El Papa Francisco resaltó que el camino que hizo de Santa Teresa de Ávila una mujer excepcional, y una persona de referencia a través de los siglos, fue la oración y “su firme propósito de realizar la misión” que Dios le encomendó.
El Santo Padre envió un video a los participantes del Congreso Internacional “Mujer
excepcional” organizado
por la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila del 12 al 15 de
abril con ocasión del 50 aniversario de la proclamación de la santa como
Doctora de la Iglesia.
En su mensaje, el Pontífice indicó que Santa Teresa es una persona que “destacó en muchas dimensiones” y recordó que
estos logros son consecuencia de “lo que para ella
era importante”: la oración, “su ‘determinada determinación’” y “su firme
propósito de realizar la misión que le había sido encomendada por el Señor”.
“Teresa de Jesús es excepcional, ante todo, porque
es santa. Su docilidad al Espíritu la une a Cristo y queda ‘toda abrasada en el
amor de Dios’”, indicó. “La
audacia, la creatividad y la excelencia de Santa Teresa como reformadora son el
fruto de la presencia interior del Señor”, agregó.
El Papa Francisco indicó que Santa Teresa de Ávila enseña que “el camino que la hizo una mujer excepcional y una
persona de referencia a través de los siglos” es el camino de la
oración, que “está abierto a todos los que
humildemente se abren a la acción del Espíritu en sus vidas”.
“La oración hizo de Santa Teresa una mujer
excepcional, una mujer creativa e innovadora. Desde la oración descubrió el
ideal de fraternidad que quiso hacer realidad en los conventos fundados por
ella”, resaltó.
El Papa Francisco indicó que vivimos actualmente tiempos recios, “tiempos nada fáciles que necesitan amigos fieles de
Dios, amigos fuertes”, porque la “gran
tentación es ceder a la desilusión, a la resignación, al funesto e infundado
presagio de que todo va a salir mal”.
“Ese pesimismo infecundo, ese pesimismo de personas
incapaces de dar vida. Algunas personas, asustadas por estos pensamientos,
tienden a encerrarse, a refugiarse en pequeñas cosas”, indicó.
Por ello, señaló que es la oración la que “permite
gustar que Dios es grande, que está más allá del horizonte, que Dios es bueno,
que nos ama y que la historia no se le ha escapado de sus manos”.
El Pontífice resaltó que “podemos tener
ánimo para hacer cosas grandes, porque sabemos que estamos favorecidos de Dios.
Y junto a Él, somos capaces de alcanzar cualquier reto, porque en realidad sólo
su compañía es la que desea nuestro corazón y la que nos otorga la plenitud y
el gozo de los que hemos sido creados”.
Además, el Papa Francisco dijo que la santidad no está reservada para “algunos ‘especialistas de lo divino’, sino que es la
vocación de todos los creyentes”.
“La unión con Cristo, que los místicos como Santa
Teresa experimentan de forma especial por pura gracia, la recibimos a través
del Bautismo”, señaló.
El Pontífice indicó que las vidas de los santos estimulan y motivan a
los fieles, pero no “están para que tratemos
literalmente de copiarlos”, sino que cada creyente debe discernir su
propio camino.
“La santidad no se copia, porque hasta eso podría
alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para cada uno de
nosotros”, aclaró el Papa Francisco.
Finalmente, el Santo Padre señaló que Dios “no
deja de caminar a nuestro lado y de conducirnos a la meta que todos anhelamos:
la vida eterna” y animó a rezar con frecuencia la conocida oración de
Santa Teresa:
Nada te turbe, nada te
espante; todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo lo
alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta.
Sólo Dios basta.
BIOGRAFÍA DE SANTA
TERESA DE ÁVILA
Santa Teresa de Jesús nació en la ciudad de Ávila (España) el 28 de
marzo de 1515 en el seno de una familia de origen hidalgo. Sus padres eran
Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila de Ahumada.
De hecho, su nombre, antes de tomar los hábitos, era Teresa Sánchez de
Cepeda y Dávila de Ahumada. Lo cambió por el de Teresa de Jesús al hacerse
religiosa.
