NUMEROSAS FUENTES OCCIDENTALES Y ORIENTALES CONFIRMAN SU PRESENCIA EN HISPANIA
Fuera de san Pedro y san Pablo,
la vida y la predicación de los apóstoles, los primeros seguidores de Cristo,
queda envuelta en un misterio. Hay tradiciones locales y algunas referencias
históricas, pero en general son más bien personajes cuya biografía
desconocemos. Santiago Apóstol, patrono de España, no es una excepción. Algunos
estudios apuntan que fuera de las referencias neotestamentarias, su
evangelización en Hispania, la aparición de la Virgen en un pilar, en Zaragoza,
y su muerte en Jerusalén, los cristianos en general no conocen mucho más de él.
Pero es significativo descubrir lo que algunas fuentes nos revelan: la venida de sus restos mortales hasta Galicia (la Translatio), la devoción en España
durante los primeros siglos del cristianismo, la memoria que había en toda la
cristiandad de su evangelización de Hispania y el posterior descubrimiento de
su tumba, en torno al año 829.
Santiago era un pescador al
que un día Jesús llamó a su lado y dejando las redes, le siguió junto a su
hermano Juan (Mc 1, 19-20). Tenemos varias referencias de ambos hermanos en el
Nuevo Testamento. Como apóstol fue testigo de la Pasión de Cristo así como uno
de los que recibió el Espíritu Santo en Pentecostés. Conocemos también que fue
un personaje relevante en la Iglesia naciente, que predicó en Judea y Samaria,
y que Herodes Agripa, el año 44, lo mandó decapitar.
El Códice
Calixtino, que ha pasado al imaginario popular como “la primera guía del Camino
de Santiago”, en realidad es un libro mucho más amplio y ambicioso en cuanto a
contenidos. La famosa guía ocupa únicamente el “Quinto
Libro”, pero en el “Libro primero”
del Códice, además de textos litúrgicos, nos narra dos ‘pasiones’
del apóstol Santiago. Y en el “Libro
tercero” nos detalla la aventura de la traslación desde Tierra Santa
hasta Galicia y el entierro de sus restos.
MUERTE DE SANTIAGO
Realmente no tenemos mayor
constancia de la evangelización de Santiago en Hispania. Es probable que
en su llegada al “fin del mundo” hubiera creado algunas primeras comunidades
cristianas, pero no dejaría de ser una primera simiente cuyos frutos no habrían
de verse hasta pasados dos o tres siglos. San Pablo también quiso venir a España (Rm 15,
23-24), aunque lo más probable es que fuera martirizado antes. Y no faltan
tradiciones que hablan de un grupo de varones apostólicos que se encargaron de
una primera evangelización de la península. Recuerdo de ellos tenemos, por
ejemplo, a san Segundo en Ávila, san Torcuato en Guadix, san Cecilio a la
actual Granada…
Sea como fuere, los
Hechos de los Apóstoles nos narran que Santiago murió decapitado por orden de
Herodes Agripa. El Códice Calixtino recoge dos tradiciones sobre su muerte. En la “pasión
mayor” se presenta la predicación del apóstol entre los judíos y las
discusiones teológicas que mantiene con ellos. Estos conflictos acabarán con su
detención y su condena a muerte por parte de Herodes Agripa y Abiatar. Sin
embargo, otros personajes enfrentados con él, como Josías, Fileto y el mago
Hermógenes, se convierten y se hacen discípulos suyos.
La “pasión
menor” mucho más breve que la Magna bebe de otras fuentes. Narra la conversión de
Josías y la terrible muerte del rey Herodes.
EL TRASLADO DE
SUS RESTOS MORTALES
Una vez
martirizado, varios de sus discípulos se hicieron cargo de sus reliquias.
Cuenta el Códice Calixtino, en su libro tercero, la milagrosa venida por barco
de los restos del apóstol. Estos llegaron hasta Iria Flavia, cerca de donde hoy
encontramos la localidad de Padrón. Sus dos discípulos, Atanasio y
Teodoro, intentaron encontrar un lugar donde enterrar al apóstol, y pidiendo
ayuda a una mujer pagana importante del lugar llamada Lupa sufrieron diferentes
avatares: los envió a Finisterre a pedir permiso a un personaje que los
encarcela, después los envía a recoger unos bueyes que resultaron ser bravos…
Lupa, viendo que la ayuda divina con la que contaban estos dos discípulos,
acaba convirtiéndose y les ofrece un lugar en donde enterrar a Santiago: una tumba romana con dos niveles construcción propia de la época y que
fue descubierta el año 829, tras perderse su memoria.
