lunes, 8 de julio de 2019

¿CÓMO SE FORMA LA VIRTUD DE LA PIEDAD?


Existen algunos medios en los que se apoya todo proceso de formación espiritual. Son medios que van modelando nuestra personalidad, nos acercan a Dios, modelan nuestro corazón de apóstoles, nos abren a los valores del espíritu y nos sostienen en nuestro camino de santificación.

Por: Pilar Varela - Mayra Novelo | Fuente: Herramientas para padres - Catholic.net
REZAR ES HABLAR CON DIOS
EL ESPÍRITU

De la conciencia moral se pasa a la genuina experiencia religiosa del hombre. Lo que primeramente define al hombre no es su libertad sino su dependencia de Dios. Una persona que arrastra una fe frágil se torna frágil ella misma; por lo contrario el pensamiento profundo y amable de la paternidad de Dios, de Jesucristo como un verdadero amigo, de María como nuestra madre, cambia completamente la vida, naciendo en el fondo del alma una fuerte seguridad.

FORMACIÓN ESPIRITUAL

El área de formación más importante y decisiva para un cristiano es la formación espiritual. Por lo tanto, se trata de una formación vivencial más que intelectual; es la experiencia del amor: comienza por al amor a Dios y a los hombres, y termina en ese mismo amor fortalecido y perfeccionado. Comenzar amando para terminar amando aún más.

Cuentan que un joven ateo entró un día a una iglesia católica para ver qué es lo que hacían ahí. En ese momento celebraban la Santa Misa y el joven se preguntaba qué pasaba. Una persona la empezó a explicar el sentido de cada parte de la misa y al momento de llegar a la comunión le dijo que esas personas se acercaban para recibir a Dios en el sacramento de la comunión. El joven se quedó pensativo, después preguntó: Si los católicos realmente creen que en esa hostia está su Salvador, ¿cómo es posible que tantos se quedan sentados sin recibirla?

Éste es un gran peligro que tenemos los católicos, podemos quedarnos con una fe pequeña, de tradición y no una fe viva y operante que nos lleve a conocer cada vez más a Cristo, a amarle más y a imitarle en cada momento. No hay mejor señal de que nuestra vida espiritual va por buen camino que la transformación de nuestra persona para parecernos un poco más a Cristo.

SEÑALES DE PELIGRO

Dureza de Corazón: Nos importa sólo nuestros propios intereses. Únicamente hay lugar para lo que nos conviene a nosotros; no queremos incomodarnos en nada para ayudar a los otros; no nos duele lastimar a Dios.

Dejarnos llevar por los sentimientos: El verdadero amor se demuestra con las obras y no tanto con las buenas intenciones y sentimientos.

Soberbia y orgullo: Es una actitud de ponerse por encima de Dios y de los demás. Nos lleva a vivir los propios caprichos y no queremos que nada ni nadie nos estorbe.

Superficialidad y materialismo: ata el corazón y no lo deja elevarse a lo espiritual porque estamos preocupados por las cosas materiales y muchas veces no esenciales.

Egoísmo: pensar primero en uno mismo

Pereza: No permite que haya constancia en nuestro compromiso con Cristo. Nos dejamos llevar por lo más fácil y cómodo.


VIRTUD DE LA PIEDAD

La piedad es una virtud que nos hace sentir profundamente hijos de Dios. Nos presenta a Dios como Padre bueno y amoroso, y no sólo como soberano y dueño. Hace que el corazón se dilate de amor y de confianza en Él.

También nos hace tener una tierna devoción a las personas y a las cosas de Dios.
A la Santísima Virgen modelo más acabado de la nueva creatura surgida del poder redentor de Cristo.
• A los ángeles y a los santos.
• A la sagrada Escritura.
• A la Iglesia
• Al sumo Pontífice (Papa)
• A los instrumentos de Dios (sacerdotes, religiosas, etc…)

Y nos hace tener un sentimiento de fraternidad universal hacia todos los hombres en cuanto hermanos e hijos del mismo Dios Padre que está en los cielos.

Para que la piedad sea sólida, no debe fundarse en vanos formulismos ni en estados emocionales, sino en una fe honda y robusta y en una actitud de filial amor, confianza y adoración a Dios.

