martes, 27 de julio de 2021

“MADRE MÍA”

Madre. Mi amor, tu carta he recibido y he llorado sobre ella tanto, tanto que sus renglones han desaparecido bajo las turbias gotas de mi llanto.

Hijo -me dices con ferviente anhelo en esos signos que mi pecho adora.

¡Dios te bendiga desde el alto cielo como yo te bendigo en cada aurora!

Hijo, se bueno y como bueno honrado; no te arrastres jamás por la escoria y cuando bajes al sepulcro helado Dios como premio te dará la Gloria.

Se paladín de toda causa buena.

Coloca la razón sobre el deseo.

Y cada vez que ruedes en la arena, álzate con más fuerzas, como Anteo.

No envidies con rencor lo que te admira, porque la envidia ruin, tenlo presente, es una gloria para el que la inspira y es un infierno para el que la siente.

Si odias, depón tu encono envenenado.

Si amas, mantén tu amor hacia la muerte.

Y ya seas feliz o desgraciado aprende a conformarte con tu suerte.

Ama a la patria con amor profundo, Ámala con inmensa idolatría.

¡Más que a mí misma! ¡Más que a todo el mundo! ¡Mira que es madre tuya y madre mía!

Respeta todos mis consejos, si buscas paz, si quieres tener calma.

Y hoy que me tienes de tu vista lejos, no me olvides jamás hijo del alma.

Esto me dices en tu carta bella y yo te juro, madre bendecida, que las lecciones que me das en ella serán desde hoy la norma de mi vida.

 

De Federico Barreto Bustíos (Tacna).

Alejandro Smith Bisso

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