Monoteísmo primitivo, mosaico, cristiano, mahometano; monoteísmo y religiones politeístas.
Por: Charles F. Aiken | Fuente:
www.enciclopediacatolica.com
Monoteísmo (del griego monos "solo" y
theos "dios") es una palabra
acuñada en tiempos comparativamente modernos para designar la creencia en un
Dios supremo, el Creador y Señor del mundo, el Espíritu eterno, Todopoderoso,
Todo sabiduría y Todo Bondad, Recompensa de los buenos y Castigo de los malos,
Fuente de nuestra alegría y perfección. Es lo opuesto al Politeísmo, que es la
creencia en más de un dios, y del Ateísmo que es la negación de la existencia
de cualquier dios. En contraste con el Deísmo, éste es el reconocimiento de la
actividad y presencia de Dios en cualquier parte de la creación. En costraste
con el Panteísmo, ésta es la creencia en un Dios por libertad consciente,
distinto del mundo físico. Ambos, Deísmo y Panteísmo, son filosofías religiosas
más que religiones.
Por otro lado, Monoteísmo, como el Politeísmo, es un término aplicado
primordialmente a un sistema religioso concreto. Los fundamentos de razón de
que depende el monoteísmo se han fijado en el término DIOS.
Esas bases permiten a las mentes investigadoras reconocer la existencia de Dios
como una verdad moralmente manifiesta. Su falta de racionalidad adquiere
todavía mayor fuerza desde los datos positivos asociados con la revelación de
la Cristianidad.
MONOTEISMO PRIMITIVO
¿Fue el monoteísmo la religión de nuestros primeros
padres? Muchos evolucionistas y racionalistas protestantes responden que
no. Rechazando la real noción de una positiva revelación divina, ellos afirman
que la mente humana en sus comienzos estaba apenas por encima de sus ancestros
semejantes al mono, y por lo tanto incapaz de entender una concepción tan
intelectual como el Monoteísmo.
Ellos sostienen que las primeras nociones religiosas consideradas por el hombre
en su recorrido hacia la civilización eran supersticiones del tipo más grosero.
En una palabra, el hombre primitivo era, en su opinión, un bárbaro, apenas
diferentes de las seres salvajes en su vida intelectual, moral y religiosa. La
doctrina católica enseña que la religión de nuestros primeros padres fue monoteísta
y sobrenatural, siendo el resultado de una Revelación Divina. No puede ese
hombre primitivo sin la ayuda divina llegar a conocer y adorar a Dios. El
primer hombre, como sus descendientes actuales, tuvo por naturaleza la
capacidad y la aptitud para la religión. Siendo un hombre en el verdadero
sentido, con uso de razón, tuvo entonces la tendencia, como tiene hoy el
hombre, para reconocer en los fenómenos de la naturaleza el funcionamiento de
una inteligencia y una voluntad ampliamente superior a la suya propia. Pero,
como carecía de la experiencia y del conocimiento científico, no era fácil para
él unificar los diversos fenómenos del mundo visible. Por esto no estaba libre
del peligro de desviarse en su interpretación religiosa de la naturaleza. Estaba
expuesto a perder la impotante verdad de que, tal como la naturaleza es una
unidad, así la naturaleza de Dios es una. La Revelación fue moralmente
necesaria para nuestros primeros padres, y tal como es para el hombre actual,
puede asegurar la posesión de la verdadera creencia y adoración monoteísta.
La concepción de ese Dios Omnipotente confirma que tal revelación es
eminentemente razonable para cualquiera que reconozca que el fin del hombre es
conocer, amar y servir a Dios. Es repugnante pensar que las primeras
generaciones de hombres eran llevados a tientas en las sombras, ignorantes del
verdadero Dios y sus deberes religiosos, mientras que al mismo tiempo era la
voluntad de Dios que pudieran conocerlo y amarlo. La enseñanza en religión que
reciben los niños de sus padres y superiores, anticipando sus poderes de
razonamiento independientes, y guiándolos a un correcto conocimiento de Dios,
sería imposible para nuestros primeros padres, para quienes no era sino un
sustituto conveniente. Ellos estaban destinados desde el principio hacia el
conocimiento de sus deberes religiosos por Revelación Divina. Este es el dogma
católico, intimamente conectado con el dogma del pecado original y con aquel de
la Reconciliación, aquel en que nuestros primeros padres eran elevados a un
estado de gracia santificada y estaban destinados a un fin sobrenatural, a
saber, la beatífica visión de Dios en los cielos. Esto necesariamente implica
una fe sobrenatural, la que puede llegar sólo por revelación.
