domingo, 30 de agosto de 2020

MIEDO AL AMOR

Voltea a ver la Cruz, y créetela.

Hay un miedo profundo en el corazón del hombre al Amor, porque no lo conocemos.

Por: Mitzy Espinosa de los Monteros Álvarez | Fuente: Catholic.net

Pocas veces hemos escuchado este término: ¿Miedo al amor?; ¿Cómo puede ser eso posible?, si es lo  que en todas partes las personas buscan. La gente ahora está loca por encontrar el amor, por qué afirmar, entonces, que se le tiene miedo.

La respuesta es sencilla: Si, hay un miedo profundo en el corazón del hombre al Amor, porque no lo conocemos. Nuestra sociedad ha  relativizado tantos conceptos que ahora esas mentiras nos las creemos. ¿Qué es el amor? ¿Quién con certeza me puede decir que se siente?

Y ahí están, miles de ideas giran en nuestra cabeza: el amor se siente como “mariposas en el estómago”, se siente “bien”, “es cuando no te concentras”: dirían algunos adolescentes enamorados; hay una canción: “El amor” de Tito el Bambino, que nos ayudaría a resolver esta pregunta. Pero no, todo eso apenas se le acerca a la experiencia del  Amor.

Como  no tener una idea tan pobre si eso es lo que se nos vende en la película, en el libro de moda, la serie y ahora hasta  la vox populi.

¿Quién te habla de un amor de entrega,  de paciencia, de fortaleza?, ¿Quién te habla del amor que no se siente?, ¿Quién? Eso, todo eso que acabo de mencionar, son palabras sin sentido para muchos. Nuestro intelecto no lo alcanza a procesar; “la cosa” con la "realidad subjetiva"  no se adecuan y por tanto  pareciera una locura lo que digo, sin embargo, aunque no nos demos cuenta nuestro corazón busca más, y eso es porque lo que tenemos no es suficiente, porque la vocación natural del hombre es el Amor a plenitud.

En oración lo entendí, y con el ir de los días, en la experiencia de la vida lo reafirmé: nos da miedo  amar.

No nos creemos dignos de recibir Amor; muestras de afecto si, esas aumentan nuestro ego; pero Amor, no. Y digo yo: si no puedo recibirlo, mucho menos  puedo darlo.

A los pies de la Cruz esto se entiende; cuantas veces hemos escuchado: Dios te ama, murió por ti, ahora piensa cuantas veces te la has creído.

¿Cómo? Aquel del “que nada escapa su mirada”, aquel que hizo la creación: cada animal, cada flor, cada piedra, cada detalle; la respuesta ante eso es “Ajá, si me ama”. Ante nuestros ojos, nos vemos tan insignificantes que no lo creemos. Así que lo generalizamos: “Si, bueno, nos ama a todos, murió por todos”.

¿Por qué no personalizamos ese Amor? Porque resulta entonces amenazador, nos pone vulnerables, y en una sociedad donde la fuerza y el poder son lo que debes conservar, es imposible.

Que miedo, entonces creer que murió por , si, solo por ; claro hay más personas, pero en su mente estaba yo, y si yo fuera el único en la tierra, el bajaría y sufriría lo mismo por solo.

Que incómodo pensar que cada cosa que hago, que digo, que me hacen, le afecta a Él, se lo están haciendo a Él; que cuando yo lloro, Él llora, que si reprobé un examen, o no fue un buen día de trabajo, o simplemente “se quemó el arroz” - algo que a los demás les parece insignificante - para Él , es el mayor problema que hay que resolver, porque Él te creó y sabe cómo eso afecta tu corazón.

Demasiado fuerte saber que eso es Amor, que indignos nos podemos sentir de que las cosas sean así. Por eso finjo que no es, por eso lo verbalizó, lo racionalizó.

Porque si me diera cuenta que  en realidad es así, día a día, minuto a minuto, me exigiría, como un deseo natural del corazón regresar algo a Él. Pero lo que recibo no se ve, no se oye y la mayoría de las veces no se siente. Y donde vivo, el mundo,  exige comprobar  con los sentidos lo que está sucediendo. No se comprueba, no existe; y regresar algo de lo que me han dado pero no se palpa  se convierte entonces en una mera pérdida de tiempo.

¡QUÉ MIEDO AL AMOR, QUE MIEDO A AMAR Y  A SER AMADOS!

Y luego en la experiencia del día a día, con los cachitos de pistas que tenemos sobre el amor, incluso ahí  se nos  nota el miedo que hay a Amar.

No me reconozco digno, mucho menos puedo reconocer digno al otro.  No lo veo, no lo escucho, no conecto; solo estoy ahí tratando de encontrar en mismo como llenarme. ¿Qué me falta?, como reinventarme para , para mi propio progreso. Y entonces, puedo ser una mejor versión de mismo, pero no cambia las cosas,  porque no lo comparto.

