miércoles, 7 de abril de 2021

«ESTAD SIEMPRE ALEGRES EN EL SEÑOR». ES MOMENTO DE AGRADECER MÁS Y QUEJARNOS MENOS

«Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca» (Flp 4,4). Está más cerca que nunca, ha resucitado. Ha vencido la muerte y el sufrimiento, ha vencido el pecado.

Nos ha abierto las puertas del cielo, nos ha devuelto a la vida. Él nos ha hecho santos e inmaculados, nos ha liberado de la herencia del pecado original.

Las dificultades y sufrimientos siguen y seguirán, mientras vivimos en esta existencia marcada todavía por el pecado y sus consecuencias.

Sin embargo, Dios nos quiere felices ya, ahora, en esta existencia, aunque suframos todavía las heridas del pecado. «Venga a nosotros tu Reino», rezamos siempre en la oración que Cristo nos enseñó.

Pongamos nuestra cuota de libertad, y optemos por el Señor, para que crezca en nuestro interior la gracia de su Resurrección.

LA PRUEBA MÁS GRANDE DE AMOR

«Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando» (Jn 15,13-14).

El Hijo de Dios vivo no escatimó absolutamente nada, y entregó hasta la última gota de sangre por todos y cada uno de nosotros.

No solamente nos ha dado algo, sino que se ha dado Él mismo. Nos ha dado su propia santidad, su vida y su divinidad.

¿Qué más prueba de amor podemos pedirle?, ¿qué más podemos esperar? Alguna vez conversando con un amigo sobre esto, me decía algo que siempre recuerdo con mucho cariño.

El Señor superó infinitamente cualquier expectativa. No solo entregó su vida por amor en la cruz. Además, se quedó en un «pedazo de pan».

Y no solo eso, sino que nos permite comulgar su propio Cuerpo y Sangre. ¡Seamos francos y claros! ¡Por favor! ¿Cómo no vamos a reconocer todo lo que ha hecho por nosotros?

Ahora, quiero invitarlos a que simplemente demos las gracias por tanto amor y vida. Tanta gracia y reconciliación. Muchas veces nos la pasamos preocupados y angustiados, tratando de descubrir qué quiere el Señor de nuestra vida.

Les invito a que simplemente, nos admiremos y maravillemos por tanto amor. Asombrarnos por este amor que es infinito, y se derrama en nuestros corazones.

No te preocupes. ¡Relájate y déjate llevar por algo tan inaudito y maravilloso como su amor!

VIVAMOS LA GRATITUD

La gratitud brota del corazón que reconoce una bendición recibida. Por otro lado, la persona que cultiva esa actitud de gratitud cultiva en su interior un reconocimiento cada vez más profundo, de las maravillas que recibe de Dios, de un familiar o de algún amigo.

Esa gratitud cambia nuestra manera de acercarnos a la realidad. En vez de estar enfocados y renegando todo el tiempo por las mil y una cosas que están mal, soy consciente y agradezco a quien corresponda, por tantos regalos y bendiciones que poseo en mi vida.

Ya no me la paso mirando «el punto negro de la hoja en blanco», sino que aprendo poco a poco, a contemplar todo el horizonte que está frente a mis ojos. La vida, así como tiene cruces pesadas y difíciles, tiene cosas maravillosas para cada uno de nosotros.

Los invito a que paren un ratito lo que estén haciendo. ¡Ahorita mismo! Tomen papel y lápiz, y empiecen a escribir cuántas cosas tienen por agradecer.

Realidades que usualmente pasan desapercibidas porque estamos más atentos a las cosas que son una amenaza. Y sí que estamos amenazados en estos últimos meses.

Pero nos perdemos de las bendiciones y maravillas que tenemos en la vida. Y esto lo digo en serio, no es una frase retórica.

Porque estamos vivos, con salud, compartiendo este artículo, pudimos ducharnos, comer, mirar el cielo, hablar con nuestro cónyuge, hijos, amigos cercanos. Escuchamos un pajarito, el viento en las hojas de una planta que nos gusta, etc.

Te invito a que cultives este hábito de escribir diariamente, al menos tres cosas por las que agradecer. Te aseguro, que en menos de tres semanas verás los cambios en tu manera de mirar tu propia vida.

¡GRACIAS SEÑOR!

Quise escribir del amor y la gratitud, pues son dos realidades que me han estado dando vueltas en mi cabeza, en mi corazón, en mi espíritu… al acompañar a nuestro Señor Jesucristo en su Pasión, Muerte y Resurrección.

Agradecer infinitamente por la mayor muestra de amor, jamás vista: el Hijo de Dios, hecho hombre, que se despoja de toda condición divina y se entrega por nuestra Salvación.

¿La tarea? ¡Agradecer a Dios hoy por lo que tienes!

Escrito por Pablo Perazzo

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