CONVERSANDO CON AMIGOS EVANGÉLICOS SOBRE LAS IMÁGENES SAGRADAS
Reproduzco esta
conversación porque puede servir de ayuda y guía a la hora de explicar a
nuestros hermanos cristianos de otras denominaciones exactamente que creemos y
por qué.
Por: José Miguel
Arráiz | Fuente: ApologeticaCatolica.org
Continuando con la serie de conversaciones entre
amigos sobre temas de apologética, les comparto un diálogo sobre el tema de las
imágenes sagradas, que suele ser bastante polémico y piedra de tranca con
nuestros hermanos. Lo he reproducido este sí más retocado y parafraseado que el
anterior, porque puede servir de ayuda y guía a la hora de explicar a nuestros
hermanos cristianos de otras denominaciones exactamente que creemos y por qué,
aunque se que en este y otros temas, los mejores argumentos no convencerán a
todos. Los nombres, por supuesto, no son reales.
Miguel: Estuvo muy interesante nuestra última conversación,
y te podría decir que entiendo su doctrina respecto a los santos, pero ¿por qué representarlos con imágenes? ¿No dice claramente
la Biblia que está prohibido hacerlas?: "No te harás imagen ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las honrarás" (Éxodo
20,4-5)
Marlene: Efectivamente, ¿dónde
dice la Biblia que se deben adorar imágenes?
José: Ok,
permíteme que te explique exactamente que creemos.
Miguel: Por
favor.
José: Ante
todo has de entender que las imágenes para nosotros no tienen el mismo
significado que para los paganos que las consideraban realmente dioses.
Nosotros no las adoramos, y sabemos perfectamente que son solo
representaciones, ya sea de Cristo o de sus santos.
Marlene: Pero las hacen igualmente.
José: Si, pero aquí tenemos que entender a qué se refería
el mandamiento, y en qué consistía exactamente la prohibición de hacer
imágenes. ¿Ustedes creen que prohibía hacer
cualquier tipo de imágenes?
Miguel:
No, evidentemente no. El problema no es hacer una imagen,
sino que se le adore.
José: ¡Exacto! Y prueba
está en que la misma tienda del encuentro [1]
fue construida por orden divina y estaba llena de imágenes, lo mismo el Templo
también las tenía, imágenes de seres que están en el cielo, como los ángeles, y
que están en la tierra, como los animales. Incluso la misma Arca de la Alianza
tenía dos enormes ángeles en la parte superior (Éxodo 25,18-19; 26,4; 1 Reyes
6,18-19.23-29.32-33.35; 13,23-25.35-36). Queda claro que estas no violaban la
prohibición dada por Dios.
Miguel: Si, eso lo sé, porque no las adoraban.
José: Estamos de acuerdo
entonces que no hay que sacar el texto de contexto y lo que se prohíbe no es la
mera fabricación de imágenes sino su adoración. Otra prueba de que el
mandamiento no se refiere a cualquier tipo de imágenes, ni siquiera religiosas,
es que allí se usa la palabra hebrea פֶּסֶל (pésel) que significa "ídolo", mientras que en la misma lengua
existen palabras para referirse a otro tipo de imágenes no idolátricas sino
representativas, como por ejemplo la palabra tselem
o la palabra pittuach para referirse
a imágenes representativas o decorativas.
El mandamiento también comienza diciendo "No
habrá para ti otros DIOSES delante de mí" (Éxodo 20,3). Por lo
tanto, una traducción adecuada que se apega más al texto hebreo y al contexto
sería "No te hagas ningún ÍDOLO ni figura de
lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo
que hay en el mar debajo de la tierra" (Éxodo 20,4).
Y si una imagen no es un ídolo, esto es, una imagen que sea considerada como un
Dios en sí misma, no representa ningún problema y podemos tener nuestros
templos llenos de ellas, tal como lo estaba el templo de Salomón, el cual luego
de ser reconstruido fue visitado por Jesús sin que este objetara en lo absoluto
la presencia de imágenes.
Allí está también el caso de la serpiente de bronce (Números 21,9), mandada a
construir por Dios, nunca representó un problema hasta que parte del pueblo se
corrompió y comenzó a adorarla y tuvo que ser destruida (2 Reyes 18,4).
Marlene: Pero al rezarle y ponerse de rodillas ante ellas las
adoran. Ese es el problema.