Ya siendo niña dio muestras de una profunda espiritualidad, aunque al
principio rechazaba la idea de ser religiosa.
Ella misma cuenta en su primera obra, el “Libro
de la Vida”, cómo cuando tenía 6 años se fugó de casa junto a su hermano
Rodrigo para llegar a tierras musulmanas y buscar allí el martirio. La huida no
llegó muy lejos pues, cuando aún estaban a poca distancia, su tío los
interceptó y los llevó de vuelta a casa.
Cuando tiene 13 años, fallece su madre y su padre la interna en el
Colegio de Gracia, de las agustinas, en 1531. En 1535, tras un proceso de
discernimiento, descubre su vocación religiosa e ingresa en el convento de la
Encarnación, en Ávila, a pesar de la opinión contraria de su padre.
Pero la enfermedad se cruzará en su camino y en 1537 debe abandonar el
convento para poder recibir cuidados médicos. Una vez que cura de su enfermedad
regresa al convento de la Encarnación en 1539 con serias secuelas que la dejan
prácticamente inválida durante tres años.
Pocos años después, en 1544, fallece el padre de Teresa. Después de diez
años apacibles en el convento, comienza a recibir revelaciones sobrenaturales
muy explícitas en la cuaresma de 1554. Teresa tenía entonces 39 años. Su
primera experiencia mística tuvo lugar orando intensamente ante un Cristo
cubierto de heridas.
De las visiones y revelaciones que recibe, le causó gran desconcierto la
visión del infierno, por su realismo extremo. La experiencia de haber percibido
el infierno como era, le llevó a tomar una decisión: descontenta
con la relajación con que se vivía la regla del convento, se propuso reformarla
e iniciar una serie de fundaciones.
Con grandes dificultades, muchas veces burocráticas o por falta de
compromiso de los obispos, inicia a fundar conventos en los que se viva la
regla del Carmelo con rigor. El primero, el Convento de San José de Ávila. Esa
labor aparece recogida en otra de sus grandes obras literarias, el “Libro de las Fundaciones”.
El convento queda definitivamente fundado el 24 de agosto de 1562 con no
poca oposición de parte de algunos sectores de la Iglesia, que incluso llegaron
a acusar a Teresa de herejía. El revuelo causado la obligan a dejar el nuevo
Convento de San José, que contaba con únicamente 4 religiosas, y regresar al
Convento de la Encarnación.
El cambio, que Teresa asume con obediencia, le causa gran pesar. Deja la
austeridad de su pequeño convento de San José, donde podía vivir la regla del
Carmelo como Dios le pedía que debía vivir, por las comodidades casi palaciegas
del Convento de la Encarnación.
Pero entonces recibe una nueva revelación en la que Dios le pide que
tenga confianza y que no desfallezca. Un año después de abandonar su convento,
regresa a San José e inicia una gran actividad de nuevas fundaciones, de
administración de la orden y de actividad literaria.
Su profunda vida espiritual queda reflejada en otra de sus grandes
obras, una de las obras cumbres del misticismo castellano, “Camino de Perfección”, donde deja por escrito
reflexiones y consejos para la vida contemplativa, además de una conocida
meditación sobre la oración del Padrenuestro.
En total, a lo largo de su vida, Teresa fundó 17 conventos. A los tres
libros ya citado, “Libro de la Vida”, “Libro de las
Fundaciones” y “Camino de Perfección”, hay
que sumar un cuarto: el “Libro de las Moradas”.
En el “Libro de las Moradas”, Santa
Teresa explica el camino de fe para llegar a la plena comunión con Dios por
medio de un camino en el que el cristiano debe ir haciendo una serie de etapas
para entrar de morada en morada hasta la morada definitiva de Dios.
Santa Teresa de Jesús falleció en Alba de Tormes el
4 de octubre de 1582, fue beatificada por el Papa Pablo V en 1614 y canonizada
por Gregorio XV en 1622. San Pablo VI la nombró doctora de la Iglesia en 1970.
POR HARUMI SUZUKI | ACI Prensa
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