No hay nada en la ciencia pura o en la filosofía para invalidar esta enseñanzas
en la creencia monoteísta que fue impartida por Dios al hombre primitivo. Tal
vez puede ser verdad que la vida humana en sus comienzos estaba en un plano
comparativamente bajo de cultura material, es también verdad que los primeros
hombres fueron dotados con la razón, esto es, con la habilidad de concebir con
la suficiente precisión a un ser que es la causa de los múltiples fenómenos
presentes en la naturaleza. Por otra parte, un modesto grado de cultura a lo
largo de las fronteras del arte y la industria es perfectamente compatible con
una religión y moralidad correctas, como es evidente en los casos de tribus
convertidas al catolicismo en épocas recientes; mientras retienen mucho de su
modo de vida rústico y primitivo, ellos han alcanzado nociones muy claras
respecto a Dios y muestran una extraordinaria fidelidad en la observancia de Su
ley. Como apoyo de la teoría evolucionista en este asunto.
Esto está en completa conformidad con los resultados acreditados por las
ciencias físicas al sostener que el primer hombre, creado por Dios, era tan
agudo de mente como sano de cuerpo, y aquel, a través de la enseñanza divina,
comenzó a vivir con las nociones correctas de Dios y sus deberes morales y
religiosos. Esto no necesariamente significa que su concepción de Dios era
científica y filosóficamente profunda. De aquí es que los eruditos son
ampulosos en destacar cuando argumentan que Monoteísmo es un concepto que
implica una comprensión filosófica y una formación mental asolutamente
imposible para el hombre primitivo.
La noción del Dios supremo necesario para la religión no es la concepción
altamente metafísica necesaria para la filosofía correcta. Si así fuera, muy
pocos podrían esperar la salvación. El Dios de la religión es el
inexplicablemente gran Señor de quien el hombre depende, en quien reconoce la
fuente de su felicidad y perfección. Él es el justo Juez, premio a la bondad y
castigo al mal; el Padre amoroso y misericordioso, cuyos oídos estan siempre
abiertos a las plegarias de Sus criaturas necesitadas y arrepentidas. Tal
concepción de Dios puede ser comprendido rápidamente por mentes simples
alejadas de las filosofías - por un niño, por un campesino analfabeto, por el
salvaje convertido. No están estas nociones de un ser supremo completamente
ausentes en donde aún reina el barbarismo. El obispo Le Roy, en su interesante
trabajo, "Religion des primitifs" (Paris,
1909), y el señor A.Lang, en su "Making of
Religion" (New York, 1898), han enfatizado un punto muy olvidado
por los estudiantes de religión, es decir, que con toda su crudeza religiosa y
supersticiones, en salvajes inferiores como los Pigmeos del Congo Norte, los
nativos Australianos, y los nativos de las Islas Andaman, abrigan concepciones
muy nobles de la Deidad Suprema. Decir, entonces, que el hombre primitivo,
reciente desde la mano de Dios, era incapaz de una creencia monoteísta, incluso
con ayuda de la Revelación Divina, es contrario a un hecho bien demostrado.
Desde los capítulos iniciales del Génesis podemos encontrar que nuestros
primeros padres reconocen a Dios como el autor de todas las cosas, su Amo y
señor, la fuente de su felicidad, que premia el bien y castiga el mal. La
sencillez de sus vidas hace del rango de su moral obligaciones fáciles de
reconocer. Su adoración era de la clase más simple.