Esta vivencia tiene su centro vital en Cristo y su fuente principal en el Evangelio. Pero esta vida espiritual tiene un proceso dinámico: va del conocimiento al amor y del amor a la imitación; quien ha conocido y ama a Cristo, experimenta el deseo ardiente de comunicarlo a los demás, y su mejor medio de comunicación es el propio testimonio.

PROCESO DINÁMICO EN LA VIDA ESPIRITUAL

Tratemos de explicar un poco más en qué consiste este dinamismo.

Conocer a Cristo: hay que ayudar a los chicos a encontrarse con Cristo, con el Cristo vivo y real que se acerca a nosotros a través del Evangelio, que se hace presente en la Eucaristía y que se comunica con nosotros en la oración. Enseñarles a conocer sus criterios, su manera de pensar, de sentir, de querer. Para esto es preciso que sepas presentar un Cristo atrayente, el auténtico Cristo que es capaz de conquistar a cualquier persona.

Amar a Cristo: el conocimiento personal es la puerta del amor. Hay que enseñar a tus hijos a vivir su vida diaria en un clima de amistad íntima y profunda con Jesucristo.

Imitar a Cristo: quien ama piensa en el amado, busca estar con él. Enseñarles a mirar siempre a Cristo como modelo; basta hacer referencia a él cuando queremos ilustrarles una virtud, cuando les corregimos y les aconsejamos que él sea siempre su meta, su modelo de vida.

MEDIOS PARA LA FORMACIÓN ESPIRITUAL

Existen algunos medios en los que se apoya todo proceso de formación espiritual. Son medios que van modelando nuestra personalidad, nos acercan a Dios, modelan nuestro corazón de apóstoles, nos abren a los valores del espíritu y nos sostienen en nuestro camino de santificación. Lejos de ser una añadidura que “roba tiempo”, las siguientes son necesidades profundas y exigencias normales de una auténtica vida Cristiana.

LA ORACIÓN

Es fuente de luz, ella robustece la fe. La oración es generadora de amor, en ella la voluntad se identifica con el querer de Dios. La oración es vigorosa promotora de acción, en ella Dios nos llena de celo en su servicio y en la entrega a los demás.

Es importante aprender a rezar, buscarle el gusto a la oración. Se trata de un diálogo íntimo y personal con Dios que ilumina y robustece en la mente, en la voluntad y en el corazón, la decisión de identificarse con la voluntad de Dios. No podemos llenar el día de actividades, estudio, trabajo, diversiones, y darle a Dios las migajas de nuestro tiempo.

Es necesario también orientar a los chicos para que quieran orar, que aprendan a hacerlo y oren de hecho. Un hogar Cristiano debe ser una escuela de oración. Es importante que los papás enseñen a los hijos a orar especialmente en temprana edad, dirigiéndoles, por ejemplo, la acción de gracias después de la comunión, las oraciones de la mañana para ofrecer el día y al acostarse para dar gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas, bendecir los alimentos…

¿Cuáles son los momentos que tenemos para la oración? Definitivamente, no existe tiempo o un lugar exclusivo para orar, puede hacerse siempre que se desee; sin embargo, es conveniente tener algunos momentos determinados que ayudan a formar el hábito:
• Ofrecer con gozo al Señor cada nuevo día
• Leer un pasaje del evangelio para conocer más a Cristo
• Rezar un misterio o el Rosario completo a María
• Comulgar siempre que te sea posible
• Asistir a Misa todos los domingos
• Acercarte con periodicidad a la confesión, movido por el espíritu de arrepentimiento y el deseo de conversión, haciendo de la confesión un encuentro personal con Cristo misericordioso.
• Hacer una visita a Cristo en el Sagrario
• Dar gracias a Dios por la noche, por el don de la vida, de la fe, de la perseverancia y pedir perdón por las faltas que haya ofendido su corazón.

En un salón de clases se pueden encontrar también estos pequeños sagrados momentos.


