¿Existe realmente el
diablo? ¿Quién o qué es el diablo? ¿Qué dice la relevación cristiana? ¿Cuáles
son las actitudes con que debe comportarse un cristiano delante de esta
realidad?
Por: DR. Joseph Tham | Fuente: Escuela de la Fe
Hace unos días, vino una señora que me preguntó sobre la existencia del diablo. Tenía dudas porque leyó un artículo en el que el autor afirma la
no-existencia del demonio, diciendo que es
un invento de los hombres y sirve como un
escape.
Para
responderle a esta señora, primero quiero plantear algunas preguntas:
¿Existe realmente el diablo?
¿Quién o qué es el diablo? ¿Qué dice la relevación cristiana? ¿Cuáles son
las actitudes con que debe comportarse un cristiano delante de esta realidad?
LOS
DEMONIOS EN LA REVELACIÓN CRISTIANA
ANTIGUO
TESTAMENTO
La sagrada escritura nos presenta los demonios
como algo muy real y presente. Descubrimos que tienen una fuerza superior de
los hombres. Y el diablo es algo o alguien personal que
atribuye la biblia, varios hombres. Ellos son aquellos que desobedecieron a Dios
y fueron condenados eternamente al infierno. Su caída fue irrevocable y, por
eso, están eternamente separados de Dios (cfr. 2 Pe 2, 4; 1 Jn 3, 8; Jn 8, 44;
CIC 391-393) Desde entonces, sus obras consisten en tentar a los hombres
incitándoles a rebelarse contra Dios, como ellos mismos han hecho.
El libro del génesis, nos
cuenta del pecado original cuando Adán y Eva cayeron bajo la influencia y el
engaño del diablo apareciendo como una serpiente. (Gen
3, 1-5 Sab 2, 24)
EVANGELIO
El señor Jesucristo se encarnó precisamente para salvaron de la triste situación, de los
hombres después de la caída. El tomo muy seriamente la existencia de los
demonios en su misión. Al inicio de su ministerio, tenía que confrontar al diablo en el desierto por 40 días. (MT 4, 1-11, Mc 1, 12, Lc 4, 1-13)
“Acabando todo género de tentaciones”, dice
el Evangelio de San Lucas, “el diablo se retiró de El hasta el tiempo
determinado”.
Jesús decía que “el
diablo es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la
verdad no estaba en él”. (Jn 8,44)
cuando volvieron los 72 discípulos
diciendo: “Señor, en tu nombre sometimos hasta a
los demonios”, contesto Jesús, “yo veía a Satanás caer de Cielo como un rayo. Sepan que les di poder para
andar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo enemigo”. (Lc 10, 17-18) es obvio que el diablo no es una figura metafórica para Jesús, y el
manifestaba su poder sobre los demonios en sus curaciones de los posesos.
CARTAS
DE LOS APÓSTOLES
En las cartas de los apóstoles, fácilmente vemos
que el diablo es una fuerza personal que nos confronta. “sean sobrios y estén despiertos, porque su enemigo, el diablo, ronda
como león rugiente, buscando a quien devorar. Resístanle firmes en la fe”. (1
Pe 5, 8-9) Por esta razón, San Pablo nos aconsejó, “revestíos de las armas de Dios
para poder resistir a las asechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es
contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas”. (Ef 6, 11-12)
PADRES
DE LA IGLESIA
Desde los primeros pasos de la iglesia, los
padres en sus cartas y sermones nos alertan sobre la realidad del diablo
y sus engaños. Veamos algunos de estos. Dice San Atanasio, “Nuestro enemigo el diablo nos rodea siempre, tratando de
quitarnos la semilla de la palabra que ha sido puesta en nosotros” (Catena
Aurea, VI) “El lobo roba y dispersa las ovejas, porque a unos los arrastra a la
impureza, a otros inflama con la avaricia, a otros los separa por medio de la
ira, a este le estimula con la envidia, al otro le incita con el engaño. De la
misma manera que el lobo dispersa las ovejas de un rebaño y las mata, así también hace el diablo con las almas de los fieles por medio
de las tentaciones! (San Gregorio Magno, Homilía 14 sobre los Evangelios) El doctor angélico, Santo tomas de
Aquino decía, “Dos pasos del diablo: el primero
engaña, y después de engañar intenta retener en el pecado cometido”. (Sobre
el Padrenuestro)Catequesis de la Iglesia
Nos dejó
una doctrina cristiana sobre los demonios en el Magisterio ordinario de la Iglesia: siguiendo la Escritura y la Tradición de la Iglesia, afirma que existe el infierno y el diablo. El
concilio ecuménico Letrán IC (años 1215) definió que “el diablo y otros demonios
fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero se hicieron a sí mismos malos” (DS 800, CIC 391) Podemos encontrar esta enseñanza muy
sintéticamente en el nuevo catecismo de la Iglesia Católica en los números 391 – 395. Y en resumen, “Satanás o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado
libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva.
Intentan asociar al hombre su rebelión contra dios” (CIC 414).
EXPERIENCIA
DE LOS DEMONIOS Y DEL MAL
TESTIMONIOS
DE LOS SANTOS
En las vidas de muchos santos y santas, nos revelan su relación íntima con Dios. Curiosamente, ellos mismo hablan de experiencias
fuertes de los demonios que les molestaban con tentaciones y manifestaciones.
Parece que a las personas que están más
cerca de Dios, los demonios no les dejan, las asechan con mayor insistencia. Por ejemplo, San Francisco tenía en sus escritos diálogos muy reales y a veces
chistosos con el demonio que vino a tentarle.
