Debes tener un corazón grande, lo suficientemente grande como para empacar todo lo que dejas:
Alegrías
y dolores, amigos y amores.
Este
bagaje cardíaco late incluso cuando tocas un suelo que no te pertenece o cuando
estás acostado en un colchón que no tiene tu forma y una almohada incómoda, y
miras al techo preguntándote ¿a dónde vas?
Amigos
que no son tuyos, una ciudad que no es tuya.
Debes
tener un corazón grande, tan grande para hacer cosas nuevas.
Un
corazón que a veces teme que otros se hayan olvidado de ti, porque el presente
ha tomado el control de sus vidas.
Un gran
corazón, pero no demasiado fuerte... y entonces ahí es donde se detiene.
Está bajo
arresto, te confunde y no sabe quién eres.
Así que
te acuestas en el colchón que ahora ha sufrido un poco tu peso, y la almohada
es más suave por un lado y te preguntas en quién te estás convirtiendo más allá
de preguntarte ¿a dónde vas?
Porque
cuando te vas, más que moverte hacia un lugar, vas hacia un destino, el tuyo.
Estamos
hechos de otra pasta, quien no lo ha vivido no podrá entenderlo...
Sacado
de la web
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