VIDA LITÚRGICA Y SACRAMENTAL

Se trata de ayudar a los alumnos a comprender los sagrados ritos y a participar en ellos con toda el alma (misa, periodos litúrgicos importantes Adviento, Navidad, Cuaresma, semana Santa, Pascua…; los sacramentos principalmente la Eucaristía y la Confesión). Esto se vuelve cada vez más importante en la edad adolescente y en la juventud. Es normal que en su proceso de maduración pidan explicaciones acerca de todo y que surjan inquietudes espirituales. No hay que tener miedo a enseñar la fe como es, es el momento ideal para ayudarles a comprender la importancia y la vivencia de estos actos para que los vayan aceptando e interiorizando con mayor firmeza, y estos resortes espirituales saltarán cuando ellos más lo necesiten.

SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN

El amor a la Eucaristía es la manifestación de nuestro aprecio por el don que Cristo nos hace de sí mismo. Cristo desde el sagrario, forma el carácter y las virtudes, consuela a los afligidos, fortalece a los débiles… Cristo está ahí, esperándonos siempre que vayamos a visitarlo.

La recepción frecuente del sacramento de la confesión nos ayuda a conocernos más a nosotros mismos, a aumentar la delicadeza de conciencia y fortalece la voluntad para no volver a caer en pecado. Es muy importante prepararse para recibir este sacramento a través del examen de conciencia y el deseo de reparar el corazón de Jesús, de tal manera que hagamos del sacramento de la confesión un verdadero encuentro con el amigo, un encuentro personal lleno de fe y de sencillez, para que sea fuente de renovación interior y progresiva unión con Dios.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Es un medio excelente de conocimiento personal. Todo comerciante necesita hacer sus cuentas y sacar sus conclusiones necesarias para prosperar en el futuro, así debe ser nuestro trabajo espiritual. Un trabajo consciente en la vida espiritual también pide detenerse unos minutos cada día para hacer un balance personal y constatar los progresos o deficiencias personales en la relación con Dios, con nosotros mismos y con los demás. ¿De qué debemos examinarnos? De todo lo importante en nuestra vida: fidelidad a nuestros compromisos con Cristo, a nuestras oraciones, nuestra entrega a los demás, nuestra caridad, obediencia, generosidad, fidelidad a la conciencia, el trabajo , el estudio, el aprovechamiento del tiempo, las faltas de omisión, etcétera.

VIRTUDES TEOLOGALES

La fe ha de dar sentido a nuestra vida, debe iluminar nuestro camino hacia el destino eterno; sólo ella nos brindará la fuerza necesaria para superar los obstáculos y las dificultades. La fe no es un mero sentimiento de la presencia de Dios; la fe es mucho más: “…es caminar, sufrir, luchar, caer y levantarse, tratando de ser fiel a un Dios que me llama y a quien no veo…Para mí creer es sobre llevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad. Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en él”. La esperanza nos da la seguridad que sólo puede dar la palabra de Dios y la certeza del triunfo. Es confiar plenamente en la omnipotencia de Dios. La caridad nos lleva a responder al amor de Dios. Es el primero y más grande de los mandamientos: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y a prójimo como a ti mismo”.

DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Cultivar hacia ella una tierna devoción. Que no pase un día que tengamos un rato de conversación y trato íntimo y filial con ella nuestra madre del cielo.

Aunque todos estos son medios importantes en nuestra vida espiritual, no podemos olvidar que lo fundamental es el cultivo de la vida de gracia, es decir la amistad con Dios que se pierde ante la presencia del pecado mortal en el alma.

Cuando los hijos son pequeños, se les deba hablar de Dios, pero a medida que crecen se les debe hablar más de Dios y hablarle a Dios de nuestros de ellos.

COMO FORMAR EN ESTA VIRTUD

• Antes que nada el testimonio. Enséñale con tu testimonio a darle el primer lugar a Dios: misa, confesión frecuente, rezar con fervor…
• Participaren algún retiro donde se hable de Dios y de la necesidad que tienen los hombres de este amor.
• Hacer misiones en donde tengan que hablar de Dios, de su fe.
• Dar realce a tiempos litúrgicos, viviéndolos profundamente ya sea en el salón de clases o en casa.
• Fomentar en ellos la generosidad, enseñar a dar a los demás, a la Iglesia, un poco de su tiempo, del esfuerzo, de su colaboración también material.
• Hacer vida lo que se cree
• Hablar con aquel a quien creemos y que sabemos que nos ama.
• El cultivo de la vida de gracia en todo momento: los chicos especialmente adolescentes son muy sensibles al tema de la amistad, cuando comprenden que Cristo es un amigo, harán todo lo posible por no traicionar esta amistad. Ellos comprenden perfectamente esto. Para ello deben hacer la experiencia del amor de Cristo.

