El 18 de septiembre, al cumplirse los 209 años de
independencia patria de Chile, los Obispos del país agradecieron a Dios por las
personas que construyen la sociedad y protegen a los más desvalidos; al tiempo
que oraron para que se erradique el egoísmo, la corrupción y la indiferencia y
en cambio se construya una sociedad sobre la base del respeto y el diálogo.
“Nuestro querido Chile, que reconocemos como el
jardín del edén, verde, frondoso, generoso y dando frutos abundantes, tiene
maleza, tiene cizaña, que a todos nos duele, nos duele mucho y que tenemos que
erradicar, antes de que sea demasiado tarde”, expresó el
Arzobispo de Concepción, Mons. Fernando Chomali al presidir el Te Deum.
Algunos de los “grandes dolores,
que están entrelazados entre sí”,
mencionados por el Obispo, son la corrupción; la drogadicción que
destruye las familias y causa pobreza, marginación social e inseguridad; el
individualismo y el interés personal que ha prevalecido por sobre el bien
común.
También, “un país que soluciona el drama de
la soledad, de la pobreza, de la marginación con la eutanasia es una sociedad
humanamente muy pobre. Nuestros adultos mayores, que han dado la vida por
nosotros no se la merecen”, aseguró.
Entre otros temas,
el Arzobispo de Concepción llamó a “reconocer
la deuda” que tiene el país con el pueblo mapuche. “Ampliemos
la mirada, no hagamos cálculos mezquinos, emprendamos el camino de la unión,
del respeto mutuo, de colaboración”.
En tanto, en el Te Deum realizado en Santiago participaron los
representantes de distintos credos, el presidente Sebastián Piñera, autoridades
de gobierno, de las fuerzas armadas y del orden, laicos y civiles.
En su mensaje el
Administrador Apostólico, Mons. Celestino Aós, agradeció a Dios por
las personas que “buscan el bien común y la protección
de los más desvalidos”; a “las
mujeres que son generosas en su aporte a la sociedad, que entregan ternura y
firmeza, que abren caminos y saben consolar y sanar”.
También agradeció a quienes “cuidan la vida
desde el primer momento de su concepción hasta el último suspiro” y a “todos
los que ayudan y protegen al matrimonio y la familia”.
Al finalizar, Mons. Aós reconoció que hay “problemas,
limitaciones, heridas y pecados” pero Dios orienta “hacia lo positivo y logrado. Llamados a colaborar
y no al enfrentamiento; al diálogo y no a la descalificación; al respeto y no
al insulto. Vamos construyéndonos unos a otros, bajo la mirada y el
cuidado de la Virgen María, Madre y Reina de esta patria nuestra que es Chile”,
finalizó.
A su turno, el Obispo de San Bernardo, Mons. Juan Ignacio
González, dijo en su
mensaje que “la fe en Dios, cuyas
manos de Padre conducen nuestra historia personal e institucional, son la luz
de nuestro camino y nos ayuda a rectificar las rutas extraviadas”.
En ese sentido, expresó que “quien no
reconoce a Dios, no es capaz de reconocer a su prójimo, amarlo y servirlo y el
mismo concepto de patria, por la
cuales lucharon los fundadores, se pierde y esfuma, como una quimera
inalcanzable. Y cuando esto ocurre entre lo que deben darnos las leyes y normas
por las cuales nos regimos, los que deben alumbrar la cultura y las ciencias,
entonces es casi seguro que vendrán tiempo de lágrimas y lloros, de
perturbación y violencia”, aseguró.
Mons. González alentó a “volver a los
orígenes, avivar las raíces, no es otra cosa que reconocer que somos criaturas
de Dios, que hemos sido salvados por la pasión y muerte del Señor Jesús. Ser
nosotros mismos, implica un profundo acto de humildad colectiva, que
nos haga abandonar el intento de manejar todos los hilos de la historia, de la
ciencia, de la vida, para reconocer que somos servidores de Dios y de los
demás”, aseguró.
De otro lado, el Obispo de Calama, Mons. Oscar Blanco, alentó a los
fieles a construir la patria “como una gran casa
con bases sólidas, edificar sobre roca firme para ser capaces de soportar
cualquier tempestad”.
En ese sentido, llamó a mantener “las bases y
principios que la sostienen, porque si cambiamos lo que sostiene la casa de
todos, con inestabilidad e inseguridad, puede llevarnos a la destrucción”.
“Edifiquemos nuestra casa sobre la roca sólida de
la solidaridad, la caridad y el servicio a los más necesitados y no en la arena
del egoísmo, la mezquindad y la indiferencia”.
“Nadie puede pensar que debilitar a la familia como
sociedad natural fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es algo
que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario, perjudica la maduración de las
personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las
ciudades y de los pueblos”, sostuvo.
A su turno, el Arzobispo de La Serena, Mons. René Rebolledo destacó la
sequía que afecta gravemente a agricultores y ganaderos y que ha llevado al
gobierno a declarar zona de catástrofe en seis regiones de Chile.
“La crisis es verdadera, profunda y está
causando gran dolor y preocupación. Es urgente la unión en torno a un proyecto
común, pues son numerosas las familias que hoy padecen a causa de la sequía”.
En tanto, el Administrador Apostólico de Chillán, P. Sergio Pérez de
Arce, se refirió al alto porcentaje de población rural y al desempleo que llega
a un 9,8% en la zona.
Si bien es una región que está dando pasos de desarrollo “no podemos olvidar que somos la segunda región del país
con mayor porcentaje de población en situación de pobreza”, dijo.
“Sabemos que la pobreza y las carencias no son solo
números. Son rostros, son hermanos, son grupos familiares que nos interpelan a una
acción siempre más decidida en pro de un desarrollo que alcance a todos y
a una configuración más solidaria de nuestras propias vidas y de nuestra misión
en el mundo”, reflexionó.
Mons. Cristian Contreras Villarroel, Obispo de Melipilla, recordó las
puertas santas que han abierto las comunidades carmelitas en el año jubilar con
motivo del primer centenario de la muerte de Santa Teresa de Los Andes.
En ese sentido, recordó que “abrir puertas y
ventanas en una casa cerrada produce una corriente de aire fresco que sus
moradores agradecen porque se respira un aire nuevo. ¿Qué puertas tenemos que
abrir? Hay por lo
menos tres puertas que abrir en nuestra Patria y, por lo mismo, en cada uno de
nosotros: La puerta de la confianza, la puerta de la fraternidad, la puerta de la
misericordia”, explicó el Obispo.
En tanto, el Administrador Apostólico de Valparaíso, Mons. Pedro
Ossandón, manifestó la importancia de la participación ciudadana, la “nobleza del servicio público” y “la política comprometida con todos los ciudadanos” porque
de esa forma “vemos mejor la realidad y decidimos con más
eficacia la solución a los problemas sociales”.
En ese sentido, recordó que “cada uno ayuda
en la transformación social cuando lleva a la práctica el humilde servicio de
la solidaridad”.
POR GISELLE VARGAS | ACI
Prensa
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