José: Recuerda que en nuestra conversación pasada hablamos
de que el gesto de ponerse de rodillas tiene un significado diverso dependiendo
de la intención con que se haga. Cuando lo hacemos ante una imagen lo hacemos
como un acto de veneración.
Marlene: Un acto de veneración ante un objeto inanimado. En
los ejemplos que pusiste en nuestra conversación anterior, vimos que los justos
si se ponían de rodillas ante profetas y hombres de Dios sin llegar a
adorarles, y allí puedo entenderlo porque eran personas vivas, ¿pero imágenes de yeso que no pueden ver ni escuchar?
José: Efectivamente, sabemos que las imágenes no ven ni
oyen porque solo son eso: imágenes, pero para nosotros un gesto dirigido hacia
una imagen realmente está dirigido a quien la imagen representa. Cuando los
ancianos de Israel se postraban ante el Arca de la Alianza, no se postraban
delante de una caja de madera, sino delante de Dios.
Además, si recuerdas bien nuestra conversación pasada, hablamos también de que
aquellos que ya gozan de la visión beatífica se enteran a través de Dios de lo
que acontece. Si esto es así, ¿por qué no habrían
de enterarse de que ante una imagen de ellos se ha hecho un gesto de reverencia
o veneración?
Y yo entiendo que puede parecer exteriormente que un gesto de veneración de
parte de un católico es similar al de un pagano idólatra que adora la imagen en
sí misma, pero hay una diferencia sustancial que está en la intención del
corazón de quien lo hace, y como considera éste el significado de la imagen.
Marlene: Puede ser que tú
lo entiendas de esa manera, pero ¿cómo saber que
todos los católicos lo entienden así? Eso no es lo que parece cuando les
vemos ponerse de rodillas ante una imagen.
José: Como les decía anteriormente, no debemos olvidar que
no vemos el interior de las personas y acusarles de idolatría según lo que las
apariencias nos expone a caer en juicio temerario.
Yo, incluso cuando era un niño pequeño, cuando veía una imagen y la tocaba, sin
mucho conocimiento religioso entendía que esa imagen no era Dios, y ni siquiera
al santo a quien representaba, pero consideraba que por estar bendecida por
Dios de alguna manera algo de esa bendición podía pasar a través de ella.
Ciertamente era una fe sencilla, tal como la de aquellos que buscaban que la
sombra de San Pedro les cubriera para sanarse (Hechos 5,15), o que sanaban con
tocar los pañuelos de San Pablo (Hechos 19,12). También está el conocido caso
de la hemorroisa que al tocar el manto de Jesús sanó (Marcos 5,26-31). ¿Consideran ustedes que esas personas creían que fueron
sanadas por pañuelos, mantos y sombras?
Miguel: Claro que no. Fueron sanadas por el poder de Dios.
José: De la misma manera ocurre con la fe de la gente
sencilla. Aun los más humildes en el fondo de su corazón saben que una imagen
no es un Dios, ni mucho menos Dios.
Aquí mismo en nuestro país ocurrió un milagro portentoso en el año 1669 cuando
la peste diezmaba a la población. Según sabemos la desesperación era tanta, que
los caraqueños sacaron en procesión una imagen de Jesús, la del Nazareno, que
ocupaba uno de los altares de la iglesia erigida en honor a San Pablo, El
Ermitaño. En la procesión los caraqueños imploraban la desaparición de la
peste, y cuando las plegarias eran más sentidas, la imagen del Nazareno, de la
iglesia de San Pablo tropezó con las ramas de un limonero haciendo caer los
frutos. Los caraqueños exclamaron ¡Milagro! y
corrieron a hacer guarapos con los limones, y cuando los enfermos lo tomaban,
sanaban. ¿Quién cree que los sanó? ¿La
imagen del Nazareno o la fe de esa gente sencilla que vio en ese suceso una
respuesta providencial a sus oraciones y creyó? ¿No recuerdan que dice la
Biblia sobre el que tuviere la fe como un granito de mostaza? (Mateo 17,20)
Miguel: Ok, pero la Biblia también prohíbe hacer imágenes de
Dios. Recuerda que también dice: "Tened mucho
cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el día en que
Yahveh os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a pervertiros y os
hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea: figura masculina o
femenina, figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de alguna de las
aves que vuelan por el cielo, figura de alguno de los reptiles que serpean por
el suelo, figura de alguno de los peces que hay en las aguas debajo de la
tierra. Cuando levantes tus ojos al cielo, cuando veas el sol, la luna, las
estrellas y todo el ejército de los cielos, no vayas a dejarte seducir y te
postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido Yahveh tu Dios a
todos los pueblos que hay debajo del cielo" (Deuteronomio 4,16)
José: Si lees detenidamente el texto, allí se explica la
causa de la prohibición. Se prohibía representar a Dios con imágenes para que
las personas inmersas en aquella cultura no fuera a pensar que Dios tenía la
forma de una creatura. ¿Recuerdas cuando intentaron
representar a Dios como un becerro de oro (Éxodo 32,4)?, de eso
precisamente les advertía. Pero Dios luego se reveló en forma humana, pues
Cristo es la "Imagen de Dios invisible" (Colosenses
1,15), y si le vieron y tocaron.
