El Padre
Antonio Fortea afirma que al llegar la maldad a una determinada cota se dispara
una purificación para restablecer el orden.
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Y es
esta corrección que tiene el castigo implícito.
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Él dice
que este procedimiento se aplica en todos los niveles: el personal, el
familiar, de las naciones y del mundo entero.
A este segundo tema no
referiremos en este artículo.
Antes de
leer este artículo recomendamos ver lo que dice Fortea en estos videos:
DIOS
CREÓ EL MUNDO SOBRE UNA BASE MORAL
Dios creó
un orden natural justo y bueno.
Y a eso se refiere en el
Génesis después de cada hecho creado y cada día de la creación “y Dios vio que era bueno”.
Recordemos que Dios es amor, es justo, perfecto y
omnipotente, pero también es Dios, y en este sentido es Padre y misericordioso.
Por ello cuando creó todo dijo
que todo era bueno, porque lo vio. De
sus manos salieron todas cosas buenas.
Pero el
enemigo – que anda como león
rugiente buscando que devorar – se acercó a la mujer, a Eva, y le dijo que
comiera del fruto. Ella y su
esposo comieron.
Con esto
se desencadeno el pecado.
Las consecuencias del pecado
fueron el destierro de la
presencia cercana de Dios – porque estaban en el jardín con Él
-, la muerte y el dolor.
Hay un dicho popular que dice
así: “el error
más grande es creer que somos los únicos que no lo cometemos”.
La
serpiente les hizo creer tal cosa y
las consecuencias fueron fatales.
Pero los errores del pasado se
aplican al presente.
Porque las personas creen que
Adán y Eva fueron tan tontos, que le creyeron al enemigo.
Sin embargo hoy hay muchos como ellos que les hacen caso,
cada vez más, y a eso hace referencia el Padre Fortea cuando habla
del crecimiento del mal.
Estas consecuencias del pecado
dan paso inexorablemente a la acomodación
de las cosas al orden natural creado por Dios, a lo bueno, a la moral.
Y esta
purificación no puede considerarse meramente una decisión de castigo de Dios.
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Sino
una especie de mecanismo interno de autocorrección que tiene el sistema
creado por Dios.
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Es
como una válvula que se activa cuando la presión excede de un determinado
nivel.
Sin
embargo no lo podemos tomar sólo mecánicamente.
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Porque
también el nuestro es un Dios personal que camina con nosotros.
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Y
puede intervenir haciendo cesar algunas consecuencias, debido a su
misericordia, especialmente cuando las personas oran y le piden con fe.
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Pero
las excepciones nunca implican la aceptación del desorden.
¿POR
QUÉ EL MAL Y EL DESORDEN?
Ahora bien, la maldad es una acción injusta. ¿Contra
quién?
¿Contra
Dios o Contra nosotros? Dios sufre al ver que el
ser humano se pierde del camino.
Pero ¿quién sufre las consecuencias? ¿Dios? No.
La maldad es injusta en cuanto que lastima al hombre.
Es este quien sufre de verdad las
consecuencias de todo ello.
El castigo de la maldad puede ser
como el de Adán y Eva, que después
de tenerlo todo lo pierden por causa de la desobediencia y de la desconfianza
hacia el Todopoderoso.
O
sea que el alejarse del plan maravilloso de Dios trae consecuencias.
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Pero
no son traídas por Él, sino son el efecto del pecado, del desorden.
Este tipo de cosas nos pueden
parecer difíciles de creer, porque si él es bueno y crea las cosas buenas, ¿por
qué el mal?
El problema radica en un aspecto:
libertad. Lo que se llama libre
albedrío.
Dios ha
creado todo bien.
Pero ha sido un ángel que en su
único acto de voluntad ha preferido negar obediencia al Creador.
Y ha sido el ser humano que en su libertad ha olvidado
a quién debe de seguir.
LOS
HOMBRES PERDEMOS CON EL MAL
Todos
tenemos una misión, Dios nos hizo con un propósito, nos ha pensado toda la existencia.
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Y
cada vez que nos alejamos de Nuestro Señor, nos alejamos también del plan.
Con
ello atrasamos todo lo que Él nos ha preparado “para bien de los que le
aman”.
¿Qué
hubiese pasado si la Virgen María hubiera dicho que no al ángel?
Es cierto que Dios se hubiera
puesto triste, pero quién hubiera perdido era Ella (amén de los hombres en
general).
Nadie le
hubiera dicho bienaventurada, bendita, santísima etc… ¿Por qué?
Porque Ella misma había
renunciado a las gracias del Todopoderoso.
Sin embargo con su sí, atrajo y abrió “la llave” que Dios le había preparado.
Con
este ejemplo, se quiere evidenciar como cada uno pierde cuando se aleja
del Señor.
