Homosexualidad,
reconstruyendo una nueva identidad.
Esta página es una nueva conquista en la vida de Emma.
En un proceso de crecimiento personal y de búsqueda de identidad hay que dejar todos los cabos bien atados. Este es uno muy importante y merece la pena resaltar, Emma nos cuenta cómo lo ha vivido ella.
En un proceso de crecimiento personal y de búsqueda de identidad hay que dejar todos los cabos bien atados. Este es uno muy importante y merece la pena resaltar, Emma nos cuenta cómo lo ha vivido ella.
Para los que abrís el Diario de Terapia de Emma por primera vez, podéis
leer las páginas anteriores aquí.
Página XIII:
Esta página no es sólo para personas que tienen atracción por el mismo
sexo (AMS), también va dirigida a todas aquellas personas que en la
actualidad no tienen la mejor relación con su padre por los motivos que sea y
pueden ver esa necesidad; la
necesidad de un padre en su vida, en
los aspectos y formas más variadas de su día a día.
La relación de mi madre y mi hermana pequeña era muy cercana desde que mi
hermana nació, ella demandaba mucha atención de mi madre por razones de salud,
así que mi padre se ocupaba mucho más de mí, era un “papá” cariñoso, cercano y
también bastante divertido.
Yo adoraba a mi padre, lo reconozco, me sentía mucho más identificada
con él que con mi madre. Los dos compartíamos el mismo entusiasmo por la
naturaleza y los deportes, él me enseñó a nadar, a montar en bici y a jugar
fútbol. Tengo un hermano unos años mayor que yo, así que nos pasábamos el día
los tres juntos. Yo era la “niña de papá” y me sentía segura con él, cuando era muy pequeña incluso me echaba la
siesta encima de su tripa. Pienso que hasta cierto punto es bueno que tuviese
esta relación con mi padre, pero me faltaba compensarla con una relación más
cercana con mi madre.
Pero la vida nos enseña sus lados más oscuros, da igual la edad que
tengas cuando una mala noticia llama a tu puerta y se instala de compañera en
tu casa. En mi caso tenía 6 años cuando mi padre tuvo un derrame cerebral con
el que no volvió a ser el mismo. No voy a entrar en muchos detalles médicos
pero estuvo dos semanas ingresado sin ser muy consciente de lo que pasaba a su
alrededor, perdió parte de sus funciones motoras y del lenguaje.
Personalmente se me cayó el mundo encima en esas semanas, a mis hermanos y a mí no nos dejaban ir a cuidados intensivos a verlo, yo creo que intentaban protegernos.
Personalmente se me cayó el mundo encima en esas semanas, a mis hermanos y a mí no nos dejaban ir a cuidados intensivos a verlo, yo creo que intentaban protegernos.
Sabes, realmente fue peor lo que vino a continuación, nadie se sentó a
hablar conmigo de lo que había pasado a mi padre: ¿cómo le explicas a una niña
de 6 años eso? Mi padre cambió mucho, sobre todo a nivel emocional. De ser una
persona extrovertida pasó a ser muy reservado, ya no quería jugar tanto con
nosotros, se cansaba mucho…normalmente estaba de mal humor. Su ira era
incontrolable, rompía cosas o gritaba mucho, pasó por un tiempo de depresión y
ansiedad. Incluso ahora que escribo sobre esto siento tristeza en mi corazón y
se me llenan un poco los ojos de lágrimas. De repente
sentí que el mundo
no era un lugar seguro ya que no podía confiar en la figura que me daba esa
seguridad.
Ahora me doy cuenta que este fue uno de los detonantes de mi AMS, aunque
no fue el único lógicamente. No ayudó mucho que mis padres, los dos, mi padre y
mi madre, discutieran mucho entre ellos, y que yo estuviese en medio.
A partir de los 10 años escuché muchas veces a de mi madre decir que los hombres son malos, que hacen daño a las mujeres, que son el “sexo débil”, que si mira tu padre... esto o aquello, que total casarte para vivir con una persona enferma no merece la pena… día tras día, comida tras comida, noche tras noche…mi madre tenía un “armamento” en su boca para criticar a los hombres.
Ahora ya no la culpo, sé que ella no tuvo un buen padre y que no le fue fácil vivir la enfermedad de mi padre.
A partir de los 10 años escuché muchas veces a de mi madre decir que los hombres son malos, que hacen daño a las mujeres, que son el “sexo débil”, que si mira tu padre... esto o aquello, que total casarte para vivir con una persona enferma no merece la pena… día tras día, comida tras comida, noche tras noche…mi madre tenía un “armamento” en su boca para criticar a los hombres.
Ahora ya no la culpo, sé que ella no tuvo un buen padre y que no le fue fácil vivir la enfermedad de mi padre.
Cuando era adolescente
yo quería ser un chico, pese a todo esto, quería ser el “niño bueno” de mamá, creo que en ese
momento competía con mi hermana pequeña porque pensaba que tenía que “ganarme”
mi espacio en su vida.
Por otra parte, yo tenía más amigos chicos que chicas, de hecho me
sentía uno de ellos. Pero secretamente tenía mucho temor a los chicos,
especialmente a los chicos un poco mayores que yo.
En mis primeros años universitarios no me fijaba en chicos, tenía muy claro
que me atraían las mujeres, pero también evitaba a los hombres porque para mí
eran una fuente de sufrimiento. Mi padre lo había sido, ellos también. Yo soy una persona de fe y en
ese tiempo era incapaz de rezar a Dios Padre,
simplemente mi padre al que conocía me había hecho tanto daño que ¿cómo
confiar en Dios al que no veía?
Si yo no hubiese decidido empezar a trabajar el AMS, esta sería
el final de la historia, pero actualmente es muy diferente. Aquí la palabra clave es
perdón. Los últimos 6 meses de
terapia me han ayudado principalmente a sacar toda la frustración que tenía en
relación a mi padre y llenar todo el vacío que provoca tener un padre ausente,
con algo totalmente diferente, y esto sólo lo hace el perdón. He tenido que perdonar a mi
padre, él no es responsable de su
enfermedad y en los últimos años ha tenido otros dos fallos neurológicos lo
cual hace que esté peor. He tenido que aprender a amar a mi padre con sus más y
con sus menos. No puedo tener conversaciones maduras con él, ni pedirle
consejo, no es una persona emocionalmente estable… pero el tiempo que paso con
él es de calidad. Valoro los detalles de cariño que tiene conmigo, gestos
sencillos como recogerme el plato de la mesa o cuando me dice que reza por mí.
No es perfecto, ningún padre de la Tierra lo es. También he aceptado a Dios Padre en mi
vida, sé que Él es bondad y
misericordia, no tengo la menor duda de que se interesa por mí y me ama de una
forma personal. Esto trasciende lo que hago y suple las carencias de un padre
"imperfecto" en la Tierra.
Mejorar la relación con mi padre también ha tenido una gran consecuencia
en mi vida y es el cómo me relaciono ahora con los hombres. Pero eso lo dejamos
para la siguiente página del diario.
Elena Lorenzo Rego
elena@elenalorenzo.com
elena@elenalorenzo.com
Si quieres conocer más sobre la AMS no deseada y
la terapia de cambio visita: LoSé
Elena Lorenzo Rego
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