El Papa Francisco recordó que “la Biblia no es una
hermosa colección de libros sagrados para estudiar, sino que es la Palabra de
vida para sembrar”.
Así lo indicó este 26 de abril al recibir a los participantes de un
Congreso Internacional promovido por la Federación Bíblica Católica (CBF) en
ocasión de su 50 aniversario de fundación.
Al inicio de la audiencia, el Arzobispo de Manila (Filipinas), Cardenal
Luis Antonio Tagle, dijo que el Congreso tuvo por tema “La
Biblia y la vida: la inspiración bíblica de la completa vida pastoral y la
misión de la Iglesia – Experiencias y desafíos”.
En esta línea, el Santo Padre centró su discurso en estas dos palabras:
Biblia y vida, “binomio inseparable”.
“La Palabra
de Dios es viva: no muere y ni siquiera envejece, permanece para
siempre. Se mantiene joven ante todo lo que pasa y conserva a quien la pone en
práctica del envejecimiento interior. Está viva y da vida”, destacó el Papa.
Por ello, Francisco señaló que “es
importante recordar que el Espíritu Santo, el Vivificador, ama actuar a través
de la Escritura” porque “la Palabra trae al
mundo, de hecho, el aliento de Dios, infunde en el corazón el calor del Señor” y
añadió que “todas las contribuciones académicas,
los volúmenes que se publican son y no pueden sino estar al servicio de esto”.
“La Biblia
no es una hermosa colección de libros sagrados para estudiar, sino que es la
Palabra de vida para sembrar, regalo que el Resucitado pide recibir y
distribuir para que haya vida en su nombre”, exclamó
el Papa.
De este modo, el Santo Padre aseguró que en la Iglesia la Palabra de
Dios “es una insustituible inyección de vida. Por
eso son fundamentales las homilías” y recordó que “la predicación
no es un ejercicio de retórica y ni siquiera un conjunto de sabias
nociones humanas”, sino que es en cambio, “el
compartir del Espíritu, de la Palabra divina que tocó el corazón del
predicador, quien comunica ese calor, esa unción”.
Al referirse a las numerosas palabras e informaciones que recibimos
diariamente, el Papa Francisco subrayó que “no podemos renunciar a la Palabra de Jesús, a
la única Palabra de vida eterna, que necesitamos todos los días”.
En este sentido, el Santo Padre expresó que “sería
bueno que la Palabra de Dios se convirtiera en el corazón de toda actividad
eclesial” porque la Palabra “da vida a cada creyente al enseñarle a renunciar a
sí mismo, para anunciar a Él”.
“La Iglesia que se alimenta de la Palabra, por lo
tanto, vive para anunciar la Palabra.
No se habla de sí mismo, sino que desciende a las calles del mundo: no porque
le gusten o sean fáciles, sino porque son los lugares del anuncio”, afirmó.
De modo que, el Papa aseguró que “la Biblia
es la mejor vacuna contra el cierre y la autoconservación” porque “es la Palabra de Dios, no nuestra, y nos aleja del estar
en el centro, nos preserva de la autosuficiencia y del triunfalismo, nos llama
continuamente a salir de nosotros mismos”.
“La Palabra de Dios posee una fuerza centrífuga, no
centrípeta: no se pliega hacia dentro, sino que empuja hacia afuera, hacia
aquellos que aún no ha llegado. No asegura cálidas comodidades, porque es fuego
y viento: es Espíritu que enciende el corazón y desplaza los horizontes,
dilatándolos con su creatividad”, dijo.
Antes de concluir, el Pontífice animó a abrazar estas dos palabras “Biblia y vida” para que “una
nunca pueda estar sin la otra”.
Por este motivo, Francisco pidió rezar y actuar para “que la Biblia no
se quede en la biblioteca entre los muchos libros que hablan de ella,
sino que corra por las calles del mundo y espere donde vive la gente”.
“Deseo que sean buenos portadores de la Palabra,
con el mismo entusiasmo que leemos en estos días las historias pascuales, donde
todos corren: las mujeres, Pedro, Juan, los dos de Emaús... Corren para
encontrarse y anunciar la Palabra viva. Se los deseo de corazón y les agradezco
todo lo que hacen”, concluyó.
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI
Prensa
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