Miguel: Supongamos que es cierto y no está prohibido hacer
imágenes de Jesucristo, ¿Cómo explicas que también
hagan imágenes de Dios Padre? ¿Eso no está prohibido?
José: Representaciones puramente simbólicas que le
muestran como un anciano de muchos días [2]
para dar a entender que existe desde la eternidad y de él proceden todas las
cosas. Hoy no existe para nosotros el riesgo de que alguien crea que realmente
Dios Padre es como un anciano con barba blanca, ni tampoco se hacen esas
imágenes para adorarlas.
Marlene: Igualmente pienso que lo mejor es no correr riesgos,
si las imágenes son solo eso, representaciones, no son indispensables para
nuestra salvación. Lo mejor es no tenerlas y no exponer a nadie a que caiga en
pecado de idolatría.
José: Lo que sucede es que los católicos no creemos que
esa sea la solución a los problemas que tenemos en la Iglesia. Nosotros no vamos
a destruir todas las imágenes solo porque algún católico pueda malentender la
enseñanza de la Iglesia. La solución del problema por el contrario es
catequizarles para que ellos llegando a la madurez de la fe eviten caer en ese
tipo de errores. Lo mismo ocurre con el tema de los santos: no podemos negar la
gran verdad que significa reconocer que tenemos una familia en el cielo, solo
porque alguien pueda caer en algún exceso y darles el lugar que solo
corresponde a Dios. No mutilar, negar, sino profundizar, aclarar, explicitar y
es siempre la forma en que creemos debemos abordar los problemas, porque no
podemos negar una verdad solo porque exista el riesgo de que algunos la
malentiendan.
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NOTAS
[1] Traducida en algunas Biblias como Tabernáculo de reunión, Tabernáculo del
testimonio, etc., en el lenguaje bíblico generalmente designa el santuario
movible en forma de tienda de los hebreos antes de la erección del Templo de
Salomón construido por orden de Dios y con sus instrucciones.
[2] La figura de Dios como un "anciano de días" está inspirada en el
libro de Daniel 7,9-10, donde el profeta le ve con "vestiduras blancas
como la nieve, y como lana limpia los cabellos de su cabeza; de llamas de fuego
era su trono".
¿PODEMOS TENER IMÁGENES?
Los textos
bíblicos son muy claros en su prohibición de hacer imágenes o estatuas de
falsos dioses. Pero otra cosa muy distinta es aplicar estos textos a las
imágenes como adornos o signos religiosos.
Por: P. Paulo
Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa
defender su Fe
Cuántas veces hemos escuchado esta acusación de
parte de nuestros hermanos evangélicos: «Los católicos hacen imágenes para
adorarlas, mientras que la Biblia lo tiene estrictamente prohibido».
Muchos hermanos nuestros católicos no saben qué
contestar, otros se dejan influenciar fácilmente por estas verdades a medias y
algunos sienten la tentación de botar las imágenes de las capillas.
Les quiero aclarar este tema acerca de las
imágenes, pero con la Biblia en la mano. Antes que nada, debemos hacer una
clara distinción entre una imagen, un cuadro, un adorno religioso y un ídolo,
que es «la imagen de un falso dios». La
Biblia sí que rechaza enérgicamente el culto de adoración a los ídolos (falsos
dioses), pero la Biblia nunca ha rechazado las imágenes como signos religiosos.
¿QUÉ
ES UN ÍDOLO SEGÚN LA BIBLIA?
