Normalmente
cuando uno habla de Dios, repite las enseñanzas de nuestros sacerdotes, sean
teólogos o no, indudablemente porque saben mas que nosotros, y es nuestro deber
retransmitir estas enseñanzas a todos aquellos que quieran saber algo mas de
nuestra religión.
Se
trata de que la Palabra pase de boca en boca o través de otros medios de la
manera más fiel, tal como antiguamente los hacían los primeros cristianos.
Suena
macabro hablar de la Muerte, pero disfruto aprendiendo y enseñando sobre
cualquier tema que me interesa.
Cuando
un buen sacerdote hace bien su trabajo hay que reconocerlo e inclusive
recomendar para que otros lo escuchen, sobre todo para que aquellos,
hambrientos de conocimientos, logren saciarse y llenarse de Dios… nuestro Grupo
agradece al P. Jorge Remuzgo (Teólogo Moral) por sus enseñanzas y por las
hermosas Homilías de todos los domingos.
Voy
a tratar de plasmar de memoria (se nos malogró la grabadora) la Homilía sobre
la Muerte, de tal manera que puedan todos captar el mensaje.
Gráficamente
conceptuamos la existencia humana con una línea llamada VIDA que en cierto
momento cambia de nombre y se llama MUERTE.
VIDA
– MUERTE = ERROR. En realidad, si pensamos así, estamos completamente
equivocados.
Ahora
veamos cómo realmente es. Imaginemos a la MUERTE como una pequeña interrupción
entre la VIDA TERRENA y la VIDA ETERNA.
VIDA
TERRENA – MUERTE – VIDA ETERNA = CORRECTO.
En
la VIDA TERRENA consideramos lo que hemos hecho a todo nivel: Alegrías, penas,
logros, fracasos, virtudes, pecados, cosas buenas, maldades, verdades,
mentiras, lealtad, traición, salud, enfermedad, etc.
A
la MUERTE considerémosla solamente como la PEQUEÑA LINEA que divide AMBAS
VIDAS. Nada más que eso es la MUERTE, pero muchos le atribuyen las
enfermedades, dolores, sufrimientos, que realmente pertenecen a LA VIDA
TERRENA. Le dan a la MUERTE una fama de dolor y sufrimiento que no se merece.
Si tuviéramos que definir a la MUERTE en un TIEMPO REAL podríamos decir que la
MUERTE dura un microsegundo. No hay dolor, no hay gozo, simplemente un paso de
una VIDA a otra VIDA.
La
VIDA ETERNA la podríamos dividir primariamente en dos: CIELO – INFIERNO.
En
el INFIERNO no hay ninguna posibilidad… es la MUERTE ETERNA sin la visión
gloriosa de Dios. Es no gozar de la PRESENCIA DE DIOS eternamente.
Al
CIELO lo dividimos en dos: PURGATORIO – GLORIA ETERNA.
Estar
en el PURGATORIO es estar salvo y camino a la GLORIA ETERNA una vez
purificados. Es nuestro baño turco, un sauna que nos limpia hasta convertirnos
en Luz para ver la LUZ. Es el efecto de estar de MENOS CERCA a MÁS CERCA de
Dios. Es como sentarse al final de las bancas de la Iglesia e irse acercando
poco a poco al Sagrario. De todas formas, todo aquel que está en el PURGATORIO
está más cerca de Dios que cualquiera de nosotros aquí en este mundo llamado
Tierra, por más bueno que uno sea.
¿Cómo
avanzamos más rápido una vez en el PURGATORIO para alcanzar la Gloria?: Pues la
única forma de lograrlo es con las oraciones de todos aquellos, familiares y
amigos que piden a Dios por esa alma.
Ama
como te lo pide Dios y encontrarás que muchos te amarán y cuando partas pedirán
por ti. El que fue bueno en la Tierra pero nunca amó, no tendrá quien ore por
él y será lento su acercamiento a Dios.
Con
el cambio de VIDA no termina el DAR y el RECIBIR, porque pedimos nosotros por
el alma de alguien para que llegue y esta alma pedirá a Dios por nosotros
cuando llegue. Es una CADENA DE AMOR que nadie podrá romper. La Iglesia también
se preocupa por las ALMAS DEL PURGATORIO y reza en días especiales por estas.
En los claustros sucede lo mismo con las religiosas que también rezan por la
misma razón, y es más, rezan también por las almas que no hicieron nada malo
pero que tampoco hicieron nada bueno.
Y
la GLORIA ETERNA, es el premio a nuestra perseverancia por el camino del Señor
en la VIDA TERRENA. Es nuestro PARAÍSO. Es poder ver a Dios eternamente en todo
su fulgor y gloria. Es el PREMIO más grande de un alma que se esforzó para
lograrlo.
Y
esta es una síntesis sobre la MUERTE. Pido disculpas si no he sido tan
explicito como el P. Jorge Remuzgo… hasta acá me llegó la memoria.
José
Miguel Pajares Clausen
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