada de eso puede cambiar el verdadero amor, porque se ama lo que la otra persona es, lo más profundo que hay en ella misma, esa intimidad que sólo conocen y comparten tú y ella. Ese es el amor que permite seguir amando, aún cuando ella no sabe quién soy yo, pero yo sé todavía muy bien quién es ella.
Acepto y quiero lo que él o ella son ahora, en este momento, en cada momento, pues no puedo asegurar que mañana sea igual. Quizás mañana habrá unas canas de más, unas arrugas de más, una enfermedad, una pérdida de empleo; pero nada de eso puede cambiar el verdadero amor, porque se ama lo que la otra persona es, lo más profundo que hay en ella misma, esa intimidad que sólo conocen y comparten tú y ella. Ese es el amor que permite seguir amando, aún cuando ella no sabe quién soy yo, pero yo sé todavía muy bien quién es ella.
Autor: P.
Dennis Doren L.C.
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