La idea de “amor” que nos venden, viene producida, con el regreso de todo cuanto se da. Si no aseguro que lo mismo o más regresará a , entonces no es buena “inversión”

Desde luego, en la sociedad encuentras mil conversaciones en diferentes lugares y de diferentes personas, hablando lo mismo: “le dejé de hablar porque me traicionó”, “la dejé de buscar porque no me buscó”,  “yo, ¿por qué me tengo que acercar? si él fue el que me ofendió”, empalmadas con acciones que se nos hacen tan obvias,  como no ver al de a lado y mantener multiconversaciones: la presencial y las que tenemos en línea.

No saber quién barrió la calle el día de hoy, quién y por qué está pidiendo limosna afuera de nuestro edificio.

Sólo sí es importante “para ”, sí me habla a , sí trae un beneficio para , sólo así es cuando decidimos  voltear a ver al otro;  Si no me afecta a mi (positivo o negativo), sí su fin no es que yo sea el centro,  no le doy interés.

¡Qué miedo al compromiso!, y no me refiero solo al de las parejas que se divorcian o viven en unión libre: no,  al compromiso de ver al otro.  ¿Qué vacío tendremos, qué anhelo del corazón no estaremos escuchando, que nos da miedo dar  si no tenemos la certeza que lo recibiremos de regreso?

El ser humano es más humano, más persona cuando da, porque su corazón está desbordado de gracias, virtudes y dones que el otro no tiene, ¿Cómo puede alguien tan diferente a mi darme lo mismo que yo doy?  Ilógico ¿no?, sin embargo esperamos que sea así.

Actualmente las personas han perdido  parte de su humanidad: el desempleo, la pobreza, la falta de escucha, los vicios; nos han rebajado la dignidad de SER humano.

Ves en la ciudad gente que camina como si no supiera a donde va o donde está, porque realmente no sabe. Ves personas que gastan la mitad de su día buscando que cada paso que den les traiga un beneficio aunque ni siquiera estén felices, y entonces ves estrés, ves agobio, ves depresión ves  suicidios; ¿Ves?  o tu tampoco lo alcanzas a ver.

Y qué, si hoy saludas a la de la oficina, si, la que sepas que es más voluble, que tal si hoy no evades en tu caminar al vagabundo, o  si al que pide limosna en lugar de aventarle una moneda le avientas una mirada, una que en el silencio le recuerde que es igual a ti y que tiene todo el potencial para salir de donde está.

Qué tal si hoy le hablas a quien ha hablado mal de ti, al que te ha roto el corazón por levantarte falsos: no le reclamas no lo hieres, solo con un abrazo le expresas tu arrepentimiento, ¿Arrepentirte, tu?, si a ti  fue al que  ofendieron: pues . Pide disculpas , por no haber visto antes que sufría, por no ayudarle a pelear en su batalla diaria, por no darte cuenta que sea lo que sea que haya dicho o hecho, lo hizo sin conciencia, porque si hubiera sabido que te rompería, que te cambiaría el esquema de tú vida, no lo hubiera hecho. Pídele perdón, por no reconocer el AMOR: si ese que acoge y que abraza.

Pídele perdón  por que bajo la influencia de sea lo que sea que nos venden los medios, sobre querer y amar, una vez que te dio lo malo que tenía en su ser, fuiste egoísta y se lo regresaste y lo juzgaste, como si nunca tu hubieras hecho algo similar, en lugar de abrazarlo y cargarlo con él, porque él ya no podía.

Quizá nadie te va a regresar nada, de eso se trata, te aseguro que si vas enojado y te pausas a ti mismo un momento, y te das al otro, no se dará cuenta y no, quizás,  no te sentirás mejor, quizás  seguirás enojado, triste, cansado.

Pero eso es el amor,  dar y dar y así hasta que ya no tengas y buscar  entonces más para seguir dando. Sin nada a cambio, sin sentimientos, sin risas todo el tiempo. Pero con la certeza que no es por ti es por, para y con el otro.

QUE ILÓGICO SUENA AMAR.

Pídete perdón por todas las veces que has buscado desmesuradamente, y has rogado y te has humillado por tener en un momento, algo que parecía te llenaría y no, cuando la respuesta siempre estuvo en el deseo más profundo de tu  corazón.

Voltea a ver la Cruz, y créetela: ese amor si existe, y si bien quien lo da es verdadero Dios, recuerda que  también es verdadero hombre.

Murió por ti, esta ahí, porque te lo mereces, y aún cuando sientas que ya no puedes ser peor, más grande será su amor.

Si te sientes amado, del corazón fluye el amor.

No ignores que el amor, es la Cruz del hombre, que le da el paso a la eternidad. Ese es el amor más intenso jamás contando, el más puro, en el cual no encuentras decepción.

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