Otros místicos
como Santa Teres de Ávila, San Juan de la
Cruz, santa Catalina de Siena nos hablan de los engaños y tácticas de los
demonios que ellos mismos tuvieron que contrarrestar.
San Juan María
Vianney, el Cura de Ars, tenía
experiencias muy fuertes del demonio. Fue confesor extraordinario y quedaba en
el confesionario a lo largo de los días. Decía que cuando le atacaba el
demonio, a veces con golpes (una vez quemo su cama), él sabía que esperaba le
llegara un gran pecador al día siguiente
que venía a pedir el sacramento de la
reconciliación. Y por eso le molestaba el demonio.
POSESOS
Y EXORCISMOS
Gracias a la redención de cristo, en el
cristianismo son raros los casos de posesión diabólica. Pero todavía, la
iglesia católica tiene el poder, recibido de Cristo, de arrojar al demonio de
una persona posesa, de un lugar o de un objetivo, por medio del exorcismo. La
iglesia siempre es muy prudente antes los casos de los posesos.
Pide, primero, el diagnostico de los médicos y
psicólogos para cerciorarse de que no son casos físicos o enfermedades mentales
antes que proceder.
Recientemente, el Vaticano dio a conocer un
nuevo manual de exorcismo en enero de 1999 que reemplaza al antiguo ritual
romano de 1614 (De Exorcismis et supplicationibus Quibusdam). Decía que todavía, en ocasiones excepcionales, necesita una ayuda de un
sacerdote piadoso, santo, prudente y entendido para practicar los exorcismos.
EXPERIENCIAS
DE LA MALDAD
Todos nosotros tenemos la experiencia del mal.
Vemos y escuchamos todos los días hechos en el mundo: guerras,
desastres naturales, robos, homicidios, violencias, accidentes, etc.
Todo esto no tiene origen en Dios, sino en el
maligno. Además, experimentamos a veces nosotros mismo la tendencia al mal y en
muchas ocasiones constatamos el consentimiento de este: mentiras, injusticias,
falta de caridad… aunque no lo deseemos hacer. Sentimos que el mal es algo
fuera de nosotros, algo o alguien que nos empuja hacer lo que no queremos.
San Pablo lo resume “De
hecho, no hago bien que quiero, sino el mal que no quiero”. (Rm 7, 19)
Surge la pregunta ¿de dónde viene el mal? No puede venir de nosotros mismo por dos razones. Si el mal
proviniera de nosotros mismo, podríamos dominarlo eventualmente con nuestros
propios esfuerzos. Además, si el mal viniera de nuestra decisión, hubiéramos
podido entonces decidir que el mal no es tan mal, seria ¡un bien! Pero no podemos justificar nunca el mal
como un bien.
Por eso, reconozcamos que el mal no es solo una
proyección de lo que tenemos dentro. Existe el mal porque existe el pecado y
las tentaciones de los demonios que son una fuerza espiritual contra de nosotros
“Por lo tanto, si hago lo que no quiero, no soy yo
quien está
haciendo el mal, sino el pecado que está
dentro de mi” concluye San Pablo
(Rm 7, 20)
ACTITUD
DE UN CRISTIANO ANTE EL DIABLO
¿Cuál sería la actitud de los cristianos delante de esta realidad
de los demonios? No tengamos miedo, porque Cristo ha vencido la muerte (el demonio) por su cruz y
resurrección. Si vivimos en un estado de gracia, comportándonos de acuerdo a
una nueva vida que Cristo con su victoria sobre el diablo nos mereció, o tenemos nada que temer.
Dice en la catequesis del Papa de este verano, “Los buenos católicos no tienen nada que temer, ni caer en psicosis y angustias,
para ellos el pensamiento del infierno (añado los demonios) es una saludable
advertencia a la libertad”.
El catecismo dice <<
sin embargo, el poder de Satanás no es infinito. No es más
que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre
criatura: no puede impedir la edificación del Reino de dios>>
Aunque Satanás
actúe en el mundo por odio contra Dios y
su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños – de naturaleza
espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física – en cada hombre y en
la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza
y dulzura dirige la historia del hombre del mundo.
El que Dios permita la actividad diabólica es un
gran misterio, pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman (Rm 8,28).
Pues, en el mundo, vamos a
tener tentaciones todavía por la consecuencia del pecado original. <
El pecado original entraña
la servidumbre bajo el poder del que poseía el imperio de la muerte, es decir,
del diablo (Cc, de Trento: DS1511, cfr. Hb 2, 14; (CIC
407)>>.
El consejo de San Pablo fue: “Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, mantenernos firmes.
¡En pie! Pues ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia
como coraza, calzaos los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, tengan
siempre el escudo de la Fe, para que podáis detener con el todos los encendidos
dardos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del
espíritu, que es la palabra de dios; siempre en oración y suplica, orando en
toda ocasión… “(Ef 6, 13-18)
CONCLUSIÓN
El diablo existe y está muy activo en el mundo de hoy, quizá uno de sus engaños es
que pongamos en duda su existencia. El C, S, Lewis, en su libro Cartas a
Screwtape, presento como una serie de cartas del demonio mayor a un demonio
joven dándole los trucos para tentar a su víctima: un cristiano. En una de
las cartas, el consejo del demonio mayor fue engañar a su víctima convenciéndole de la no existencia de los demonios. Si los
demonios no existieran, si fuera un invento como fruto del espanto de la gente “poco inteligente”, él tiene a su favor el campo para actuar con mayor libertad. Así, explico
el demonio mayor a su súbdito: “tendrá más éxito en sus tentaciones”.
Nosotros no podemos caer en el engaño de pensar
que los demonios no existen, sino tenemos que conocer las tácticas de los
malvados para superarlos en nuestra vida de santificación.
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