Cuando
uno se casa cambia de estado, de situación.
Es obvio que algo tiene que notar, porque si no notase nada, entonces es que no había cambiado.
Esto puede parecer una obviedad, pero resulta que las cosas nuevas sorprenden.
En el fondo creemos que todo tiene que seguir igual.
Quizá en los primeros tiempos existe una cierta expectativa y deseo de comprobar si todo lo que se le ha dicho en el noviazgo se lleva a la práctica.
Se está percibiendo y comprobando; nótese bien que no digo espiando, pero lo que está claro es que hay situaciones que sorprenden y uno las reflexiona y analiza.
Hay un cierto orden de tareas que luego se va desequilibrando en función de las capacidades, habilidades e incluso aficiones de cada uno. También de la preocupación por el otro.
No importa el desequilibrio, siempre y cuando el menos capacitado para cada tarea tenga la intención y ayude efectivamente.
Se tienden a poner deberes en relación con la familia política. To do lo que haya que decirle a esta hay que decirselo y se lo debe decir su hijo.
En estos primeros tiempos de casados, el estado de ánimo suele cambiar más veces de las que quisieramos.
Uno se hace consciente de que ya tiene su casa, ya no vive con sus padres, ya no decide ni resuelve con la libertad con la que lo hacía antes.
Esto puede crear pequeñas bajadas del estado de ánimo.
Por lo general, son bajones que carecen de importancia, aunque cuando se están sufriendo sus consecuencias siempre parecen más graves de lo que son.
Posiblemente veamos a la otra persona actuar de una manera distinta a como lo hacemos nosotros, o a como siempre se ha hecho en nuestra casa.
Nos fijamos en pequeñas cosas sin importancia.
Ése puede ser el momento de descubrir que, aunque nosotros tenemos unas costumbres, hay otra manera de actuar tan válida como la nuestra.
En el terreno de la sexualidad, es posible que muchas mujeres crean que el hombre dedica demasiado tiempo a pensar en el sexo.
En ese caso, y para aquellas mujeres que aún lo piensen, paciencia, hay que comprender que eso no va a ser siempre así.
Si alguno de los miembros de la pareja tiene esa sensación, el otro debe tranquilizarle, comprenderle y procurar ser delicado, porque puede terminar preocupando a su pareja.
Todas estas situaciones, así como otras más, son absolutamente normales.
Hay que irse adaptando y no merecen un segundo pensamiento.
Asimismo es normal que se tarde algún tiempo hasta que se lleguen a tener relaciones sexuales completamente satisfactorias.
Cuanto más se preocupe uno, más va a tardar en tenerlas.
Todo llega. Tranquilidad.
En fin, todo esto es secundario. Lo importante es que hayamos tomado la decisión cada uno de aceptar plenamente el compromiso, y no olvidemos que comprometerse es «quemar las naves», con la intención de llevarlo a cabo cada día.
El compromiso está en la voluntad y eso depende de nosotros. No de los sentimientos. De nuestra voluntad.
Si se vive —todo lo que hemos contado acerca de esos primeros tiempos—,con ilusión y voluntad permanente, seremos capaces de vencer los problemas que se presenten.
Con sentido común y hablando oportunamente.
Si hay que pedir ayuda, hacerlo con naturalidad, buscando la persona que de verdad pueda ayudarnos. En esta vida se necesita ayuda para casi todo.
¡Ánimo!
Es obvio que algo tiene que notar, porque si no notase nada, entonces es que no había cambiado.
Esto puede parecer una obviedad, pero resulta que las cosas nuevas sorprenden.
En el fondo creemos que todo tiene que seguir igual.
Quizá en los primeros tiempos existe una cierta expectativa y deseo de comprobar si todo lo que se le ha dicho en el noviazgo se lleva a la práctica.
Se está percibiendo y comprobando; nótese bien que no digo espiando, pero lo que está claro es que hay situaciones que sorprenden y uno las reflexiona y analiza.
Hay un cierto orden de tareas que luego se va desequilibrando en función de las capacidades, habilidades e incluso aficiones de cada uno. También de la preocupación por el otro.
No importa el desequilibrio, siempre y cuando el menos capacitado para cada tarea tenga la intención y ayude efectivamente.
Se tienden a poner deberes en relación con la familia política. To do lo que haya que decirle a esta hay que decirselo y se lo debe decir su hijo.
En estos primeros tiempos de casados, el estado de ánimo suele cambiar más veces de las que quisieramos.
Uno se hace consciente de que ya tiene su casa, ya no vive con sus padres, ya no decide ni resuelve con la libertad con la que lo hacía antes.
Esto puede crear pequeñas bajadas del estado de ánimo.
Por lo general, son bajones que carecen de importancia, aunque cuando se están sufriendo sus consecuencias siempre parecen más graves de lo que son.
Posiblemente veamos a la otra persona actuar de una manera distinta a como lo hacemos nosotros, o a como siempre se ha hecho en nuestra casa.
Nos fijamos en pequeñas cosas sin importancia.
Ése puede ser el momento de descubrir que, aunque nosotros tenemos unas costumbres, hay otra manera de actuar tan válida como la nuestra.
En el terreno de la sexualidad, es posible que muchas mujeres crean que el hombre dedica demasiado tiempo a pensar en el sexo.
En ese caso, y para aquellas mujeres que aún lo piensen, paciencia, hay que comprender que eso no va a ser siempre así.
Si alguno de los miembros de la pareja tiene esa sensación, el otro debe tranquilizarle, comprenderle y procurar ser delicado, porque puede terminar preocupando a su pareja.
Todas estas situaciones, así como otras más, son absolutamente normales.
Hay que irse adaptando y no merecen un segundo pensamiento.
Asimismo es normal que se tarde algún tiempo hasta que se lleguen a tener relaciones sexuales completamente satisfactorias.
Cuanto más se preocupe uno, más va a tardar en tenerlas.
Todo llega. Tranquilidad.
En fin, todo esto es secundario. Lo importante es que hayamos tomado la decisión cada uno de aceptar plenamente el compromiso, y no olvidemos que comprometerse es «quemar las naves», con la intención de llevarlo a cabo cada día.
El compromiso está en la voluntad y eso depende de nosotros. No de los sentimientos. De nuestra voluntad.
Si se vive —todo lo que hemos contado acerca de esos primeros tiempos—,con ilusión y voluntad permanente, seremos capaces de vencer los problemas que se presenten.
Con sentido común y hablando oportunamente.
Si hay que pedir ayuda, hacerlo con naturalidad, buscando la persona que de verdad pueda ayudarnos. En esta vida se necesita ayuda para casi todo.
¡Ánimo!
José María Contreras
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