Tu abuelo me propuso matrimonio con un caramelo. No teníamos nada, se arrodilló y me dijo: "No tengo nada ahora, solo un caramelo, pero si quieres podemos construirlo todo juntos".
¿Y tú?
Abrí el
caramelo, lo dividí en dos y lo comimos. Desde ese momento dividimos y
compartimos todo. Nos caímos, nos levantamos y construimos.
Todo
juntos. Hemos vivido momentos difíciles, de cansancio, pero siempre hemos
estado el uno para el otro. Hasta el último.
"Otros tiempos, abuela".
El tiempo
no cambia la forma de amar.
Lo que ha
cambiado es que ya no tienes ejemplos bonitos a seguir.
Ahora le
temen a todo. No se casan por miedo a no poder construir. En cuanto pelean se
dejan porque luego creen que van a encontrar uno mejor. Siempre buscan la
perfección, como si existiera.
Extrañan
la percepción de la realidad. De la felicidad en las pequeñas cosas.
Hagan
esta gran demostración, anillos de miles de pesos, un video exagerado para las
propuestas de matrimonio y luego se pierden el momento. Esa cosa íntima que
guardas en dos, solo en dos para toda la vida.
Esto es
lo que les falta. El coraje de vivir la vida y el amor por lo que son y no por
cómo lo imaginan.
Un
caramelo y 71 años juntos.
Eduardo López
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