Ya son seis los
casos de vecinos de Pigüé (provincia de Buenos Aires, Argentina) que aseguran
haber sido intimidados por quienes especulan
con sus temores y creencias para quitarles dinero. Un solo vecino
realizó la denuncia ante la justicia. Lo cuenta Anahí González en La Nueva.
“Muchos
tienen terror de hablar. No quieren ser identificados por estos personajes que dicen venerar a San La Muerte o están
vinculados a rituales satánicos y brujerías, que juegan con sus
creencias y temores más profundos”.
La frase pertenece a Eugenio
(Rosco) Favre, presidente del Foro de Seguridad de Pigüé, quien la semana
pasada dio a conocer la existencia de vecinos —aunque sin revelar la identidad
públicamente— que indicaron haber sido
amenazados, mediante mensajes y otro tipo de acciones intimidatorias,
por personas que pretendían recibir dinero a cambio.
VÍCTIMAS DE RITOS ESOTÉRICOS
Los casos ascendían a cinco y,
en las últimas horas, se relevó otro testimonio. “Una
chica me dijo que a una amiga le tiraban cosas en la puerta para que se
asustara y dejara la casa”, cuenta.
Al parecer, alguien quería alquilar esa vivienda y había contratado a
personajes que hacen este tipo de “trabajos” de brujería,
macumba, invocación de fantasmas y magia negra, para echarla.
Favre empezó a difundir estos testimonios después de recibir la llamada
de una persona que se animó a hablar. A partir de allí surgieron los demás
nombres de las víctimas y sus situaciones.
“El
problema es que estas cosas no toman
estado público. Cuando le preguntas a alguien por qué no lo contó antes,
te dice: ‘¿Yo qué iba a decir? ¿Qué me aparecían fetiches o una gallina muerta
en la puerta?‘”, sostiene.
PODER DE CONVICCIÓN
“Ahora
que todo se hizo público, hay una catarata de gente que dice: ‘A mí también me
pasó’”,
comenta. La
denuncia es de personas que trabajan en Pigüé y en los pueblos vecinos. “Les hacen un
manejo psicológico, les dicen: ‘Acá tenéis malos espíritus. Vamos a
matar a una gallina en tu habitación, poner su cabeza en un frasco y con eso
vamos a concentrar ahí a los espíritus malignos’”, comentó.
Y la gente lo hace. “Los inescrupulosos te van probando. Si vos accediste a matar una gallina o un
gato y a cortarle la cabeza en tu habitación y la ponés en un frasco, ellos
confirman cuán convencido estás”,
asegura. Lo mismo sucede si —según Favre— entras en el cementerio de
noche para sacar tierra de una tumba.
“Para
ellos es la confirmación de que el
poder que están teniendo sobre vos va en aumento. De ahí a pedirte 50 o
100 lucas (sic), hay un paso”, dice.
Estas acciones son tomadas
como pruebas para convalidar el poder de convencimiento que tienen sobre las
personas. Y una vez que lo saben, lo usan en su favor. “Los van preparando y midiendo. Y a medida que accedes, entras en un círculo vicioso en el que te
hacen creer cualquier cosa y hacer cualquier cosa”, dice.
“Muchos
manochantas (sic) se aprovechan de la
desesperación de la gente ante la enfermedad propia, o de un familiar
para brindar una supuesta ayuda espiritual”, comenta.
EL MIEDO A SAN LA MUERTE
Favre sostuvo que aún no se han hallado altares públicos de San
La Muerte, pero que hay mucha gente que “se
quiebra” y no sabe qué hacer
cuando no puede seguir cumpliendo con lo que estos supuestos hechiceros les
piden.
Determinó que no hay un solo
personaje, sino varios, y que no todos
están vinculados a San La Muerte, sino a la magia negra y a otro tipo de
rituales. Favre asegura que esta devoción a San La Muerte es exportada del
conurbano bonaerense, donde se lo considera el Santo Protector de los
delincuentes.
“Una
mujer me habló de que le habían hecho un trabajo con el péndulo. Le hice el
mismo trabajo y adiviné su documento y el de la hija. Se quedaron asombradas.
Me creían todo. Después le dije: ‘¿Sabes que fácil es encontrar tu número de
documento por internet?’. Ahí le abrís la cabeza a la gente”, manifiesta. Hasta el momento, sólo una de las personas que brindó
testimonio hizo la denuncia ante la Justicia y eso permitió que se
librara una orden de restricción a las víctimas.
“Hay
gente que hace publicidad, por radio, de unión de parejas, limpieza de casas y
campos. Esa es la entrada. Así empieza. Si le das plata de buena voluntad
porque creés en lo que te dice y te dice lo que queréis oír, no hay delito; el problema surge cuando llegan las amenazas”, dice.
Frases como: “Si no me das lo que te pido, voy a liberar los espíritus
en tu contra”, aterrorizan a
quienes creen. “No podes ir a un juez y decirle
que alguien amenazó con enviarte al infierno. No son causas fáciles de armar.
Es un tema muy delicado”, evalúa.
En definitiva, hay que ver en qué lugar
dejan una grieta para entrar con la ley.
“EL BIEN NO SE COBRA”
“El
mensaje que me interesa que llegue es que hay libertad de cultos. Cada uno
puede creer en lo que quiere. Es lo que nos diferencia de los animales. Hay que
creer en algo, pero el bien no se cobra”, dice Favre.
Hay quienes le dicen a la
gente que tal familiar se murió por culpa de “fulano”
que le hizo magia negra, y le dan nombre y apellido, y después les piden
plata para hacer la contraofensiva. “¿Cómo lo plasmas
en una denuncia? ¿Quién denuncia? ¿Cuál es el delito? Si vos vas y pagas porque
queréis. La gente pone lo que no tiene en estas cosas”, dice.
LA VENERACIÓN EN LA CÁRCEL
“Tenemos
un problema con la gente de la cárcel,
son muy devotos de San La Muerte y tienen sus propias iglesias y sectas
adentro”,
dijo Favre.
Definió una secta como un grupo de gente con doctrinas que se apartan de las
tradicionales, de carácter secreto para los que no pertenecen y que por lo
general son destructivas para los
seguidores.
“Hay
ciertos pastores, que los podemos tomar como tales, porque dan charlas abiertas
y te cobran el diezmo, y está en vos pagarlo o no, no hay una ecuación para
sacarte plata”, dice.
“Pero
cuando no se sabe quiénes son los miembros, cuando hay que poner plata para
avanzar en la ‘religiosidad’ y te piden un bono mensual obligatorio –en la
cárcel es un porcentaje cigarrillos o tarjetas de teléfono– es una cuota que no
se sabe a quién va ni quiénes son los otros miembros de la organización ahí
hablamos de una secta”, indica.
Mencionó que existe un
movimiento evangélico que trabaja muy bien y aparta a los reclusos de la mala
vida a través de la religión. “¿Cómo filtras aquellos cultos que ayudan de
aquellos otros que son ficticios? Hay quienes relatan que una de las
cuotas de iniciación que tienen que pagar es entregar a una chica menor al
pastor para que tenga relaciones sexuales para habilitarle el paso a la
felicidad y así luego este pueda resolverle los problemas”, dice.
También se usa el modo
extorsivo para que los que están afuera hagan el trabajo que pide el pastor o
el grupo porque un primo, hermano o hijo están en la cárcel. Es gente que viene
de Buenos Aires, trae el culto y este modus operandi.
Secretaría RIES
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