LA
ESPIRAL DE PECADO
La desobediencia de Adán y Eva
cambió los planes en el jardín y fueron expulsados.
Y San Pablo en la Carta a los
Efesios indica como el pecado se ha metido en el hombre, que debe buscar no darle lugar al diablo;
despojarse del hombre viejo y revestirse del hombre en santidad y verdad.
“No entristezcáis
al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la
redención.” Efesios 4, 30.
El
pecado desordena todo y esto vuelve a ocurrir cada vez que se comete más
de ello.
La
soberbia de una persona, la envidia, ocasionan también daños.
Por ejemplo si una persona miente
sobre otra, esto es un pecado, pero también es en contra de lo moral.
La consecuencia de esa mentira
puede hacerse grande y afectar al individuo del que se habla, como a la
familia, el barrio, etc, desordenando una persona o una familia o una nación.
Los
pecados capitales se jalan uno a otro. El que
inicia con la pereza sigue con la gula, la lujuria etc.
Un
asesinato puede terminar en que el
asesino, muera “porque quién mata a hierro
a hierro muere”, sin embargo el perdón rompe la cadena de pecado.
Si
el pecado no es perdonado o “empotrado” por la virtud, continúa hasta llegar al
punto en que es tan extremo que se destruye por su grandeza.
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Y ocasiona
que la persona se dé cuenta de lo mal que se ha portado o que quiera ignorarlo.
Mientras que quien vive en virtud inicia otro tipo de
camino.
LOS CASTIGOS A LAS REBELDÍAS
Cuando hay alguien con algún problema, la primera reacción es acusar a Dios, sobre
todo si esta es una muy buena persona.
¿Quién ha
cometido el pecado, él o sus padres? Dirán los apóstoles. Pero no es esto lo
que quiere evidenciar Jesús.
Si él es bueno y ha pasado por la desgracia, su efecto
puede ser que la persona reconozca que un bien va salir de este mal.
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Esto se inscribe dentro de lo que podríamos llamar una
prueba.
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Es en ese bien que la persona reconoce que se da la gloria al
Señor.
Pero ¿qué pasa cuando a una persona mala le pasa un mal?
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O le sirve para convertirse o para recaer.
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¿Y si esta cosa mala pasara pero ahora a muchos, como las
guerras, el hambre, la persecución, las tribulaciones…?
Hay dos apariciones una mariana y otra de Cristo que
nos pueden hablar de los castigos,
que terminan en hechos lastimosos y tristes, ocasionados por las rebeldías
humanas, pero sirven de buen “choque” para
darse cuenta de las faltas cometidas.
EL CASO DE LA MADRE ENCARNACIÓN
En 1857, la Madre Encarnación comunicaba que Jesús sufre.
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El pecado trae las consecuencias de una serie de pecados que
se convierten en otros.
Cuando el
Corazón de Jesús se le aparece le muestra un Corazón herido.
En 1871 un general traería una persecución religiosa contra
los católicos de Guatemala, tan fuerte que casi no quedaron sacerdotes en el país.
Este general, inició siendo un soberbio, después un lujurioso (dejó a varias mujeres embarazadas y las
abandonó).
Sus padres tuvieron que estar presos por culpa de éste; pues era una manera de presión para que este
se presentara.
La envidia de sentirse superior y tener tan poco, lo hicieron
cometer muchas locuras hasta llegar a presidente.
Se
manejaba con tanto furor que ni el
mismo presidente podía negar una orden dada por este general, aunque
este no fuera su superior.
Unos 20
años después esta persona, que no se corrigió, llegó a tener tanto poder que la consecuencia fue muerte, desalojos etc.
Cuando
expulsó a los Neridianos su
excusa fue que eran pobres, cuando expulsó a los Jesuitas la excusa fue que eran un mal.
Pero de
todas las ordenes sacaron los
bienes que pasaron al Estado y luego “vendidas”,
y muchos pararon a manos de ellos.
Este período continúo cuando él murió, pero de otra forma.
Un
abogado que llegó a ser arzobispo decía sobre este general: “por querer hacerme un mal, me
hiciste un bien”. E incluso le hizo una misa por el descanso de
su alma.
En
resumen: Jesús se aparece a la
Madre Encarnación para decir que no pequen más, que me duele, y manifiesta su
amor con el milagro del cese del cólera.
El
gran Mons. Ricardo Casanova fue de
alguna manera el freno a este desfrenesí del pecado.
El Estado recuerda de muy buen agrado al general y lo han llamado de muchas formas.
Podemos
decir que a pesar de todas las maldades que se ocasionaron en Guatemala, Dios
sufría con nosotros.
Pero donde abundo la inmoralidad, el pecado,
sobreabundo la gracia. Y si a este general se le recuerda tanto, a Mons.
