Hay un retrato de
Jesús que sí tiene mucha influencia en los demás y es la imagen que damos los
cristianos.
Por: P. Máximo Álvarez Rodríguez | Fuente: Catholic.net
Hace un tiempo unos supuestos científicos se
atrevieron a presentar un retrato de Cristo. Decían basarse en el hallazgo de
un cráneo de una persona judía contemporánea de Jesús. La conclusión parece un
poco atrevida, puesto que es como si después de veinte siglos intentaran
descubrir cómo era Miss España 2000 por la cabeza de una persona poco agraciada
de la misma época. En aquel tiempo habría, como ahora, altos y bajos, guapos y
feos, de todo...
Lo cierto es que el presunto retrato de Jesús, difundido por los presuntos investigadores, da un poco de pánico. Sin embargo, aunque de la tradición y de los datos que ofrece el Evangelio parece desprenderse la idea de un Jesús atractivo, no tendría por qué extrañarnos que Jesús hubiera sido una persona fea.
Dicha teoría existe, basada en el cántico del "Siervo de Yahvé" de Isaías. La defendieron autores tan famosos como San Justino, San Basilio, San Cirilo y Tertuliano, en principio hostiles a todo lo que el cuerpo significa. Pero otros Padres de la época como San Jerónimo, San Gregorio de Nisa, o San Juan Crisóstomo, defendieron lo contrario.
En todo caso Jesús, que asumió la pobreza y debilidad humanas, pudo haber asumido perfectamente la fealdad corporal. Pero parece que no ha sido así. Por lo tanto el mencionado retrato virtual parece, cuando menos, una impertinencia.
Hay un retrato de Jesús que sí tiene mucha influencia en los demás y es la imagen que damos los cristianos, la imagen que da la Iglesia.
Y últimamente, por eso de que siempre destaca más lo negativo, dicha imagen en los medios de comunicación no ha salido tampoco demasiado bien parada. Que si los Obispos no condenan claramente el terrorismo, que si los misioneros, que si un cura hizo o dijo no sé qué...
En la mayoría de estos casos si uno se deja llevar de la primera impresión, de los titulares y aún de los primeros comentarios, se comprende que puedan suscitar un sentimiento de indignación.
Pero a medida que se va profundizando en las noticias y recogiendo datos, las cosas se ven de otra manera.
Pero vamos a ponernos en el peor de los casos: que los miembros de la Iglesia cometemos errores o que nuestra manera de actuar pueda causar escándalo (unas veces con razón y otras sin ella). Lo primero que debería tener presente la persona escandalizada es aquella frase de Jesús a los fariseos que querían apedrear a la mujer: "el que esté limpio de pecado que tire la primera piedra".
Y no olvidemos que la Iglesia somos todos, no sólo las Jerarquías eclesiásticas, sino en primer lugar todos los bautizados. Ya el Concilio dejó bien clara la doble condición de la Iglesia "santa y pecadora".
No es lo preocupante que el rostro de Jesús sea feo o guapo, sino que la mencionada investigación no responde a criterios objetivos. No es lo preocupante la imagen a veces lamentable de la Iglesia sino la incomprensión, sensacionalismo fariseísmo o mala uva con que algunos que también forman parte de ella se regodean.
Es como si alguien se recreara en reírse o divulgar los defectos o debilidades de una persona. Pero sobre todo la belleza de la divinidad de Jesús y de la Iglesia, en cuanto sacramento de salvación, es algo que no deja lugar para la duda.
Lo cierto es que el presunto retrato de Jesús, difundido por los presuntos investigadores, da un poco de pánico. Sin embargo, aunque de la tradición y de los datos que ofrece el Evangelio parece desprenderse la idea de un Jesús atractivo, no tendría por qué extrañarnos que Jesús hubiera sido una persona fea.
Dicha teoría existe, basada en el cántico del "Siervo de Yahvé" de Isaías. La defendieron autores tan famosos como San Justino, San Basilio, San Cirilo y Tertuliano, en principio hostiles a todo lo que el cuerpo significa. Pero otros Padres de la época como San Jerónimo, San Gregorio de Nisa, o San Juan Crisóstomo, defendieron lo contrario.
En todo caso Jesús, que asumió la pobreza y debilidad humanas, pudo haber asumido perfectamente la fealdad corporal. Pero parece que no ha sido así. Por lo tanto el mencionado retrato virtual parece, cuando menos, una impertinencia.
Hay un retrato de Jesús que sí tiene mucha influencia en los demás y es la imagen que damos los cristianos, la imagen que da la Iglesia.
Y últimamente, por eso de que siempre destaca más lo negativo, dicha imagen en los medios de comunicación no ha salido tampoco demasiado bien parada. Que si los Obispos no condenan claramente el terrorismo, que si los misioneros, que si un cura hizo o dijo no sé qué...
En la mayoría de estos casos si uno se deja llevar de la primera impresión, de los titulares y aún de los primeros comentarios, se comprende que puedan suscitar un sentimiento de indignación.
Pero a medida que se va profundizando en las noticias y recogiendo datos, las cosas se ven de otra manera.
Pero vamos a ponernos en el peor de los casos: que los miembros de la Iglesia cometemos errores o que nuestra manera de actuar pueda causar escándalo (unas veces con razón y otras sin ella). Lo primero que debería tener presente la persona escandalizada es aquella frase de Jesús a los fariseos que querían apedrear a la mujer: "el que esté limpio de pecado que tire la primera piedra".
Y no olvidemos que la Iglesia somos todos, no sólo las Jerarquías eclesiásticas, sino en primer lugar todos los bautizados. Ya el Concilio dejó bien clara la doble condición de la Iglesia "santa y pecadora".
No es lo preocupante que el rostro de Jesús sea feo o guapo, sino que la mencionada investigación no responde a criterios objetivos. No es lo preocupante la imagen a veces lamentable de la Iglesia sino la incomprensión, sensacionalismo fariseísmo o mala uva con que algunos que también forman parte de ella se regodean.
Es como si alguien se recreara en reírse o divulgar los defectos o debilidades de una persona. Pero sobre todo la belleza de la divinidad de Jesús y de la Iglesia, en cuanto sacramento de salvación, es algo que no deja lugar para la duda.
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