SANTIAGO, EVANGELIZADOR
DE HISPANIA
A partir de este momento
desconocemos el culto que se le dieron a sus restos. Pero tenemos suficientes
fuentes, de diferentes orígenes, tanto de occidente como del oriente cristiano,
que reconocen a Santiago como evangelizador de Hispania. Una de ellas es el Breviarium Apostolorum,
de finales del siglo VI, un
complemento a los misales galicanos latinos. Algunas notas de origen
irlandés y armenio de los siglos VII y VIII
también sitúan a Santiago en Hispania. De España, san Isidoro de Sevilla (+ 636), en su
obra De ortu et obitum patrum, un
texto de diferente origen a los anteriores, de la Iglesia visigótica, elabora
una lista de los apóstoles en la que se indica que Santiago fue a Hispania. De
origen también diferente, y anterior a 709, Adelmo de
Malmesbury recoge un himno
de los apóstoles en el que se dice que Santiago Apóstol es el patrono de
Hispania.
Con todo, de especial
importancia tiene Beato de Liébana, en el siglo VIII, autor del poema religioso Oh Dei Verbum,
en el que también se reconoce al apóstol Santiago como patrono de Hispania.
Este poema, que es un acróstico, nace en la Iglesia asturiana en torno a los
años 783-788, en época del rey Mauregato, el monarca que rigió los destinos del
pequeño reducto cristiano del norte de España en estos años tan marcados por la
invasión musulmana de la península.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA
TUMBA
En torno al año 829,
el monje Pelayo, en la parroquia de San Félix Solovio, vio unas luminarias.
Pelayo debía ser un monje o un ermitaño que atendía a la población cristiana de
la zona. Pelayo informó a su obispo, Teodomiro, obispo de Iria Flavia, el cual
ordenó tres días de oración y ayuno para discernir.
Las luminarias
apuntaban a un sepulcro olvidado en un bosque próximo llamado Libredón. Tras entrar en la tumba, Teodomiro identificó las tumbas de Santiago y
de sus dos discípulos -Atanasio y Teodoro- en el enterramiento, y avisó al rey
Alfonso II, el Casto, que vivía entonces en Oviedo. Hay que recordar que
Galicia en aquella época era parte del Reino de Asturias.
La tumba
descubierta era un mausoleo romano con dos niveles: en la parte inferior, y con un techo más bien
bajo, se encontraban las tumbas, y en el superior había un lugar para el culto.
Actualmente, este edículo -aunque con algunas
transformaciones- se encuentra bajo el altar mayor de la catedral de Santiago,
y en lo que es cámara baja se custodia un arca de plata con las reliquias que
cualquier peregrino puede visitar y ante las que se puede rezar.
El hecho fue que Alfonso II, el Casto, acudió a Compostela desde Oviedo, siendo
la que podríamos calificar como la “primera
peregrinación”. Y lo cierto es que el recorrido que hace el monarca es
el que hoy conocemos como el “Camino Primitivo”.
A partir de este momento,
la cristiandad podrá sus ojos en Compostela iniciando las peregrinaciones y ya,
en menos de diez años, en el año 837, tenemos una
referencia de ellas en el conocido “Martirologio de Floro”, escrito Lyon.
En muy poco tiempo, los acontecimientos se sucederán de forma vertiginosa
haciendo de este lugar gallego el destino de peregrinación más importante de la
Edad Media en Europa.
El Papa Juan Pablo II, el 9
de noviembre de 1982, desde Santiago de Compostela, lanzó un significativo
mensaje a Europa en el que hizo un llamamiento a volver a sus
raíces, las cuales se han forjado a medida que se expandía el
cristianismo y en el que el Camino de Santiago de Compostela fue un
vertebrador: “Aquí llegaban de Francia, Italia,
Centroeuropa, los Países Nórdicos y las Naciones Eslavas, cristianos de toda
condición social, desde los reyes a los más humildes habitantes de las aldeas;
cristianos de todos los niveles espirituales, desde santos, como Francisco de
Asís y Brígida de Suecia (por no citar tantos otros españoles), a los pecadores
públicos en busca de penitencia”.
Ahora, más de diez siglos
después, las peregrinaciones no solo continúan sino que el apóstol sigue
invitando a miles de personas a tener un encuentro con Cristo en el camino.
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