El amor de que nos
habla la Biblia no se concentra en lo que yo siento sino en lo que la otra
persona necesita.
Por: Fray Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com
Por: Fray Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com
PREGUNTA:
¿Cómo se
hace para amar? Si uno se reconoce imposibilitado y ademàs de eso no logra
atisbar en el otro (cualquier humano) algún indicio de que es amable. Cómo es que se tiene el deseo de amar sabièndose incapacitado. No
sè si me hago entender. --LV
RESPUESTA:
Si
entendemos el amor como sentimiento agradable que nos hace disfrutar de la
presencia de otra persona, ese tipo de amor no tiene uno cómo producirlo de la
nada. Ese tipo de amor podemos decir que depende de
su "objetivo" o "meta," o sea, depende de que la persona
a que se dirige sea "amable." Observemos
que la palabra "amable" tiene la
misma estructura de palabras como "pensable," "dibujable," "construible" y las de
ese género. Todas esas palabras indican algo que se puede hacer. "Amable" quiere decir entonces: alguien
a quien se puede amar; y la idea va más allá: que no sólo se puede amar sino
que invita a ser amado.
Entendemos entonces que el amor-sentimiento
depende de lo que uno vaya a amar y por consiguiente es en la práctica
imposible hacerlo surgir. Es como si a uno le dijeran: "Tiene
que enamorarse de tal persona, y además tener detalles de amor y ternura con
ella."
La Biblia tiene un enfoque
diferente, en tres aspectos:
(1)
El amor de que nos habla la Biblia
sólo existe en aquellos que se han descubierto amados, intensa, infinitamente
amados por Dios. La fuente no está en el ser humano porque el
ser humano básicamente responde a estímulos, como hemos visto con el amor-sentimiento.
"En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera
ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados" (1 Juan
4,10). Por ello mismo, el modelo de amor, según la Biblia, no implica
reciprocidad ni mérito. Cristo nos llama a amar de esa manera: "...para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre
justos e injustos." (Mateo 5,45)
(2)
La expresión máxima del
amor no está en las palabras o las caricias sino en buscar con toda fuerza el
bien de la persona amada, hasta entregar la propia vida si es necesario.
"No hay un amor más grande que el dar la vida
por los amigos [que debiera mejor traducirse: los que uno ama, con amor como el
de Cristo]" (Juan 15,13). El amor "bíblico"
se concentra en las obras, en el bien que es posible y apropiado hacer
en favor de la persona amada. Por eso Cristo nos dice: "Amad
a vuestros enemigos" (Mateo 5,44). Claramente al mandarnos que
amemos así, Cristo no nos está diciendo: "Sentid
cosas bonitas por los que os tratan mal;" ese amor más bien es: "Haced el bien posible y apropiado por aquellos que
lo necesiten, incluso si son vuestros enemigos."
(3)
El amor de que nos habla
la Biblia no se concentra en lo que yo siento sino en lo que la otra persona
necesita. Por eso Cristo, cuando le preguntan, ¿quién es
mi prójimo?, o sea, ¿Quién es ese al que se supone que debo amar?, responde con
la historia de una persona en grave necesidad. Es lo que está en la parábola
del buen samaritano (Lucas 10,25-37). Este aspecto del amor, según la Biblia,
implica que amar no necesariamente significa complacer. En muchas
circunstancias amar puede implicar contradecir, corregir, oponerse o denunciar;
porque uno lo que está buscando es el bien necesario a la otra persona, incluso
si ella no lo conoce o no lo desea. Es como cuando la mamá pide que sea
vacunado su bebé aunque el bebé llore un poco.
Ese tipo de amor, que hemos llamado "bíblico", ¿es
posible? Por
supuesto, si recordamos el orden de los puntos expuestos: empezar por la
experiencia del amor de ese Dios que nos ha creado, perdonado, ungido y que nos
llama a la plena comunión de vida y gozo en Él. Por eso nos dice San Juan: "Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y
damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba
con el Padre y que se nos ha manifestado. Les anunciamos lo que hemos visto y
oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión
es con el Padre y con su Hijo Jesucristo." (1 Juan 1,2-3).
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