El demonio te tienta de mil maneras: te tienta por medio del mal, y esto se reconoce fácilmente, pero muchas veces te tienta por medio del bien para turbarte.
Te
presenta como queridas por Dios ciertas obras buenas, pero que están fuera de
tu alcance.
O te
inspira un sacrificio pesado, que no es lo que Dios quiere de ti. Hace esto
para desanimarte, para irritarte y hacerte perder la paz interior. Quiere
persuadirte de que no haces lo suficiente por el Señor y te hace creer que Dios
no está contento contigo.
Para
turbar a una persona absorta en oración, el demonio suscita los pensamientos
indecentes contra los cuales ella reacciona con demasiada vehemencia pero
perdiendo la concentración, la paz y el fervor. Algunas personas incluso dejan
de rezar.
El
demonio suscita todo tipo de pensamientos y escrúpulos que debes simplemente
ignorar, arrojándose a los brazos de Dios con confianza del niño.
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