MONOTEISMO MOSAICO
La antigua religión hebrea, promulgada por Moises en el nombre de Jeohvah
(Jahweh), era una impresionante forma de Monoteísmo. Que era Divinamente
revelado es la inconfundible enseñanza de las Sagradas Escrituras,
particularmente del Exodo y los libros siguientes que tratan explícitamente de
la legislación Mosaica. Incluso los eruditos en las Escrituras que no son
católicos, quienes a la larga no aceptan el Pentateuco, así como sus
principios, así como la producción literaria de Moises, reconocen, en gran
parte, que, en las antiguas fuentes, y de acuerdo a ellas, avanzando en el
Pentateuco, hay porciones que llegan desde antes del tiempo de Moises,
mostrando la existencia de una veneación monoteísta hebrea en sus días. Ahora,
la superioridad trascendente de ese Monoteísmo enseñado por Moises ofrece una
firme prueba de su orígen Divino. En un tiempo cuando las naciones vecinas
representaban las mayores civilizaciones de esa época - Egipto, Babilonia,
Grecia - donde ofrecían un culto impuro e idolátrico a muchas deidades,
encontramos que el insignificante pueblo hebreo profesaba una religión en que
la idolatría, ritos impuros, y una degradante mitología no tenían un lugar
legítimo, pero donde, en vez de ello, la creencia en el único Dios verdadero
estaba asociada con un culto dignificado y un elevado código moral. Aquellos
que rechazan el llamado del Monoteísmo Mosaico como un hecho revelado nunca ha
tenido éxito en entregar una explicación satisfactoria de este fenómeno
extraordinario. Esta fue, asimismo, preeminentemente la religión del pueblo
hebreo, destinado en la plenitud del tiempo a dar paso a la gran religión
monoteísta revelada por Cristo, en la que todas las naciones de la tierra
pueden encontrar paz y salvación. El pueblo judío era de este modo el pueblo
elegido de Dios, no tanto en razón de sus propios méritos, sino debido a que
estaban destinados a preparar el camino para la religión absoluta y universal,
el Cristianismo. El Dios de Moisés no es una simple deidad tribal. Es el
Creador y Señor del mundo. El entrega a Su pueblo elegido la tierra de los
Cananeos. Es un Dios celoso, no sólo prohíbe la adoración de otros dioses, sino
el uso de imágenes, que podían conducir a abusos en esa época de idolatría casi
universal. El amor de Dios se hace un deber, pero un temor reverencial es la
emoción predominante. La sanción religiosa de la ley está centrada
principalmente en recompensas y castigos temporales. Las leyes de conducta,
aunque determinadas por la justicia más que por caridad y misericordia, son
todavía eminentemente humanas.
MONOTEISMO CRISTIANO
El sublime monoteísmo enseñado por Jesús Cristo no tiene paralelos en la
historia de las religiones. Dios es presentado a nosotros como el Padre amoroso
y compasivo, no sólo para un pueblo privilegiado, sino para toda la humanidad.
En esta relación filial con Dios - una relación de confianza, gratitud, amor -
Cristo centra nuestras obligaciones para con Dios y nuestro prójimo. El se
instala en el alma individual y revela a ella su elevado destino de Divina
filiación. Al mismo tiempo, El imprime en nosotros el correspondiente deber de
tratar a los demás como criaturas de Dios, y por eso como nuestro hermano,
título no sólo por justicia, sino por misericordia y caridad. Para completar
esta idea de hermandad cristiana, Jesús muestra a Si Mismo ser el Hijo de Dios
eterno, enviado por el Padre celestial para salvarnos del pecado, para
elevarnos a la vida de gracia y a la dignidad de los hijos de Dios a través de
las virtudes expiadas de Su vida y muerte. El amor de Dios Padre así incluye al
amor de Su Hijo encarnado. La devoción personal a Jesús es la causa de la recta
conducta en el Monoteísmo Cristiano. Cooperando en la santificación de la
humanidad está el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad y vida, viene a
confirmar la creencia en la fe, esperanza y caridad. Estas tres Personas
Divinas, distintas una de otra, iguales en todas las cosas, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, son uno en esencia, una trinidad de personas en una, Deidad
indivisible. Tal es el Monoteísmo enseñado por Jesús. La garantía de la verdad
de Su enseñanza está apoyada en Su suprema excelencia moral, en la perfección
de su enseñanza ética, en Sus milagros, especialmente en la resurrección de su
cuerpo, y en Su maravillosa influencia sobre la humanidad por siempre. (Cf.
John, xvii, 3; I Cor., viii, 4.). Tal como el cristianismo en sus comienzos
estuvo rodeado por las creencias politeístas y las prácticas del mundo pagano,
una clara y autoritaria expresión de Monoteísmo fue necesaria. De aquí los
símbolos de fe, o credos, se abren con las palabras: "Yo
(nosotros) creo en Dios (theon, deum)" o, más explícito, "Yo (nosotros) creo en un solo Dios (hena
theon, unum deum)". (See Denziger-Bannwart, "Enchiridion", 1-40; cf. APOSTLES´ CREED; ATHANASIAN CREED; NICENE CREED.). Entre las tempranas herejías, una de las más importantes y más
directamente opuesta al Monoteísmo surgió de una tentativa de responder al
orígen del mal. El bien lo adscribían a un principio divino y el mal a otro.
Estos errores dualistas dieron ocasión para una vigorosa defensa del Monoteísmo
para aquellos escritores como San Ireneo, Tertuliano, San Agustín, etc. (Ver
Bardenhewer-Shahan, "Patrology",
St. Louis, 1908).
