Finaliza
el ciclo de catequesis sobre las Bienaventuranzas
En la audiencia general de
este miércoles, el papa Francisco ha concluido el ciclo de catequesis dedicadas
a las bienaventuranzas con la octava de ellas: «Bienaventurados
los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos será el Reino de los
Cielos» (Mt 5,10).
(Vatican.news) En su catequesis, el Santo
Padre señaló que esta última Bienaventuranzas evangélica nos habla de la
alegría escatológica de los perseguidos por la justicia. «Esta bienaventuranza anuncia la misma felicidad que la
primera: el reino de los Cielos es de los perseguidos así como es de los pobres
de espíritu; así comprendemos que hemos llegado al final de un recorrido
unificado desarrollado en las proclamaciones anteriores». La pobreza de
espíritu, el llanto, la mansedumbre, la sed de santidad, la misericordia, la
purificación del corazón y las obras de paz pueden conducir a la persecución
por causa de Cristo, pero esta persecución al final es causa de alegría y de
gran recompensa en el cielo.
EL MUNDO RECHAZA LAS
BIENAVENTURANZAS
La vida según el mundo, afirmó
el Pontífice, con sus ídolos, sus compromisos y sus prioridades, no puede
aprobar este tipo de existencia. Las «estructuras
de pecado», precisó el Papa, a menudo producidas por la mentalidad
humana, tan ajenas al Espíritu de verdad que el mundo no puede recibir (cf. Jn
14,17), sólo pueden rechazar la pobreza o la mansedumbre o la pureza y declarar
la vida según el Evangelio como un error y un problema, por lo tanto como algo
que hay que marginar. Así piensa el mundo: estos
son idealistas o fanáticos. Así piensan ellos.
EL TESTIMONIO
CRISTIANO ES INCÓMODO PARA EL MUNDO
Por ello, el Papa Francisco
subrayó que el testimonio cristiano muchas veces se convierte en una molestia
para el sistema de la codicia. Esta palabra «incomodidad»,
es clave, porque solo el testimonio cristiano, que hace tanto bien a la
gente porque lo sigue, incomoda a quienes tienen una mentalidad mundana. Lo
viven como un reproche. «Cuando aparece la santidad
y surge la vida de los hijos de Dios, en esa belleza hay algo incómodo que
exige una postura: o se cuestiona y se abre a la bondad o se rechaza esa luz y
se endurece el corazón, incluso hasta la oposición y el ensañamiento». Es
curioso, llama la atención ver como en las persecuciones de los mártires, crece
la hostilidad hasta el ensañamiento.
«Basta ver las
persecuciones del siglo pasado de las dictaduras europeas: como se llega al
ensañamiento contra los cristianos, contra el testimonio cristiano y contra la
heroicidad de los cristianos»
HOY HAY MÁS MÁRTIRES
QUE EN LOS PRIMEROS SIGLOS
Todo esto, precisó el Santo
Padre, muestra que el drama de la persecución es también el lugar de la
liberación del sometimiento al éxito, la vanagloria y los compromisos del
mundo. Porque como dice el Evangelio, ¿de qué sirve
que un hombre gane el mundo entero y pierda su vida? (Mc 8, 36). «Es doloroso recordar que, en este momento, hay muchos
cristianos que sufren persecución en varias partes del mundo, y debemos esperar
y rezar para que lo antes posible su tribulación se detenga. Son muchos: los
mártires de hoy, hay más mártires que en los primeros siglos. Expresemos a
estos hermanos y hermanas nuestra cercanía: somos un solo cuerpo, y estos cristianos
son los miembros sangrantes del cuerpo de Cristo que es la Iglesia».
EL DESPRECIO DE LOS
HOMBRES NO ES SINÓNIMO DE PERSECUCIÓN
Asimismo, el Pontífice
advirtió que, debemos tener cuidado de no leer esta Bienaventuranza de una
manera victimista, autocompasiva. En efecto, no siempre el desprecio de los
hombres es sinónimo de persecución: justo después
de que Jesús dice que los cristianos son la
»sal de la tierra«, y advierte contra la «pérdida
del sabor», de lo contrario la sal »no sirve
para otra cosa que para ser tirada y pisoteada por los hombres« (Mt
5,13). Por lo tanto, también hay un desprecio que es nuestra culpa cuando
perdemos el sabor de Cristo y del Evangelio. «Debemos
ser fieles al camino humilde de las Bienaventuranzas, porque es eso lo que
lleva a ser de Cristo y no del mundo. Vale la pena recordar el camino de San
Pablo: cuando creía ser un justo, era de hecho un perseguidor, pero cuando
descubrió que era un perseguidor, se convirtió en un hombre de amor, que
afrontaba con gusto los sufrimientos de la persecución que sufría».
LA PRESENCIA DE
JESÚS SIEMPRE NOS CONSUELA
Finalmente, el Papa Francisco
dijo que, la exclusión y la persecución, si Dios nos concede la gracia, nos
hacen parecer a Cristo crucificado y, asociándonos a su pasión, son la
manifestación de la vida nueva. Esta vida es la misma que la de Cristo, que por
nosotros los hombres y por nuestra salvación fue «despreciado
y rechazado por los hombres. Aceptar su Espíritu puede llevarnos a tener tanto
amor en nuestros corazones que ofrezcamos nuestras vidas por el mundo sin
comprometerse con sus engaños y aceptando el rechazo. Los compromisos con el
mundo son un peligro: el cristiano siempre es tentado de hacer pactos con el
mundo, con el espíritu del mundo. Esto – rechazar los compromisos e ir por el
camino de Jesucristo – es la vida del Reino de los Cielos, la mayor alegría, la
verdadera felicidad. Y luego, en las persecuciones siempre está la presencia de
Jesús que nos acompaña, la presencia de Jesús que nos consuela y la fuerza del
Espíritu que nos ayuda a ir adelante».
«No nos
desanimemos cuando una vida coherente con el Evangelio atrae las persecuciones
de la gente: está ahí el Espíritu que nos sostiene, en este camino»
SIGAMOS LA SENDA DE
LAS BIENAVENTURANZAS
Antes de concluir su Audiencia
General, el Papa Francisco saludó cordialmente a los fieles de lengua española
que siguen esta catequesis a través de los medios de comunicación social. «Los animo a seguir la senda de las bienaventuranzas,
haciéndolas vida con quienes tienen cerca y sufren, de modo particular en estos
momentos de adversidad y dificultad. El Señor les concederá experimentar, en
medio de las circunstancias que les toca vivir, una gran alegría y paz
interior».
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