El Papa Francisco subrayó que Dios “nos
sorprenderá en el momento en el que no lo esperamos, en el que nos encontremos
verdaderamente solos”.
Así lo señaló el Pontífice en la Audiencia General de este miércoles 10
de junio, que presidió desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano.
El Santo Padre señaló que “todos nosotros
tenemos una cita en la noche con Dios”. “Es esa misma noche, combatiendo con lo
desconocido, tomaremos conciencia de ser únicamente pobres hombres”.
Pero, precisamente entonces, “no tendremos
nada que temer, porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo que
contiene el sentido de toda nuestra vida. Nos dará la bendición reservada a
quien se ha dejado cambiar por Él”.
En su catequesis, el Papa explicó que en la Biblia se pueden encontrar
numerosos ejemplos en que Dios se presenta a los hombres en el momento más
inesperado, y citó, en concreto, la historia del patriarca Jacob.
Como se narra en el libro del Génesis, Jacob, hijo de Isaac y nieto de
Abraham, tenía una relación muy mala con su hermano mayor Esaú. Mediante un
engaño, Jacob consigue que su padre, ya anciano y casi ciego, le bendiga y el
conceda el don de la primogenitura que, en realidad, le correspondía a su
hermano Esaú.
Para evitar la ira de Esaú, Jacob escapa de su patria y se refugia en el
extranjero donde, gracias a su habilidad para los negocios, su capacidad de
riesgo y su carácter, consigue convertirse en el propietario de un gran rebaño.
Además, consigue casarse con la hija más bella de Labán.
Francisco describió a Jacob con la expresión moderna de “un hombre que se ha hecho a sí mismo, que con el ingenio
consigue conquistar todo lo que desea”.
La vida de Jacob parece perfecta, pero un día “siente
la llamada de su casa”, explicó el Santo Padre, la llamada “de su antigua patria, donde todavía vivía Esaú, el
hermano con el que siempre había tenido una pésima relación”.
A pesar del riesgo, “Jacob parte y realiza
un largo viaje en una caravana numerosa de personas y animales, hasta que llega
a la última etapa: el torrente Jabbok”.
“Aquí, el libro del Génesis nos ofrece una página
memorable. Se narra que el patriarca, después de haber hecho atravesar el
torrente a toda su gente y a todo el rebaño, se queda sólo en la orilla
extranjera”.
Jacob, sólo, medita “y piensa: ¿qué es lo
que le espera en el mañana? ¿Qué actitud tendrá su hermano Esaú? La mente de
Jacob es un torbellino de pensamientos y, mientras se hace la oscuridad, de
forma imprevista un desconocido lo agarra y comienza a luchar con él”.
“Jacob luchó durante toda la noche sin dejarse
derrotar por su adversario. Al final, fue derrotado, golpeado por su rival en
el nervio ciático, y desde entonces quedó cojo toda su vida. Aquel misterioso
contrincante le preguntó su nombre al patriarca y le dice: ‘Ya no te llamarás
más Jacob, ahora serás Israel, porque has combatido con Dios y con los hombres
y has vencido’”.
Entonces, “Jacob le preguntó a su vez:
‘Desvélame tu nombre’. Pero no se lo revela y, en cambio, lo bendice. En ese
momento, Jacob entiende que se ha encontrado con Dios cara a cara”.
El Papa Francisco explicó que luchar con Dios “es
una metáfora de la oración. En ocasiones anteriores, Jacob se había mostrado
capaz de dialogar con Dios, de sentirlo como presencia amiga y cercana”.
Pero, en aquella noche, “por medio de
aquella lucha que dura demasiado tiempo y que casi lo hace sucumbir, el
patriarca sale cambiado”.
“Por una vez, no es dueño de la situación, no es el
hombre estratega y calculador. Dios lo lleva hacia su verdad mortal que tiembla
y que tiene miedo. Por una vez, Jacob no tiene nada más que presentar a Dios
que no sea su fragilidad y su impotencia”.
Ese Jacob “es el que recibe de Dios la
bendición con la cual entra cojeando a la tierra prometida: vulnerable, pero
con el corazón nuevo. Primero era un hombre seguro de sí, confiaba en su propia
astucia. Era un hombre impermeable a la gracia, reacio a la misericordia. Pero
Dios salvó aquello que estaba perdido”.
La historia de Jacob, concluyó el Papa Francisco, “es una invitación a dejarse cambiar por Dios”.
Redacción ACI Prensa
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