La misma doctrina naturalmente mantiene el lugar más importante entre las
enseñanzas de los misioneros que convirtieron a los pueblos del Norte de
Europa; de hecho, puede decirse que la difusión del Monoteísmo es uno de los
grandes logros de la Iglesia Católica. Entre las diferentes definiciones
conciliares considerando la Trinidad de Personas en Dios, el énfasis es puesto
en la unidad de la naturaleza Divina; (Ver, ee.g., Fourth Council of Lateran
(1215), in Denziger-Bannwart, "Enchiridion",
428). Los escolásticos medievales, tomando la creencia tradicional,
traen en su ayuda una larga formación de argumentos basados en la razón; Ver,
por ejemplo, Santo Tomás, "Contra
Gentes", I, xiii; y San Anselmo, "Monol.",
iv. Durante los pasados tres siglos las más ilustres tendencias fuera de
la Iglesia Católica se han orientado hacia posiciones extremas como aquellas
del Monismo (q.v.) y Panteísmo (q.v.) en las que se asegura que todas las cosas
son realmente una en substancia, y que Dios es idéntico con el mundo. La
Iglesia, sin embargo, ha mantenido resueltamente, no sólo que Dios es
esencialmente distinto de todas las demás cosas, sino tambien que existe un
Dios único. "Si uno cualquiera niega al único
Dios verdadero, Creador y Señor de todas las cosas visibles e invisibles,
permite ser excomulgado" (Conc. Vatican., Sess. III, "De fide", can. i).
MONOTEISMO MAHOMETANO
Del Monoteísmo Mahometano algo breve se debe decir. El Alá (Allah) del Corán es
practicamente uno con el Jehovah del Antiguo Testamento. Su señal clave es
islam, resignación sumisa a la voluntad de Dios, que es expresada en cada cosa
que ocurre. Allah es, para usar las palabras del Corán, "El Omnipotente, el Todo-sabiduría, el Todo-justicia, el Señor de
los mundos, el Autor de los cielos y la tierra, el Creador de vida y muerte, en
cuya mano está el dominio y poder irresistible, el gran Señor todopoderoso del
glorioso trono. Dios es el fuerte… el Rápido en calcular, quien conoce cada
peso de hormiga de bien y de mal que el hombre ha hecho, y quien padecerá no
recibir la recompensa de la fidelidad al perecer. El es el Rey, el Santo,… El
Guardián sobre Sus servidores, el Refugio del huérfano, el Guía de los
errantes, el Salvador de toda aflicción, el Amigo del desposeído, el Consuelo
de los afligidos,… el Amo generoso, el bondadoso que Escucha, el Cercano, el
Compasivo, el Misericordioso, el Indulgente" (citado de "Islam", por Ameer Ali Syed). La
influencia de la Biblia, particularmente el Antiguo testamento, en el
Monoteísmo Mahometano es bien conocido y no es necesario detenerse en ello.
MONOTEISMO Y RELIGIONES
POLITEISTAS
Lo que antes ha sido explicado conduce a la conclusión de que el Monoteísmo
Cristiano y sus variedades precedentes, Mosaico y Monoteísmo primitivo, son
independientes en su orígen de las religiones Politeístas del mundo. Las
variadas formas de politeísmo que ahora florecen, o que han existido en el
pasado, son el resultado de la falla del hombre en sus intentos por interpretar
la naturaleza sólo a la luz de la razón. Dondequiera que la visión científica
de la naturaleza no ha obtenido las causas mecánicas, secundarias, que explican
cada fenómeno celeste como el sol, luna, relámpago, tempestad, han sido vistos
como seres vivos, tanto como cuerpos visibles puestos en movimiento por agentes
inteligentes invisibles. La personalización de los fenómenos celestes de la
naturaleza fue común entre las naciones paganas más avanzadas de la antigüedad.
Esta es una visión común entre pueblos de cultura inferior hoy en día. Es sólo
desde la ciencia moderna que se han llevado todos estos fenómenos dentro del
rango de las leyes físicas y que la tendencia a verlos como manifestaciones de
personalidades distintas han sido disipados por completo. Ahora semejante
personalización de las fuerzas naturales es compatible con el Monoteísmo tanto
como esas inteligencias diferentes imaginadas para producir el fenómeno y
vistas como creaturas de Dios, y por ello no merecedoras de adoración divina.
Pero donde la luz de la revelación ha sido total o parcialmente ocultada, es la
tendencia a deificar aquellas personalidades asociadas a los fenómenos
naturales como sustentados por sí mismos.