ALGUNOS PROPÓSITOS

Te presentamos algunos propósitos que puedes trabajar con los alumnos estas semanas:

Primera semana: Buscar un momento donde le ayudes a preparar una buena y sincera confesión, ayúdate de una guía y buscando sobre todo que sea un encuentro con el amigo.

Segunda semana: leer un pasaje del evangelio para conocer cómo era Jesús, cómo hablaba, cómo trataba a los demás… Comentarlo con ellos

Tercera semana: hacer una semana de oración y pequeños sacrificios por la Iglesia, por el Papa, por las personas que más lo necesitan.
AUTOANÁLISIS

1. ¿Procuro rezar con mis hijos/ alumnos en algún momento del día?
2. ¿Cuál es mi actitud antes de ir a misa cada domingo? ¿Voy sólo para llevar a mis hijos / para decirle a mis alumnos que fui, o por amor y gratitud a Dios?
3. ¿Qué lugar ocupa Dios en la jerarquía de valores de mi vida? ¿Hay sectores de mi vida en los cuales prácticamente Dios no entra: profesión, diversiones, aficiones, disponibilidad de tiempo?
4. ¿Vivo a veces como si Dios no existiera o nada tuviera que ver yo con Él?
5. ¿He experimentado algunas crisis de fe no superadas? ¿Por qué no las he superado? ¿Por soberbia o intelectualismo? ¿Por llevar una vida desordenada? ¿Por falta de formación religiosa? ¿Por no seleccionar bien mis lecturas? ¿Me ha faltado oración?¿me fío solamente de mis pensamientos y criterios o me confío en Dios?
6. ¿Cómo es mi trato con Dios en la vida diaria? ¿Sé acudir a Él en mis alegrías, mis tristezas, mis proyectos, mis luchas, mis esfuerzos, mis logros? ¿Me acuerdo de Él sólo cuando se presentan los problemas? ¿Cuándo me sobra el tiempo?
7. ¿Busco con convicción los motivos que tengo para estar agradecida (o) con Dios?
8. ¿Creo verdaderamente que tengo una madre en el cielo: La Virgen María? ¿Acudo a ella?
9. ¿Trato de ver a Cristo detrás de cada persona: mis hijos, esposo, alumnos, compañeros de trabajo?
10. ¿Cuál es mi oración favorita y por qué?

EJERCICIO DE ESTA SESIÓN

Como una manera de iniciar tu labor de formación de la virtud de la piedad, lee con tus alumnos el relato que te presentamos, coméntalo tratando de que sean ellos mismos los que saquen las conclusiones sobre la importancia de esta virtud. De esta manera también abres una puerta para hablar de cómo es Dios y escuchar lo que ellos piensan y sienten con este tema.

APRENDÍ DE MIS PADRES

“Mi padre, al rezar, se arrodillaba en el piso; apoyaba sus codos en una silla y se cubría el rostro con las manos. No se movía, no nos miraba ni se impacientaba.

Yo pensaba: debe ser grande Dios, si mi padre cuando le habla, se pone de rodillas. Dios debe ser también muy bueno, si mi padre le habla sin quitarse su saco y su corbata.

Mi madre rezaba todas las mañanas las oraciones sin perderse una sílaba, pero siempre en voz muy baja. Nos miraba pero no nos decía nada, ni siquiera cuando los más pequeños la molestaban o cuando había tormenta o cuando el gato se cometía alguna travesura.

Yo pensaba: Dios debe ser muy sencillo si mi madre puede hablar con ese delantal encima y teniendo un niño en brazos. Y también pensaba: Dios debe ser un personaje muy importante, si mi madre cuando le habla, ya no le hace caso ni al gato ni a la tormenta.

Las manos de mi padre y los labios de mi madre me enseñaron mucho más que el mejor libro de catecismo.

(Zanuso, Hermenegildo. Op. Cit., p.89)

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