martes, 3 de septiembre de 2019

¿EXISTE EL MINDFULNESS CRISTIANO? OBISPOS RESPONDEN


La Conferencia Episcopal Española publicó un documento que habla sobre técnicas y métodos de meditación como pueden ser el zen y el mindfulness, y detallaron que estas prácticas no pueden considerarse como prácticas de oración “propiamente cristiana”. 
La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe aprobó el pasado 3 de abril una nota doctrinal titulada “‘Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo’. Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana”, en donde se habla de “la naturaleza y la riqueza de la oración y de la experiencia espiritual enraizada en la Revelación y Tradición cristianas, recordando aquellos aspectos que son esenciales”.
Con este documento esta Comisión de la Conferencia Episcopal Española quiere ofrecer “criterios que ayuden a discernir qué elementos de otras tradiciones religiosas hoy en día muy difundidas pueden ser integrados en una praxis cristiana de la oración”, y así “ayudar a las instituciones y grupos eclesiales para que ofrezcan caminos de espiritualidad con una identidad cristiana bien definida”.
En el documento se especifica que “la sed de Dios acompaña a todos y a cada uno de los seres humanos durante su existencia”, sin embargo “la cultura y la sociedad actual, caracterizadas por una mentalidad secularizada, dificultan el cultivo de la espiritualidad y de todo lo que lleva al encuentro con Dios”.
“Nuestro ritmo de vida, marcado por el activismo, la competitividad y el consumismo, genera vacío, estrés, angustia, frustración, y múltiples inquietudes que no logran aliviar los medios que el mundo ofrece para alcanzar la felicidad”, precisan.
Sin embargo, en este contexto “no pocos sienten un deseo acuciante de silencio, serenidad y paz interior”, algo que califican como “un resurgir de una espiritualidad que se presenta como respuesta a la “demanda” creciente de bienestar emocional”, es decir, “una espiritualidad entendida como cultivo de la propia interioridad para que el hombre se encuentre consigo mismo, y que muchas veces no lleva a Dios”.
Por eso alertan en este documento de que muchas personas “recurren a técnicas y métodos de meditación y de oración que tienen su origen en tradiciones religiosas ajenas al cristianismo y al rico patrimonio espiritual de la Iglesia”.
Algo que en algunos casos “va acompañado del abandono efectivo de la fe católica, incluso sin pretenderlo” y “otras veces se intenta incorporar estos métodos como un “complemento” de la propia fe para lograr una vivencia más intensa de la misma”, ya que esta asimilación se hace frecuentemente sin un adecuado discernimiento sobre su compatibilidad con la fe cristiana, con la antropología que se deriva de ella y con el mensaje cristiano de la salvación”.
Por eso, en este documento de la CEE anima a discernir si “estamos ante una praxis cristiana de la oración”, al preguntarse si ésta es “abrirse a la voluntad de Dios o una técnica para afrontar las dificultades de la vida mediante el autodominio de las propias emociones y sufrimientos”.
En ese sentido, señalan que “el deseo de encontrar la paz interior ha favorecido la difusión de la meditación inspirada en el budismo zen en muchos ambientes de nuestra sociedad”.
“Muchas veces estas técnicas de meditación, como el mindfulness, intentan esconder su origen religioso y se difunden en movimientos que se podrían reunir bajo la denominación New Age, por cuanto se proponen en alternativa a la fe cristiana”, especifican.
Por eso, advierten que “la reducción de la oración a meditación y la ausencia de un tú como término de la misma convierten este tipo de prácticas en un monólogo que comienza y termina en el propio sujeto”.
“La técnica zen consiste en observar los movimientos de la propia mente con el fin de pacificar a la persona y llevarla a la unión con su propio ser. Entendida así, difícilmente puede ser compatible con la oración cristiana, en la que lo más importante es el Tú divino revelado en Cristo”, aseguran.
También explican que frecuentemente el zen elimina la diferencia “entre el propio yo y lo que está fuera, entre lo sagrado y lo profano, entre lo divino y lo creado” y “si en algún momento se alude a la divinidad, no se puede distinguir el rostro personal del Dios cristiano. Cuando la divinidad y el mundo se confunden y no hay alteridad, cualquier tipo de oración es inútil”.
El documento de la CEE también alerta de que “a veces la meditación zen es practicada por grupos cristianos y organizaciones eclesiales e incluso se llega a hablar de un supuesto ‘zen cristiano’”, pero advierten que “no es posible una oración propiamente cristiana que asuma globalmente un método que no esté originado o se aparte del contenido de la fe”.
Además subrayan que “tampoco se pueden aceptar acríticamente ciertos planteamientos que interpretan algunos temas centrales de la fe cristiana desde los esquemas de pensamiento propios del budismo zen”.
Es decir, no se pueden establecer paralelismos como “el camino del zen y Jesús como camino; o entre la kénosis de Dios, el Hijo de Dios que se vacía, y el desapego y el desprendimiento radical que se practica en el budismo, el vaciarse de uno mismo”, ya que “estos paralelismos llevan frecuentemente a desvirtuar el contenido de la fe, porque olvidan que la universalidad salvífica de Jesucristo ‘abarca los aspectos de su misión de gracia, de verdad y de revelación’”. 
Redacción ACI Prensa

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