Si supiera levantarme a cada llamada y andar
siguiéndote por las rutas del mundo...encontraría la felicidad.
Si supiera pararme, abrir mi tiempo y mi corazón a los
que pasan buscando fraternidad...encontraría la felicidad.
Si supiera escuchar aquellas palabras que no se dicen porque
el dolor tiene el peso de la soledad...encontraría la felicidad.
Si supiera acercarme sin un gesto, sin una palabra, como
una luz que despierta la mañana...encontraría la felicidad.
Si supiera desde el alba ocuparme en amar, yo sería
caridad, Dios mío...encontraría la felicidad.
Si supiera amar con la humildad que tu me enseñas lavando
los pies...encontraría la felicidad.
Si supiera amar sin exigir nada, sin retener nada, sin
esperar nada...encontraría la felicidad.
Si supiera amar las cruces cotidianas que tú me
presentas y ofrecerte mi vida como se ofrece el pan en la mesa santa...encontraría
la felicidad.
Si yo fuese amor y caridad "en memoria
tuya", antes que este día no se apague...encontraría la felicidad.
(Traducido
de una oración realizada en La Salle Bonanova, la víspera de San Juan)
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