Juan Diego Fuentes es un converso
adorador y de misa diaria.
Juan Diego Fuentes encontró la felicidad en la
Iglesia que durante años buscó en la New Age
Juan
Diego Fuentes es
adorador eucarístico y cada viernes de madrugada acude puntual a hacer su turno
ante el Santísimo. Es también servidor de los retiros de Emaús y al cuello o en
su mano tiene siempre un Rosario. Pero
no hace mucho su vida giraba en torno a la New Age, especialmente a través del
reiki, donde había ido realizando cursos hasta la maestría. ¿Qué ocurrió en su vida? Medjugorje. Ahí se produjo una fuerte
conversión de su corazón en una peregrinación a la que fue ‘obligado’ por su mujer.
A la hora
de relatar su testimonio reconoce que aunque estaba bautizado e hizo la
comunión siendo niño, su familia
no era ni practicante ni le dio una formación religiosa. Creció en
Vallecas, un barrio obrero de Madrid con muchos problemas con la droga en ese
momento, pero asegura que al volcarse en el deporte no se vio envuelto en
grandes problemas durante su adolescencia.
DE
LOS LIBROS DE AUTOAYUDA AL REIKI
Pero con
Dios ausente de su vida y una insatisfacción que no podía controlar se
introdujo en la lectura de filosofía y psicología, paso previo a su
introducción más adelante en los libros
de autoayuda y de la Nueva Era.
“Tenía una vida que se suponía que tenía que estar bien. Independizado
pronto, trabajaba, tenía pareja, pero había algo que fallaba, había un vacío en mi vida. Y buscando, apareció
el reiki”, explica
Juan en una entrevista en Cambio
de Agujas de Euk Mamie.
Según explica, “la New Age es muy fácil de encontrar. Los temas de sanación me interesaban y encontré el
reiki. Leí mucho sobre esto e hice cursos hasta la maestría”.
“EL NEGOCIO DE LA NEW AGE”
Tras años de experiencia, Juan Diego
advierte que “uno de los grandes
peligros de la New Age es que en un principio llena”. Lo explica asegurando que mucha gente que
llega a ella lo hace estando totalmente vacía, buscando algo a lo que
agarrarse. “Con un poquito que te den tienes un
incremento de la felicidad enorme, pero esto se consume muy rápido
y necesitas más”, afirma.
Sin embargo, esta felicidad es efímera, se
evapora. Por ello, afirma convencido que “este
es el negocio de la New Age, porque gastas esa felicidad y necesitas más New
Age. Y siempre hay otro nieve del curso u otra terapia… Pero al final siempre vuelves a lo mismo”.
EL “ÁNGEL” QUE APARECIÓ EN SU VIDA
Y donde menos lo esperaba “Dios me puso un ángel en mi vida”. Se trataba de Luz, la que ahora es su mujer
y madre de sus dos hijos. La conoció precisamente en uno de estos cursos de
Nueva Era. Ella era muy religiosa y aunque frecuentaba estos grupos no sabía
entonces la incompatibilidad que tenían con el catolicismo.
“Había una cosa
de ella que me sorprendía muchísimo y era su religiosidad. Era muy practicante,
algo que a mí me parecía muy sorprendente. Cuando hablaba de
Cristo me parecía una maravilla. ‘Quiero conocer esto’, me dije. Y
empecé a acompañarla a misa”, cuenta.
Juan no había ido a misa desde su comunión,
pero aunque iba con su novia la cosa seguía igual en él: “Estaba ahí pero en plan New Age, para sentir las
sensaciones, pero no sentía nada
así que desconectaba”.
CUANDO TODO IBA A PEOR APARECIÓ MEDJUGORJE
Al final se casaron y llegaron los hijos. Y
entonces también los roces con respecto a la Iglesia. “Ir a misa todos los domingos para mí era un fastidio. Poco a poco empecé a estar enfadado con Dios”, relata
este madrileño de Vallecas.
Pero un día, hace poco más de dos años
apareció su mujer en casa diciendo que había oído hablar de
Medjugorje y que quería ir allí con toda la familia. Lo primero
que pensó es que se había vuelto loca queriendo ir a Bosnia y hacer un
desembolso económico tan grande.
“De repente, un
par de días después nos apareció un ingreso en la cuenta bancaria de una
cantidad que era lo que nos costaba el viaje y la cantidad justa
para los gastos para estar allí”, afirma. En aquel instante, “mis excusas para decir que no se acabaron”. Pero
Juan insistió en que en la peregrinación se limitaría a hacer de niñero y a
visitar Dubrovnik.
“AQUÍ HA PASADO ALGO”
Pero nada salió como esperaba él. El grupo
tenía varios sacerdotes, y en el aeropuerto hubo tal retraso que al llegar a
Croacia no pudo visitar Dubrovnik y tuvo que partir directamente a
Medjugorje. “El guía en el autobús –recuerda-
empezó a contarnos la historia, yo no había mirado nada. Y alguien
dijo que Medjugorje era el confesionario del mundo y nos recomendó que nos
confesáramos. Y entonces se me pasó por la cabeza lo de confesarme”
Poco a poco su estado iba cambiando, e iba
sintiendo una mayor paz. Primero fue una misa en la explanada con
más de 3.000 personas. Luego tocó la Adoración, que resultó “una auténtica maravilla”.
Tras la cena les dijeron que subirían al
monte de las apariciones a rezar el Rosario. Era de noche en un terreno
pedregoso. Para más problemas, su hijo pequeño estaba muy cansado y se lo tuvo
que echar encima. A la vuelta, ya abajo, pensó: “Aquí ha pasado algo”.
“SENTÍ QUE DIOS ESTÁ VIVO”
A partir de ese momento la idea de confesar
no se le iba de la cabeza. Al día siguiente se lo dijo a su mujer, que
inmediatamente buscó un sacerdote. “No
recuerdo mucho de la confesión, pero sí que lo que me salió es que estaba muy
enfadado con Dios, me salió mucho
rencor. Le responsabilizaba de todo lo malo”, asegura Juan.
Pero tras recibir la absolución este hombre
sintió “un perdón enorme, como si me
quitaran una mochila gigante. Me sentí liberado, ligero. Sentí
que Dios está vivo y está con nosotros. A partir de ahí todo cambió”.
MISA DIARIA TRAS SU VUELTA A ESPAÑA
A su regreso a España habla de una escena
cómica en la que escondido en la habitación buscaba con su teléfono cuál era la
primera misa al día siguiente. A las siete de la mañana estaba en
la iglesia, y tras la Eucaristía siguió allí hasta que cerraron el templo.
Y así día tras día hasta hoy.
Además, descubrió la Adoración
Perpetua en su actual ciudad, Bilbao. Y ahora está en uno de los
turnos de adoración a las seis de la mañana. Al poco de volver de Medjugorje ya
con una vida nueva y lleno de una felicidad que no se evaporaba como la New Age
descubrió también los retiros de Emaús. “Ahí
descubrí que Dios siempre había estado en mi vida”, insiste.
En la actualidad, ayudan en estos retiros y
con su rosario como arma evangeliza en su trabajo y su entorno,
que sorprendidos por su cambio también se interrogan sobre Dios.
Publicado originariamente en Cari Filii News
No hay comentarios:
Publicar un comentario