La Conferencia Episcopal Española publicó un
documento que habla sobre técnicas y métodos de meditación como pueden ser el
zen y el mindfulness, y detallaron que estas prácticas no pueden considerarse
como prácticas de oración “propiamente cristiana”.
La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe aprobó el pasado 3 de
abril una nota doctrinal titulada “‘Mi alma tiene
sed de Dios, del Dios vivo’. Orientaciones doctrinales sobre la oración
cristiana”, en donde se habla de “la
naturaleza y la riqueza de la oración y de la experiencia espiritual enraizada
en la Revelación y Tradición cristianas, recordando aquellos aspectos que son
esenciales”.
Con este documento esta Comisión de la Conferencia Episcopal Española
quiere ofrecer “criterios que ayuden a discernir
qué elementos de otras tradiciones religiosas hoy en día muy difundidas pueden
ser integrados en una praxis cristiana de la oración”, y así “ayudar a las instituciones y grupos eclesiales para que
ofrezcan caminos de espiritualidad con una identidad cristiana bien definida”.
En el documento se especifica que “la sed de
Dios acompaña a todos y a cada uno de los seres humanos durante su existencia”,
sin embargo “la cultura y la sociedad
actual, caracterizadas por una mentalidad secularizada, dificultan el cultivo
de la espiritualidad y de todo lo que lleva al encuentro con Dios”.
“Nuestro ritmo de vida, marcado por el activismo,
la competitividad y el consumismo, genera vacío, estrés, angustia, frustración,
y múltiples inquietudes que no logran aliviar los medios que el mundo ofrece
para alcanzar la felicidad”, precisan.
Sin embargo, en este contexto “no pocos
sienten un deseo acuciante de silencio, serenidad y paz interior”, algo
que califican como “un resurgir de una
espiritualidad que se presenta como respuesta a la “demanda” creciente de
bienestar emocional”, es decir, “una espiritualidad entendida como cultivo de
la propia interioridad para que el hombre se encuentre consigo mismo, y que
muchas veces no lleva a Dios”.
Por eso alertan en este documento de que muchas personas “recurren a técnicas y métodos de meditación y de oración
que tienen su origen en tradiciones religiosas ajenas al cristianismo y al rico
patrimonio espiritual de la Iglesia”.
Algo que en algunos casos “va acompañado del
abandono efectivo de la fe católica, incluso sin pretenderlo” y “otras veces se intenta incorporar estos métodos como un
“complemento” de la propia fe para lograr una vivencia más intensa de la
misma”, ya que esta asimilación se hace frecuentemente sin un adecuado
discernimiento sobre su compatibilidad con la fe cristiana, con la antropología
que se deriva de ella y con el mensaje cristiano de la salvación”.
Por eso, en este documento de la CEE anima a discernir si “estamos ante una praxis cristiana de la oración”, al
preguntarse si ésta es “abrirse a la voluntad de
Dios o una técnica para afrontar las dificultades de la vida mediante el
autodominio de las propias emociones y sufrimientos”.
En ese sentido, señalan que “el deseo de
encontrar la paz interior ha favorecido la difusión de la meditación inspirada
en el budismo zen en muchos ambientes de nuestra sociedad”.
“Muchas veces estas técnicas de meditación, como el
mindfulness, intentan esconder su origen religioso y se difunden en movimientos
que se podrían reunir bajo la denominación New Age, por cuanto se proponen en
alternativa a la fe cristiana”, especifican.
Por eso, advierten que “la reducción de la
oración a meditación y la ausencia de un tú como término de la misma convierten
este tipo de prácticas en un monólogo que comienza y termina en el propio
sujeto”.
“La técnica zen consiste en observar los
movimientos de la propia mente con el fin de pacificar a la persona y llevarla
a la unión con su propio ser. Entendida así, difícilmente puede ser compatible
con la oración cristiana, en la que lo más importante es el Tú divino revelado
en Cristo”, aseguran.
También explican que frecuentemente el zen elimina la diferencia “entre el propio yo y lo que está fuera, entre lo sagrado
y lo profano, entre lo divino y lo creado” y “si
en algún momento se alude a la divinidad, no se puede distinguir el rostro
personal del Dios cristiano. Cuando la divinidad y el mundo se confunden y no
hay alteridad, cualquier tipo de oración es inútil”.
El documento de la CEE también alerta de que “a
veces la meditación zen es practicada por grupos cristianos y organizaciones
eclesiales e incluso se llega a hablar de un supuesto ‘zen cristiano’”, pero
advierten que “no es posible una oración propiamente cristiana que asuma globalmente un
método que no esté originado o se aparte del contenido de la fe”.
Además subrayan que “tampoco se pueden
aceptar acríticamente ciertos planteamientos que interpretan algunos temas
centrales de la fe cristiana desde los esquemas de pensamiento propios del
budismo zen”.
Es decir, no se pueden establecer paralelismos como “el camino del zen y Jesús como camino; o entre la
kénosis de Dios, el Hijo de Dios que se vacía, y el desapego y el
desprendimiento radical que se practica en el budismo, el vaciarse de uno
mismo”, ya que “estos paralelismos llevan frecuentemente a desvirtuar el
contenido de la fe, porque olvidan que la universalidad salvífica de Jesucristo
‘abarca los aspectos de su misión de gracia, de verdad y de revelación’”.
Redacción ACI
Prensa
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