Ante la posibilidad de que el Sínodo de la
Amazonía, a realizarse del 6 al 27 de octubre en el Vaticano, el Cardenal
Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia (España), aseguró que pertenece “a la
misma entraña y esencia de la Iglesia y nadie en la Iglesia puede hacer otra
cosa que admitir a la ordenación sacerdotal solamente a los varones. Y que esto
es irreformable”.
En un artículo titulado “¿Ordenación
sacerdotal de mujeres?”, publicado el 18 de septiembre en el diario
español La Razón, el Cardenal Cañizares explicó que tanto ante el inicio del
Sínodo de Obispos para la Amazonía, y el anuncio de los Obispos alemanes que
también proyectaban la celebración de otro sínodo, han aparecido “informaciones de que van a tratar de la modificación de
la disciplina eclesial del celibato, de la ordenación de sacerdotes casados,
viri probati, o de la ordenación de las mujeres”.
Según apuntó el Arzobispo de Valencia sobre el Sínodo alemán “se vierten rumores de que se va a intentar cambiar
algunos temas de moral sexual o matrimonial y revisar la actual doctrina moral
de la Iglesia católica sobre esos temas; hay voces que alarman sobre un
previsible cisma”.
Para el Purpurado, se ha motivado un “ambiente
que en nada favorece la paz y la unidad interna de la Iglesia”.
En su artículo, el Cardenal asegura que no cree que “haya ningún cisma, porque la palabra del Papa está
siendo muy clara” y por eso escribió una carta preciosa dirigida al Pueblo de
Dios en Alemania, que marca la ruta y disipa todo temor a un previsible
disparate, que nunca ocurrirá”.
“Respecto a los temas del sacerdocio, estimo que ni
el Papa Francisco ni un servidor veremos hecho realidad tal intento, si es que
lo hay”, aseguró el Cardenal Cañizares y
recordó la Carta Apostólica dirigida a los obispos de todo el mundo sobre la
ordenación sacerdotal, que quedaba reservada sólo a hombres.
“Se trata de un texto muy importante, que no
debería pasar desapercibido por los fieles y por todos”, subrayó el Arzobispo de Valencia.
En esa Carta Apostólica, recordó, San Juan Pablo II “hablaba en cuanto pastor supremo de la Iglesia, Sucesor
de Pedro, con la expresa intención de confirmar en la fe a los hermanos, como
corresponde a lo que es propio de su ministerio” y declaraba que “la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de
conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”.
“Esta enseñanza, afirmó el Santo Padre, “debe ser
tenida por todos los fieles de manera definitiva”, recordó el Cardenal.
“¿Por qué la Iglesia católica, a pesar de todo eso,
se mantiene firme sin embargo en su posición de la no ordenación sacerdotal de
la mujer? ¿No cambiará su posición?”, preguntó
el Cardenal.
Respondiendo a esta cuestión, el Arzobispo recordó que “la Carta del
Papa San Juan Pablo II venía a enseñar a todo el Pueblo de Dios que en esta
materia, que pertenece a la misma entraña y esencia de la Iglesia, ni él ni
nadie en la Iglesia puede hacer otra cosa que admitir a la ordenación
sacerdotal solamente a los varones. Y que esto es irreformable”.
Además, explicó que la razón que dio el Papa San Juan Pablo II al
respecto es “básica y tiene unas consecuencias muy
grandes para toda la Iglesia” ya que ésta “en
modo alguno tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las
mujeres” ya que, explicó el Cardenal, “así
nos viene por la Revelación que ha acaecido plenamente de manera irrevocable y
definitiva en Jesucristo y por la Tradición de la Iglesia, que, asistida por el
Espíritu Santo, actualiza, no la crea ni la modifica, esa Revelación a lo largo
de los siglos”.
En ese sentido, el Cardenal Cañizares precisó que la concepción católica
de “Revelación” contiene “una realidad que
le es dada al hombre como algo que soberanamente le adviene y es independiente
de él”, es decir, “la Revelación se apoya en la
manifestación de Dios mismo en persona a través de acontecimientos, más allá de
las interpretaciones y decisiones del hombre”.
“Por ello, como la Revelación, a la que pertenecen
también los acontecimientos –y sobre todo el Acontecimiento único e irrepetible
de Jesucristo–, no es obra del hombre, no está tampoco en nuestras manos el
modificarla al hilo de las experiencias humanas, de las situaciones sociales e
históricas o de las diversas culturas”, aseguró.
Por eso, dijo que al ser parte de la Revelación “se
deriva algo muy importante para toda la Iglesia, para todo aquello que
pertenece a su identidad y a su constitución: que nadie podemos disponer de la
fe y de la vida cristiana, ni sentirnos dueños ni señores de ella”.
Es decir, “no podemos cambiar sus elementos esenciales
al hilo de los movimientos cambiantes de la historia o de las “exigencias” de
un tiempo o de una cultura
determinada. Eso sólo sería posible si la fe fuese producto de la especulación
y creación de los hombres. Pero no es así. Cuando se convierte a la cultura en
el criterio y medida de la fe, se pone en cuestión el fundamento mismo de la
fe”, aseguró.
“Si la cultura es la que decide lo que es
válido y lo que no lo es en la fe y en la vida de la Iglesia entonces estamos
diciendo que Jesucristo no ha sucedido. Su persona, sus obras, sus gestos no tendrían un
valor definitivo de Revelación última y plena. En este caso no sería Ella
Palabra de Dios hecha carne, en el que Dios nos lo ha dicho todo; tendríamos
que esperar otra revelación; no estaríamos salvados”, destacó el Purpurado.
“Y esto es lo que está en juego en la ordenación
sacerdotal de la mujer. Es una cuestión que pertenece a la entraña de
la fe. Y por eso la Iglesia, aunque quisiera, no puede hacer otra
cosa que seguir lo que Cristo hizo, recogido en las Sagradas Escrituras, el
cual eligió a sus Apóstoles sólo entre hombres”, insistió.
En este sentido, el Cardenal explicó que se puede estar “muy tranquilos” ya que “no llegaremos
a ningún cisma”, pero animó a rezar mucho “por
la unidad y comunión plena de la Iglesia y por la fidelidad al Papa, a la
Revelación ya la Tradición de la Iglesia, y esto no se va a poner en tela de
juicio, aunque sean muy distintos, ni en el Sínodo de la Amazonía, ni en
Alemania. No puede hacerse, se dejaría de ser la Iglesia que Jesús ha querido”.
Terminó pidiendo más oraciones por “la
unidad-comunión de la Iglesia para que evangelice, que ése es su cometido
principal que la constituye y la mayor de sus urgencias: evangelizar, como en
los primeros tiempos, para hacer cristianos que vivan la comunión de la
Iglesia”.
Redacción ACI
Prensa
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