EL 69% DE LOS PROBLEMAS DE LAS PAREJAS «NO» TIENEN SOLUCIÓN
En la
pareja ¿todos los conflictos tienen solución? Esta
es la gran pregunta que se hacen matrimonios, novios, psicólogos, terapeutas… Cecilia
Gelfi, experta en
temas de pareja, explica que todos los conflictos de una pareja, desde los más
pequeños y rutinarios hasta los más complejos, se pueden dividir en dos
categorías: los que pueden ser resueltos, y los perpetuos, los que formarán
parte de nuestra vida siempre, de una u otra manera. Por eso lo importante es
aprender a diferenciarlos para saber qué podemos hacer en cada caso
PROBLEMAS
PERPETUOS O IRRESOLUBLES
De
acuerdo con las investigaciones del Dr. John Gottman, la mayoría de los
problemas que tiene una pareja, el 69%, son problemas que no tienen solución.
Son esos temas o discusiones que nos acompañan desde el inicio y que se
repiten. Por ejemplo, la frecuencia de las relaciones sexuales, algunos
aspectos de la educación de los hijos, estilos diferentes a la hora de encarar
las tareas del hogar, diferencias fundamentales de personalidad, etc.
Las parejas felices también conviven con este tipo de conflictos pero
encuentran una forma de tratar o de
lidiar con estos problemas sin que los asfixie o los destruya. Han aprendido a
mantener el problema en su lugar e incluso a contemplarlo con sentido del
humor.
Gracias a
las investigaciones también sabemos que, para que una relación funcione, no es
necesario que se resuelvan los grandes conflictos.
Las
parejas que funcionan bien entienden intuitivamente que algunos problemas
forman parte de la relación inevitablemente, podemos compararlo con
un dolor de espalda crónico, no nos gusta que esté pero aprendemos a vivir con
él y que nos limite lo menos posible.
En las parejas inestables o que no funcionan bien, los problemas
perpetuos terminan matando la relación. En
lugar de tratarlos de forma efectiva, la pareja se queda estancada en estos
problemas, sostienen las mismas discusiones una y otra vez, se repiten las
mismas peleas y no pueden avanzar. Aparecen el desprecio,
la crítica y desaparece el sentido del humor, cada uno se queda fijado en una
posición y les es muy difícil ponerse en el lugar del otro. Como tratar el
problema se vuelve cada vez más doloroso, a veces las parejas eligen dejar de
hablarlo, negarlo y de esta manera se orientan al camino de la desconexión y el
distanciamiento.
PROBLEMAS
SOLUBLES
El que un problema tenga solución no significa que se solucione. Una forma de diferenciar e identificar los
problemas solubles es que parecen menos intensos, menos dolorosos. Se trata de
un dilema o una situación particular, no existe un conflicto subyacente que
intensifique la disputa.
¿Cuál es la clave para la resolución? La base
para enfrentarnos de forma efectiva a cualquier clase de problema es la misma, comunicar
nuestra aceptación básica de la personalidad de nuestra pareja. Por nuestra
naturaleza humana, es prácticamente imposible que aceptemos consejo de alguien
a menos que sintamos que esa persona nos comprende.
La regla
básica es: antes de pedirle a nuestra pareja que modifique su modo de comer,
conducir, hacer el amor, o lo que sea, tenemos que hacerle saber que lo
comprendemos. Si alguno de los dos se siente juzgado, incomprendido o rechazado
por el otro, no podrán enfrentarse a los problemas de la pareja.
Las personas solo podemos cambiar si nos sentimos aceptadas tal como
somos. Si nos
sentimos criticados o poco apreciados, no podemos cambiar, por el contrario,
nos sentimos abrumados y nos "atrincheramos"
para protegernos.
Para
terminar, algo muy importante, en todas las discusiones, las que tienen
solución y las que no, ninguno tiene toda la razón. No existe una
verdad absoluta en el conflicto de pareja, siempre hay dos verdades subjetivas.
¿QUÉ
DISTINGUE A LAS PAREJAS FELICES?
Como
psicoterapeutas de parejas, para poder ayudar a las personas que nos consultan,
necesitamos tener en claro cuáles son las cosas que hacen que una pareja
funcione: hay parejas que funcionan porque en su
vida cotidiana han logrado una dinámica, una forma de convivir, que impide que
sus pensamientos o emociones negativas sobre la pareja invadan toda la
relación, es decir, que los pensamientos negativos no ahoguen a los
positivos.
Las
parejas que funcionan tienen 3 características que las definen: la amistad, el buen uso de los intentos de reparación y
un propósito común.
AMISTAD
Son parejas que se conocen profundamente, conocen los gustos, la personalidad, los miedos y los sueños de su
pareja. Muestran
gran consideración el uno por el otro y expresan su amor,
no sólo con grandes gestos, sino con pequeños detalles cotidianos.
La amistad es la mejor protección contra los sentimientos negativos hacia la
pareja. Los pensamientos positivos que tienen el uno sobre el otro y sobre su
pareja, son tan dominantes, que prevalecen sobre los negativos. Si hay una "preponderancia de sentimientos positivos"
hace falta mucha más negatividad para afectar o dañar la relación.
BUEN
USO DE LOS INTENTOS DE REPARACIÓN
Podemos
llamar "intentos de reparación" a
cualquier frase o acción, cómica o no, que impide que la negatividad aumente
sin control. Cuando empezamos una discusión y vemos que estamos levantando el
tono de voz y que no vamos a llegar a nada productivo en ese momento, podemos
recurrir a un intento de reparación para frenar esa escalada.
Por
ejemplo si la mujer le dice al marido: “¡Al final
cocinaste, pero dejaste todos las ollas sucias, no me parece justo!”.
Puede haber dos reacciones: la del enfrentamiento y ponerse a la defensiva o la
de responder: “Sí, tienes razón: déjalas que yo más
tarde las lavo”.
Lo que
distingue a los matrimonios emocionalmente inteligentes no es que sus intentos
de reparación sean mejores o más inteligentes, sino que la persona que
los escucha es capaz de recibirlos. Esto
es así porque la relación no está cargada de negatividad.
PROPÓSITO
Son las
parejas en las que existe una sensación de trascendencia,
en las que hay valores compartidos, que respaldan las esperanzas y los sueños o
aspiraciones de sus parejas.
El
propósito tiene que ver con la posibilidad de sentir que hay una vida
interior compartida, que hay símbolos y rituales que hemos construido
juntos y que forman parte de la cultura de nuestra relación. Por ejemplo, cómo
nos manejamos con las comidas, cómo festejamos los cumpleaños, cómo nos gusta
disfrutar las vacaciones, cómo nos despedimos antes de ir a dormir, cómo
actuamos cuando alguno de los dos está enfermo, etc. Son todos los
códigos que vamos generando con el otro y que nos identifican como pareja y
familia.
Es
importante que en esta cultura, estén contemplados los sueños y las necesidades
de ambos.
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