Casanova se le debe recordar mucho más.
Él fue el puente para atraer la gracia de Dios a
Guatemala y el de
Casanova fue uno de los entierros más grandes que en esta ciudad hubo durante
el siglo XX.
El Creador ha ordenado todo de una manera en que si el mundo
se desborda por el pecado:
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o este logre un cambio,
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o alguien se convierta en un santo,
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o Dios intervenga restableciendo el orden natural.
Bien lo
dice el dicho: “hasta que no se dé un
cuentazo, no va a cambiar”.
EL MENSAJE DEL PECADO DE LA HUMANIDAD QUE SE EVIDENCIÓ EN
FÁTIMA
La Virgen vestida de blanco, en señal de paz, se presentó a tres
pastorcillos en 1917; Portugal fue revolucionado con tan bello acontecimiento.
Al año siguiente terminaría la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo hubo otra guerra, consecuencia del hombre que no se convierte.
Y también
el hambre, la persecución a la Iglesia, son todas cosas que habló María en
Fátima y son signos de la indiferencia hacia la gracia.
Cuando la hermana Lucía revelaba el cuarto secreto, el
Cardenal Joseph Ratzinger, comentaba sobre la espada de fuego profetizada:
“El ángel con la espada de fuego a la derecha de la
Madre de Dios recuerda imágenes análogas en el Apocalipsis.
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Representa la amenaza del juicio que incumbe sobre el
mundo.
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La perspectiva de que el mundo podría ser reducido a cenizas
en un mar de llamas, hoy no es considerada absolutamente, pura fantasía.
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El hombre mismo ha preparado con sus inventos la espada de
fuego”
La Virgen
quiere a través de estas experiencias resalta que el ser humano se enfrenta a
todos estos desafíos del dolor, no
por causa de Dios, sino del propio hombre.
La espada de fuego, de destrucción como dice el cardenal, no
es Dios quién la envía, sino nuestras propias faltas.
Por la
soberbia hemos inventado aparatos para destruir, en vez de buscar el beneficio
de otros.
Por
ejemplo, el Holocausto nazi fue
una forma de destruir a todos los que eran “inferiores”
para los otros.
Era la
misma gente que creyéndose más, hacía
un caos de lo que Dios no había hecho y mucho menos querido en el orden
natural.
Pero son
pocos los que quieren frenar todos esos males.
Santa Edith Stein advirtió sobre Hitler y sin
embargo nadie le hizo caso y obviamente llegó al poder y a destruir.
Respecto
a Fátima expresa el Cardenal Ratzinger, luego Benedicto XVI:
“En realidad, toda la visión tiene lugar sólo para llamar la
atención sobre la libertad y para dirigirla en una dirección positiva.
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(…) Su sentido es el de movilizar las fuerzas del cambio
hacia el bien.”
MARÍA QUIERE QUE CAMBIEMOS DE RUMBO
El
Sagrado Corazón le dijo a Madre Encarnación, me duele que desprecien mis gracias y sacramentos.
La Virgen
pedía una conversión hacia su divino Hijo, para ello pedía que rezaran por la
conversión de los pecadores.
Y en
Fátima quiso aplicar concretamente esto, precisamente Ella quería la Consagración de Rusia a su
Inmaculado Corazón.
Sin
embargo ha pasado bastante tiempo y aún hoy muchos continúan despreciando a
Cristo, sus gracias y a su Iglesia.
No
obstante, como dijo Nuestro Señor a la Hermana Lucía: “Nunca será tarde para recurrir
a Jesús y a María”.
No es
demasiado tarde.
Él
todavía quiere que nosotros trabajemos para difundir la devoción al Inmaculado Corazón de María, y hagamos reparación
a Su Madre por medio de la Comunión de Reparación de los Primeros
Sábados.
Esto
también pedido por el Corazón de Jesús a Santa Margarita en la reparación para
los viernes de mes.
Es que la Virgen advierte, no quiere que pasen las cosas
malas, simplemente pasarán si no le hacemos caso.
Es como una madre que dice si no te pones suéter te vas a enfermar.
A la
semana el niño ya tiene gripe, porque no hizo caso, pero fue eso lo que él
quiso haciendo uso de su libre albedrío.
En definitiva, podemos decir que la maldad es el exceso
de todo aquello dañino para el bien común y para uno mismo.
Como ese
niño que no se puso suéter, así la maldad ha invadido el mundo por nuestra
propia decisión.
Al final
el niño enfermo reconoce que hizo mal no llevando algo para taparse y la
próxima vez lo llevará.
Pero el mundo parece que no entiende después de
cada guerra, del hambre y la injusticia, que nuestra maldad también ocasiona
“gripe”.
Después
de todo lo que ha pasado, deberíamos haber aprendido…
Publicado por Unción Católica y Profética
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