Como
tantos otros compañeros, los capellanes castrenses del hospital militar
Gómez Ulla de Madrid, que recibió los primeros contagiados de
coronavirus, llevan semanas de agotadora actividad administrando sacramentos y
escuchando a todo aquel que les pide ayuda.
Desde que
se declaró la pandemia los sacerdotes Julián Esteban y
Eugenio Zornoza están de guardia
las 24 horas del día. No son sanitarios pero ejercen su labor en un centro
sanitario, donde no son ajenos al contagio.
Vamos con
toda clase de precauciones por todas las plantas, por Urgencias y también por
la UCI. Nuestra labor fundamental es confesar y
administrar la unción de los enfermos», explica a El Independiente Julián
Esteban, sacerdote de origen extremeño que estuvo de
misionero en Japón y pasó dos años embarcado en el Juan Sebastián Elcano. Hijo de un médico rural, estudió Derecho y se
ordenó en 1986.
"HASTA
15 O 16 UNCIONES DIARIAS"
Tal y
como recuerda el Arzobispado Castrense,
este religioso comparte con Eugenio Zornoza Ramírez (53 años) no sólo la
vocación y la condición de capellán castrense: ambos
nacieron en Cáceres y ambos ingresaron en las Fuerzas Armadas el mismo año: en
2001. Hoy tienen la consideración de teniente coronel y
ejercen el ministerio en el Gómez Ulla.
Cada
mañana, a las 7.45 horas, inician la jornada en la capilla del hospital con el
rezo de laudes. Después recorren las instalaciones e imparten los citados
sacramentos a los enfermos cuando estos o sus familiares los llaman. “Estas semanas atrás hemos llegado a alcanzar 15 o 16
unciones al día. Hoy estamos
entre dos y cuatro”, señala Julián Esteban.
Protegidos
con mono, gafa estanca, gorro, mascarillas y guantes,
siguen de forma estricta el protocolo y
evitan en todo momento el contacto directo con el enfermo para evitar el
contagio. Para llevar a cabo este acto litúrgico, utilizan un bastoncillo
impregnado con el óleo con el que realizan la señal de la cruz al paciente en
la frente y en las manos.
“Como humanos que somos, temor siempre hay pero sabemos que nuestra
vocación está ahora con más razón. La vocación supera el temor que podamos tener
a contagiarnos”, señala
Zornoza cuando se le pregunta por el miedo a resultar infectado por un virus
que se está manifestando con gran virulencia.
“Yo lo que le pido al Señor no es que me libre del miedo sino que esto
no se convierta en una rutina para no bajar la guardia. Miedo conscientemente no tengo”, comenta
el otro capellán.
Hace dos
años, Julián Esteban cursó un máster sobre Bioética en la Universidad Católica
de Murcia (UCAM) que completó con un trabajo sobre la ‘perspectiva cristiana de
la muerte como realidad atractiva y su incidencia en los enfermos de cuidados
paliativos’. "Puedo compartir con ellos la
experiencia agradable de una muerte en Cristo; eso es corroborar mucho mejor
que el tribunal la tesis que he hecho. Y me llena de consuelo",
mantiene.
La
administración de la unción al enfermo se limita “la
mayoría de las veces” a una charla breve debido a la inminencia de la
muerte. Otros, sin embargo, la han recibido y han logrado superar la
enfermedad. “Cuando nos llaman no es porque
necesariamente esté agonizando o porque esté a punto de fallecer una persona. La
unción de los enfermos es un sacramento para cuando uno está enfermo.
Y, cuando lo piden ellos, tenemos un diálogo dentro de las limitaciones”, cuenta
Eugenio Zornoza, ordenado en 1992 y antiguo sacerdote de Coria (Cáceres).
“¿ME
PUEDE DECIR CÓMO ES EL CIELO?”
“Hay experiencias enternecedoras», tercia Julián Esteban. Y cuenta
algunas de las vivencias de esta semanas: “Un enfermo me dijo: ‘Padre, yo sé que voy a
ir al cielo porque usted me ha confesado, ¿pero me puede decir cómo es?’.
En otra ocasión, otra persona me dijo que no sabía si me habían llamado sus
familiares, las enfermeras o el Señor porque él estaba implorando para que
fuera. Son palabras que te dejan sobrecogido”.
Sin
fieles y a puerta cerrada, Julián y Eugenio
celebran cada tarde a las 18 horas misa en la capilla del hospital. También los domingos y festivos a las 11
de la mañana. Y siempre que pueden bajan a la puerta de Urgencias a las 20
horas para el homenaje que se brinda al personal sanitario como agradecimiento
por su labor en esta pandemia.
“Pensamos que nuestra labor era importante antes y lo es ahora, al llevarle los sacramentos a los enfermos y estar acompañando al
personal de la casa para que sepa que estamos aquí apoyándole y que, en la
medida en que lo necesiten, estamos nosotros ahí”, apostilla Eugenio Zornoza.
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