Muchos años antes de Jesús, en tiempo de Moisés,
Dios comenzó a formar a su pueblo elegido, el pueblo de Israel. Era gente muy
primitiva que Dios había sacado del politeísmo para llevarla al monoteísmo.
Todos estos pueblos antiguos tenían infinidad de dioses, los que adoraban y
representaban a través de imágenes de baales,
que tenían la forma de un toro, de un león o de otros animales. A esas
imágenes, el pueblo de Moisés las llamaba «ídolos» o
falsos dioses. La gente de aquel tiempo pensaba que estas imágenes tenían un
poder mágico o una fuerza milagrosa. En el fondo estos ídolos eran
representaciones de poderes o vicios del hombre mismo. Por ejemplo la imagen
del becerro de oro que aparece en Éxodo 32, era la expresión de la fuerza bruta
de la naturaleza. También podía representar la encarnación del poder sexual
desorientado y vicioso. Y el oro del becerro significaba el poder de la riqueza
que explota y aplasta al hombre, es decir, el hombre con sus vicios,
representados en el becerro de oro, quiere ser dios y no quiere dejar lugar al
único y verdadero Dios.
Dios llamó al pueblo hebreo a avanzar por la senda del monoteísmo, dejando
atrás los ídolos y dando adoración al verdadero Dios. Pero los israelitas de
aquel tiempo atraídos por las prácticas de los pueblos paganos querían, a
veces, volver al politeísmo y a la adoración de ídolos. Entonces Moisés,
inspirado por Yahvé-Dios les prohibió estrictamente hacer estos ídolos: «No tengas otros dioses fuera de mí, no te hagas estatua,
ni imagen alguna de lo que hay en el cielo ni en la tierra ni te postres ante
esos «ídolos», no les des culto».
Queridos hermanos, estos textos
bíblicos son muy claros en su prohibición de hacer imágenes o estatuas de
falsos dioses. Pero otra cosa muy distinta es aplicar estos textos a las
imágenes como adornos o signos religiosos. Estos signos (imágenes) nunca han sido prohibidos por Dios ni
por la Biblia.
TEXTOS
ACLARATORIOS:
La Sagrada Escritura siempre hace la distinción
entre imágenes como «ídolos» e imágenes como «adornos
o signos religiosos». Leamos algunos textos en los cuales Dios mismo
manda a Moisés hacer imágenes como símbolos religiosos: «Harán dos querubines de oro macizo, labrados a martillo y los pondrán
en las extremidades del lugar del perdón, uno a cada lado... Allí me encontraré
contigo y te hablaré desde el lugar del perdón, desde en medio de los
querubines puestos sobre el arca del Testimonio...» (Ex. 25,18-22).
Estos dos querubines parecidos a imágenes de ángeles, eran adornos religiosos
para el lugar más sagrado del templo. Pues bien, estas imágenes, hechas por
manos de hombres, estaban en el templo, en el lugar más sagrado y nunca fueron
consideradas como ídolos, sino todo lo contrario, el mismo Dios ordenó
construirlos.
Leamos otro texto del A. T.: Números 21, 8-9.
Ahí se nos narra como en aquel tiempo los israelitas murmuraban contra Dios y
contra Moisés. Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes venenosas que
los mordían, de modo que murió mucha gente.
Moisés intercedió por el pueblo y Dios le
respondió: «Haz una serpiente de bronce, ponla en
un palo y todo el que la mire se salvará». Nos damos cuenta otra vez de
que esta serpiente de bronce era una imagen hecha por manos de hombre, pero no
para adorar, sino que era un «signo religioso» para
invocar a Dios con fe.
Hay otros textos en la Biblia que nos hacen ver
que en el templo de Jerusalén había varias imágenes o esculturas que no fueron
prohibidas, menos aun consideradas como ídolos. Dice el Salmo 74, 4-5: «Tus enemigos rugieron dentro de tu santuario como
leñadores en el bosque, derribaron con hacha las columnas y esculturas en el
templo». Eso significa que en el templo de Jerusalén había también
esculturas o imágenes.
Queridos hermanos católicos, esas indicaciones
de la Biblia son suficientes para decir que la Biblia, sí, prohíbe la
fabricación de imágenes como dioses falsos, (ídolos) pero nunca ha prohibido
las imágenes o esculturas como adornos religiosos. Que nadie entonces los venga
a molestar por tener una imagen o adorno en su templo o en su casa. Es por
falta de conocimientos bíblicos, o por mala voluntad, que los hermanos
evangélicos les meten estas cosas en la cabeza.
