El incendio de la Misión San Gabriel, en California, el 11 de julio, es solo uno entre las decenas que se han sucedido en Estados Unidos en las últimas semanas.
Este
sábado 22 de agosto se celebra el Día Internacional en conmemoración de las víctimas de actos de violencia basados en
la religión, proclamado en 2019 por la ONU para llamar la atención
sobre el incremento de los ataques contra comunidades religiosas.
Un año
después la situación no ha hecho sino empeorar, según denuncia la fundación
pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada
(ACN, por sus siglas en inglés). Por un lado, con el terrorismo, y por otro con
los ataques a símbolos religiosos bajo pretexto de otras causas.
Según el
presidente ejecutivo internacional de ACN, Thomas Heine Geldern, "las
continuas noticias sobre actos de violencia y acoso por motivos religiosos en
países como Pakistán, Nigeria o India siguen causando una gran preocupación.
Aunque muchas veces se mezclan motivos sociales y étnicos, no podemos cerrar los ojos a
esa realidad”.
“¿Cómo puede ser que no
haya una respuesta internacional a las células terroristas del Estado
Islámico que operan en Mozambique, ignoradas durante mucho tiempo
pero que el 12 de agosto tomaron incluso la ciudad de Mocimboa da Praia, en el
norte del país?", se preguntó Heine-Geldern: "Reconocemos en sus métodos la misma intención de
eliminar la diversidad cultural y religiosa del país, como intentaron hacer en
otros países, por ejemplo, en Irak. Hay más de 200.000 personas que han tenido
que huir del norte de Mozambique. ¿A que estamos esperando?”
Los
grupos terroristas islámicos en Mozambique han conquistado la importante ciudad
de Mocimboa da Praia, demostrando la fortaleza de su presencia en diversos
enclaves africanos.
Los
efectos del terrorismo "son devastadores e
impiden que las victimas ejerzan sus derechos fundamentales",
añadió: "Sólo tenemos que mirar a
los cristianos y los yazidíes en Irak, que han sufrido una persecución
horrenda en los últimos años y su existencia sigue amenazada. La
persecución a los cristianos iraquíes ha diezmado la población de 1,2 millones
que había antes del 2003 a menos de 100.000 en la actualidad".
Heine-Geldern
recordó, con nombres y apellidos, algunas de las víctimas de esta
persecución a lo largo del último año, y de las que ReL ha ido dando cuenta.
Como el
seminarista Michael
Nnadi, asesinado el 1
de febrero en Nigeria; o Philippe
Yarga, catequista de
Pansi, en Burkina Faso,
asesinado el 16 de febrero junto con otras 24 personas; o Joseph
Nadeem, un cristiano pakistaní que murió el 29 de junio asesinado por un
vecino por pura discriminación religiosa y social. U otras que continúan
sufriendo el calvario del secuestro, como la hermana Gloria
Narváez en Mali o la joven Leah
Sharibu, en Nigeria.
Leah
Sharibu pudo ser liberada si renegaba de Cristo, pero se negó a ello. Lleva
secuestrada desde febrero de 2018.
Además
Heine-Geldern puso sobre la mesa la violencia anticatólica que se ha vivido en
los últimos meses en algunos países occidentales: "Lamentablemente
observamos una nueva tendencia muy alarmante en algunos países, donde se
atacan y destruyen edificios y símbolos religiosos para llamar la atención
sobre otros derechos legítimos e injusticias sociales”.
Como
ejemplo destaca el caso de Chile, donde durante las revueltas
sociales y políticas a finales de 2019 fueron atacados y quemados más de
57 templos e iglesias cristianas, así como los Estados Unidos,
donde hasta el 16 de julio se habían registrado 60 asaltos a edificios
católicos con motivo de las protestas contra la discriminación racial en el
país.
“No es justo defender la justicia social, racial o económica atacando
la fe y las creencias de otros", afirmó el presidente de ACN: "El odio desenfrenado contra grupos religiosos
genera violencia y destrucción y debería ser condenado abiertamente. Los
gobiernos tienen la obligación de proteger a las víctimas y enjuiciar a quienes
cometan actos de violencia.”
Según
Heine-Geldern, el diálogo interreligioso juega un papel fundamental para evitar
el fanatismo, pero no basta: "Tenemos que
recordar a las instituciones y organizaciones internacionales que es su deber
garantizar el derecho a la libertad religiosa. El Día Internacional en conmemoración de las
víctimas de actos de violencia basada en la religión fue un gran paso en la
dirección correcta, pero hemos visto que la situación a nivel mundial no ha
mejorado. Hacemos un llamado a la ONU para que tome más
medidas para combatir los delitos de odio y actos de violencia
relacionados con la religión. Sería bueno que el año que viene tuviéramos menos
víctimas que recordar".
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