DESCUBRE EL PODER
DEL ACTO DE ABANDONO
Pido a Dios todo lo que
necesito. Mucho. A veces, parece que esto es constante, y que vivo diciendo de
la mañana a la noche: “Señor, por favor, dame eso” o
“necesito eso”. A menudo, mis necesidades
también se extienden a las conversaciones con mis amigos. Siempre pido que oren
por mí por varias intenciones.
Aunque intente no dejar que
mis necesidades estén en el centro de mi oración, eso es casi inevitable. Tanto
que a veces me pregunto si no está siento muy pobre.
Y llego a la siguiente
conclusión: todos somos pobres; esto forma parte de la condición humana. Sin
embargo, aunque nuestra necesidad nos vuelva un poco vulnerables, Dios lo ve de
forma diferente. Él conoce nuestras necesidades. Y ellas le glorifican, dándole
la oportunidad de respondernos con su bondad y piedad.
Dolindo Ruotolo, un fraile capuchino que vivió de 1882 a 1970, comprendió profundamente
la relación entre nuestra necesidad y la bondad de Dios.
Ordenado a los 23 años,
Dolindo pasó la vida en oración, sacrificio y servicio. Él escuchó confesiones,
dio orientación espiritual y cuidó a los necesitados. Por un tiempo, sirvió
como director espiritual de Padre Pío. Incluso, cuando algunos peregrinos de
Nápoles, donde residía Dolindo, iban a Pietrelcina, Padre Pío acostumbraba a
decir: “¿Por qué vienen aquí teniendo a
Dolindo en Nápoles? ¡Vayan a él, es un santo!”
El fraile se dio a conocer por
su espiritualidad de rendición. Muy consciente de la flaqueza y de la necesidad
humana, Dolindo vio esto como una forma de promover una unión continua con
Dios.
Al invitarnos a llevar
continuamente nuestras preocupaciones y preocupaciones al Señor, él nos enseña
que el foco de nuestras oraciones no debe permanecer en nuestras necesidades.
Nos anima a llevar nuestras necesidades a Dios, dejándole libre para cuidar de
nosotros con su sabiduría. Dolindo nos
dice que el Senhor prometió asumir plenamente todas las necesidades que le
confiamos. En las palabras de Jesús a Dolindo: “¿Por qué te confundes con tu preocupación? Déjame a mí
el cuidado de tus asuntos y todo estará en paz. Te digo, en verdad, que
todos los actos de entrega verdadera, ciega y completa producen el efecto que
deseas y resuelven todas las situaciones difíciles. (…)
Mil
oraciones no son iguales a un acto de abandono; nunca olvides esto. No hay
mejor novena que esta: oh Jesús, me
abandono a ti. Jesús, asume el control.”
Muchas personas han
atestiguado curaciones y gracias después de seguir los consejos de Dolindo
sobre la constante realización del acto
de abandono a la Divina Providencia. La oración de rendición también
puede ser hecha en su totalidad o en nueve segmentos más cortos, como una
novena diaria.
Yo hice la novena sugerida por
fray Duolindo hce casi un año, y creo que no sólo es un recuerdo de la
importancia de traer mis necesidades y preocupaciones al Señor, sino también
una fuente de gran consuelo y aliento.
Dolindo Ruotolo es actualmente
Siervo de Dios; su causa de beatificación está abierta.
ACTO DE ABANDONO A
LA DIVINA PROVIDENCIA
“Mi
Dios, no sé lo que va a pasar en este día. Sé, sin embargo que todo lo que me
suceda Tú lo has dispuesto, previsto para mi mayor bien. Me basta saberlo, oh
mi Dios, para sosiego y tranquilidad de mi corazón.
Sé
que todo estará conforme con tu voluntad, y que el Amor infinito que me
consagras con el Padre, el más amable y amigo, el más fiel. Soy como un niño
frágil, que nada puedo ni en el orden de la naturaleza, ni de la gracia, y ni
siquiera puedo tener un buen pensamiento en Ti.
Me
entrego totalmente a tu amor paternal, sabiendo que, así como la madre lleva
sólo para el bien al hijo que tiene en brazos, así Tu y mejor que ella, sólo
puedes darme lo mejor para mi felicidad, santificación y
salvación. Me abandono enteramente a tus santos, impenetrables y eternos
designios, y a ellos me someto de todo corazón.
Quiero
todo, acepto todo, te ofrezco todo uniéndome al sacrificio de Tu querido Hijo
Unigénito y mi Salvador. En nombre de Jesucristo, por su Santísimo Corazón y
por sus merecimientos infinitos, te pido la paciencia en el sufrimiento y la
perfecta conformidad con Tu voluntad por todo lo que Tú quieras y permitas.
Amém”.
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