LAS
IMÁGENES EN NUESTRA VIDA DIARIA.
Ahora bien, hermanos, en nuestros tiempos vemos
por todos lados imágenes y estatuas. Cada país tiene sus propios símbolos
patrios y estatuas a sus héroes.
En nuestras casas tenemos cuadros que
representan la imagen de alguna persona. Tengo en mi velador, por ejemplo, una
foto de mi madre que ya está en el cielo; y contemplando esta foto me acuerdo
de ella. Incluso puedo colocar esta foto en un lugar bien bonito y adornarlo
con una flor y una velita... Y si alguien viene a mi casa a visitarme y me
dice, refiriéndose a la foto: «Qué mono más feo», por
supuesto que me siento muy ofendido. Así también tenemos cuadros e imágenes en
nuestras capillas que representan algunas personas religiosas, como la Virgen
María, la Madre de Jesús, algún santo patrono de nuestros pueblos. Y ningún
católico va a pensar que estas imágenes son ídolos o falsos dioses. Estas
imágenes simplemente nos hacen pensar en el mismo Jesús o en tal o cual santo
que está en la presencia de Dios y nos ayudan a pensar en la belleza de Dios.
La Iglesia Católica acepta
el respeto y la veneración a estas imágenes en nuestros templos, pero nunca ha
enseñado la adoración a una imagen. A
veces, dicen los hermanos de otra religión que nosotros adoramos a las
imágenes. Están muy, pero muy equivocados y debemos, eso sí, perdonarles sus
expresiones.
La Iglesia Católica acepta que guardemos
imágenes o cuadros en nuestros templos siempre que no sea en forma exagerada. ¿Qué quiero decir con ello? Quiero decir que a
veces nuestras iglesias parecen una exposición de santos y en algún caso están
tan mal colocados, que no hay espacio ni para la imagen de Cristo. Ahí sí que
exageramos. Por eso el Concilio Vaticano pidió que no se repitiera más de una
imagen por cada santo y que el lugar central de la Iglesia, a ser posible, esté
reservado siempre para la imagen de Cristo.
Está claro, entonces, que nunca
podemos dar culto de adoración a una imagen, nunca podemos ponernos de rodillas
delante de una imagen para adorarla, pero sí podemos ponernos de rodillas ante
una imagen para pedir perdón por nuestros pecados y para suplicar que el santo
interceda ante Dios por nosotros.
En todas estas discusiones, hermanos míos,
guardemos el amor. ¿Quién eres tu para juzgar a tú
hermano? (Stgo. 4, 12). Cada uno puede arrodillarse en cualquier parte
para invocar a Dios, en el patio de su casa, en el campo. En la noche antes de
acostarse uno puede arrodillarse delante de un crucifijo para así hablar con
Dios. A veces hay gente que piensa que tal imagen es milagrosa y le atribuyen
un poder mágico. Debemos corregir estas actitudes y explicarles que sólo Dios
hace milagros. Por supuesto aceptamos que Dios puede actuar por intercesión de
los santos.
Hermanos: no
aplastemos la fe de nuestros hermanos que tal vez tienen poca formación cristiana,
no critiquemos y no hablemos mal de otros. Ofender al hermano es un
pecado muy grave. Es triste constatar el lenguaje ofensivo de nuestros hermanos
evangélicos hacia los católicos. Tratemos de devolver bien por mal.
Martín Lutero, el fundador del protestantismo y
de las iglesias evangélicas, nunca rechazó las imágenes, todo lo contrario él
dijo que las imágenes eran «el Evangelio de los
pobres». ¿A quién de nosotros no le gusta contemplar un lindo cuadro o una
hermosa imagen? Muchas veces mirando un cuadro o una imagen podemos más
fácilmente entrar en oración y en un profundo contacto con Dios. ¿Quién puede negar por ejemplo la belleza de la Piedad de
Miguel Ángel? Pues bien, según los evangélicos habría que destruirla
porque va contra la Biblia ¡Qué disparate tan
grande! Ello es hacer decir a la Biblia lo que nunca la Biblia ha dicho.