En esta via politeísta parece haber surgido la adoración de la naturaleza. Esto
surge de la errónea aplicación de un sano principio, que el hombre en cualquier
parte posee naturalmente, a saber, que las grandes operaciones de la naturaleza
se deben a la intervención de mente y voluntad. El profesor George Fisher
observa: "Las religiones politeístas no
erraban al identificar las múltiples manifestaciones de la naturaleza con la
participación de la voluntad. El sentimiento espontáneo de la humanidad en este
particular no son comprendidos por los principios de la filosofía.
El error del politeísmo cae en el fraccionamiento
de ese deseo que es inmanente a todas las operaciones de la naturaleza dentro
de una pluralidad de agentes personales, una muchedumbre de divinidades, cada
dominio y actividad dentro de una incumbencia que le es propia"
("Grounds of Christian and Theistic Belief", 1903, p. 29). La
adoración de naturaleza politeísta se puede encontrar practicamente en casi
todos los pueblos a quienes ha faltado la guía estelar de la Revelación Divina.
En cada historia que poseemos de esas religiones individuales se ofrece pocas evidencias
de desarrollo ascendente hacia el Monoteísmo: por el contrario, en casi cada
instancia del desarrollo histórico conocido, la tendencia ha sido a degenerar
más y más lejos desde la idea monoteísta. Existe, por cierto, escasamente una
religión Politeísta en la cual una de sus muchas deidades reconocidas no está
elevada en honor como el padre y señor del resto. Este es el resultado de un
desarrollo ascendente, como los eruditos no católicos generalmente afirman, que
es teóricamente posible. Pero que también puede ser el resultado de un fenómeno
descendente desde una creencia monoteísta primitiva tampoco puede ser negado.
Las más recientes observaciones parecen tener el peso de evidencia positiva en
su favor. La antigua religión china, como grafican los registros más antiguos,
era extraordinariamente cerrada al Monoteísmo puro. La gran adoración
politeísta a la naturaleza de los egipcios de tiempos posteriores era
decididamente una degeneración de tempranas creencias cuasi Monoteístas. En la
religión Védica una fuerte tendencia Monoteísta la sostiene, sólo para decaer
más tarde y cambiar hacia el Panteísmo. La única excepción feliz es la
evolución ascendente que el antiguo Politeísmo Ario toma en la tierra de los
Iraníes. A través de la reforma de Zoroastro, los diferentes dioses de la
naturaleza son subordinados al espíritu supremo, omnisciente, Ormuzd, y era
otorgada una adoración inferior a sus creaturas.
Ormuzd fue honrado como el creador de todo lo que es bueno, el que revela y
guardián de las leyes de conducta religiosa y moral, y el santificador del
creyente. El sentimiento de pecado fue desarrollado fuertemente, y fue puesta
por delante una norma de moralidad que con razón generaba admiración. Cielo e
infierno, la renovación final del mundo, incluyendo la resurrección corporal,
eran elementos de la escatología Zoroastriana. Una noble religión separada de
la esfera de las religiones reveladas no podrá ser encontrada. Aún cuando esta
religión es raramente clasificada por los eruditos entre las religiones
monoteístas, debido al rasgo politeísta de veneración de los espíritus
subordinados a la naturaleza, y también a su mantención de los antiguos ritos
Arios de adoración al fuego, justificado por los Zoroastrianos de los tiempos
modernos como una forma de veneración simbólica a Ormuzd.
Los llamados sobrevivientes de importantes religiones, como las creencias en
fantasmas comedores de alimentos, espíritus causantes de dolor, brujerías, el
uso de amuletos y fetiches, son también citados como evidencia que nivelan
formas de Monoteísmo como Judaísmo y Cristianismo que no son más que
consecuencia de religiones inferiores. La presencia de la gran parte de esas
creencias y costumbres supersticiosas en los sectores más ignorantes de los
pueblos cristianos es fácilmente explicado como la supervivencia de porfiadas
costumbres que florecieron entre los ancestros de los pueblos europeos mucho
antes de su conversión al cristianismo. Por otra parte, muchas de esas
creencias y costumbres son tales que pueden fácilmente surgir de falsas
interpretaciones de la naturaleza, inevitable en grados de cultura poco
científicos, incluso donde la idea monoteísta prevalece. Supersticiones como
esas son como la mala hierba de las viñas que crece alrededor del árbol de la
religión.
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CHARLES F. AIKEN
Transcribed by Gerald Rossi
Traducido por Miguel A. Casas
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