Me gustaría lanzar una
pregunta a los participantes del sínodo amazónico. Sería una pregunta compleja, pero
fundamental. Una pregunta global, clave, trascendente: ¿cómo hacer que el mundo
viva en paz y en justicia? ¿cómo lograr la conversión del mundo y la
evangelización de la Amazonía?
Ya vemos las respuestas que se
van ofreciendo: ordenación de “viri probati”,
diaconado femenino, liturgia propia, opción ecológica, respeto a los pueblos
indígenas, compartir creencias más que imponer nuestra fe, inculturación. ¿Será
eso?
Alguien
preguntaba a santa Teresa de Calcuta qué sería necesario para convertir América
y salvar el mundo. Su respuesta clara y concisa: “Mi respuesta es: la oración.
Lo que se necesita es que cada Parroquia visite a Jesús en el Santísimo
Sacramento durante Horas Santas de oración".
Es la respuesta no de una
cualquiera, de una ecologista o quizá, más bien, ecolo jeta. Es la respuesta de una santa que,
curiosamente, y mira que dio su vida por los pobres y abandonados, cada vez es
menos citada en la Iglesia, tal vez porque no tuvo necesidad de ciscarse en la
doctrina ni en la disciplina de la Iglesia para hacerlo.
Nos han enseñado por activa,
pasiva, reflexiva, perifrástica y peripatética una especie de encuentros de oración sincretistas en torno a unos
cuantos ídolos e “ídolas” signos de virilidad, fecundidad y maternidad. Encuentros de oración y reflexión celebrados en
los jardines vaticanos, con loro de plástico y todo, y en algunos templos
romanos con canoa, remeros y plumas varias sin segunda intención, o con ella,
qué más da. Por cierto, que creo que las “ídolas”
van camino de su amazonía por el camino más ecológico: Tíber, Mediterráneo, estrecho de Gibraltar, Atlántico y
a casa.
Madre
Teresa, santa Teresa de Calcuta, me temo que en tal guisa
hubiera dedicado escaso tiempo a la ecología, nulo al rito amazónico y
posiblemente mucho a destacar que, en cualquier labor
evangelizadora, o está Cristo en medio, o Cristo es adorado en el Santísimo
Sacramento, o aquí estamos tocando no el violón, sino el manguaré o la flauta, mucho más propios.
Estamos medio bobos, y ahí lo
dejo que me he levantado esta mañana generoso. Resulta que hemos
conocido a Cristo, camino verdad y vida, por lo menos hasta ahora.
Resulta que se nos ha dado el don de la eucaristía que nos permite celebrar el
misterio de la muerte y resurrección de Cristo en cada celebración, y además conocemos y reconocemos a Cristo realmente presente en la eucaristía, a
Cristo el Señor, a Cristo presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Pues en lugar de contarlo, manifestarlo y enseñar que ahí está la vida, que ahí
tenemos todo, y que en la adoración tenemos la clave para la conversión del
mundo, preferimos montar una performance con las ídolas, la
canoa y el loro de plástico.
Me dicen que en la Amazonía
cada vez hay más protestantes. Normal. Y fuera, protestones. Lógico.
Jorge
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