Ello es una distorsión de lo que Dios nos quiere decir en la Biblia. Una regla
de oro para interpretar la Biblia es mirar siempre el contexto de una frase y
no aferrarse a la letra, porque en este caso, sin el contexto, hasta se puede
hacer decir a la Biblia que «Dios no existe» porque
la Biblia pone esta frase en labios del tonto (Sal. 10, 4).
LOS FALSOS DIOSES O ÍDOLOS DE ESTE MUNDO MODERNO.
Hermanos, los ídolos o falsos dioses de este mundo moderno no
están en los templos, sino que son poderes que dominan al hombre moderno por
dentro. Son poderes falsos que destruyen las buenas relaciones con el prójimo y
con Dios. Estos ídolos modernos están a veces en nuestras calles, en nuestras
instituciones, en nuestras comunidades y familias. Esta es la idolatría que
hemos de desterrar.
Pienso, por ejemplo, en el falso dios del poder
y de la dominación que quiere aplastar tu libertad y engañar pueblos enteros;
en el falso dios «poder» que provoca guerras
y matanzas de gente inocente. Este es el «ídolo» moderno
que se pasea por el mundo. Pienso en el falso dios «dinero»
que domina tu corazón, que comienza con mentiras, engaños, robos,
tráfico de drogas etc. y que pareciera que en nombre de este dios dinero todo
está permitido. Pienso en el falso dios del sexo desorientado, en el dios que
destruye la unión familiar, en el dios de la pasión que engaña al hombre y a la
mujer, es el falso dios que deja los niños desamparados, en el falso dios que
destruye el verdadero amor y que se resiste a servir a una comunidad.
El lugar desde donde estos falsos dioses
comienzan a brotar está en nuestro corazón. Es el demonio mismo que quiere
destruir nuestro corazón como templo de Dios. Y mucha gente entre nosotros, sin
darse cuenta, está bajo el poder de estos falsos dioses y no dan lugar en su
corazón al único y verdadero Dios del amor.
Hermanos, no debemos buscar ídolos o falsos
dioses en cosas de madera o de yeso, en imágenes o cuadros, sino en nuestro
corazón. Si volviera ahora Moisés a nosotros, no se referiría a las imágenes ya
que hoy no está el peligro de la idolatría, sino que gritaría: «No te hagas falsos dioses dentro de tu corazón, destruye
los vicios fuente de toda idolatría». Esto es lo que ya hicieron los
profetas que vinieron después de Moisés.
Los primeros misioneros que evangelizaron
América Latina trajeron de España y del Perú numerosas imágenes del Señor, de
la Virgen y de los santos. Son imágenes religiosas cargadas de historia que
penetraron hondamente en el alma de nuestro pueblo y que aparte de su valor
escultórico tienen el mérito de que ante ellas oraron nuestros antepasados. Y
cada capilla tiene las imágenes de sus patronos. Todas ellas nos recuerdan los
misterios centrales de la encarnación e ilustran de alguna manera la Historia
de la Salvación realizada por Dios a favor nuestro.
Así que cuando lleguen los evangélicos a las
puerta de sus casas y les digan que los católicos somos unos idólatras porque
adoramos las imágenes ya saben qué contestarles. Díganles que no es correcto
sacar frases de la Biblia fuera de su contexto para hacer decir a la Biblia lo
que nunca dijo. Y que la Biblia nunca ha prohibido las imágenes como adornos
religiosos.
Finalmente hay que tener presente que en el A.
T. no podía representarse a Dios porque el Verbo no había tomado cuerpo ni
forma humana. Pero en el N. T. es distinto. Con la Encarnación, el Verbo Dios
tomó forma humana y si El mismo se hizo hombre hace dos mil años y nos mandó
guardar su memoria es que quiere que nosotros lo representemos así, como
hombre, para recordar que «el Verbo se encarnó y
habitó entre nosotros». Y si representarlo en una pintura o en una
imagen ayuda a recordar su memoria ¿qué de malo hay
en ello?
Pero por sobre todo hay que entender la
evolución gradual que hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Algunas
sectas dan la impresión que quedaron petrificadas en el Antiguo Testamento y
sólo por ignorancia o mala voluntad pueden decir lo que dicen. Es decir, se
aferran de textos aislados, los sacan de su verdadero contexto, y confunden a
los no iniciados en la Biblia. Y aquí le viene recordar que el mismo Jesús
confirmó esta progresiva evolución entre el Antiguo y el Nuevo Testamento
cuando dijo: «Antes se les dijo... ahora les digo».
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