Evidentemente creo…, que en este mundo se habla mucho de libertad, pero
en su nombre se realizan muchos liberticidios. La mayoría de nosotros somos capaces
de respetar la libertad ajena solo si esta coincide con nuestro pensamiento.
Todos nos creemos en posesión de la Verdad, y queremos que nuestra Verdad sea
aceptada y practicada por los demás, y si no la aceptan ni a practican,
enseguida viene el reproche, la animadversión y lo que es peor, el odio que es
la base de la guerra entre los seres humanos.
George Chevrot escribe
diciendo: “El amor tiene por
condición la libertad. No ha ser humano que pueda ser constreñido a amar. Lo
mismo que nadie puede ser amado a la fuerza. La libertad es condición del amor.
Y el amor es la renovación perpetua de la libertad”.
Es por ello que también nosotros no podemos imponer la fe a alguien que no la
tenga. La fe se propone, pero no se impone, porque es imposible la
imposición. Todo ser humano tiene ansia de libertad, porque es a través de ella
eligiendo el bien y no el mal como llegaremos a satisfacer y gozar ese ansia de
eterna felicidad que no logramos encontrar en este mundo. El ser humano
manifiesta una tan gran ansia de libertad, porque su aspiración fundamental es
la aspiración a esa felicidad que aquí abajo solo podemos llegar a poseer, si
tenemos amor y escogemos el bien detestando el mal, solo eligiendo el bien
encontraremos la felicidad que anhelamos porque ella es unida al amor. El
hombre ha sido creado por razón de amor, para amar y ser amado, y solo puede
hallar la felicidad amando y siendo amado. Como dice Santa Catalina de Siena: “El hombre no sabría vivir sin amor”.
No puedes obligarte a ti mismo a sentir algo que no sientes, pero sí
puedes obligarte a hacer el bien, a pesar de lo que sientes. También hay
respetar las opiniones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser
humano puede tener. Las personas son diferentes, por lo tanto actúan diferentes
y piensan diferente. Estos son principios básicos para la convivencia humana.
Pearl S, Buck, cuenta una anécdota que da fe de lo dicho hasta ahora: Un hombre estaba poniendo flores en la tumba
de su esposa, cuando vio a un hombre chino poniendo un plato con arroz en la
tumba vecina. El hombre se dirigió al chino y le preguntó: Disculpe señor, ¿de
verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz? Sí, le respondió el
hombre: cuando el suyo venga a oler sus flores.
En el libro del eclesiástico, podemos leer: “14 Él fue quien al principio hizo al hombre, y
le dejó en manos de su propio albedrío.15 Si tú quieres, guardarás los
mandamientos, para permanecer fiel a su beneplácito. 16 Él te ha puesto delante
fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano. 17 Ante los hombres está
la vida y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará.”. (Ecl 15,14-17).Esas simples palabras
del Eclesiástico si las meditamos lentamente nos daremos cuenta de algo que ya
sabemos pero que pocas veces lo tenemos en cuenta: Ante los hombres está la vida y la muerte, lo que prefiera cada cual, se
le dará.
Y en esta frase se resumen nuestro libre
albedrío, podemos escoger vida o muerte; amor u odio; luz o tinieblas; felicidad
o sufrimiento y sea lo que sea que vayamos a escoger, ello será para siempre,
eternamente sin posibilidad alguna de arrepentimiento, porque cuando se sale
uno, del ámbito de amor del Señor, ha perdido a perpetuidad la capacidad de
amar y ser amado, algo esencial para nosotros que recibimos de la única fuente
de amor que existe que es Dios mismo, porque Él es amor y solo amor. Para
arrepentirse de algo hace falta tener capacidad de amar porque el
arrepentimiento es un acto de amor, y el que sale voluntariamente del ámbito de
amor de Dios, ha perdido para siempre su capacidad e amar y por ello sin tesa
capacidad ningún condenado en el infierno puede arrepentirse. Es por ello, que
ningún condenada saldrá nunca del infierno.
Dios nos ha regalado el
libre albedrío para que voluntariamente acudamos a Él, libremente para que
elijamos entre el bien y el mal, pero es de ver que realmente la
libertad, no es la elección entre el bien y el mal, sino que ella. La libertad
desaparece cuando se escoge el mal. Por ejemplo, antes de mentir soy libre; si
digo la verdad sigo siendo libre; si miento, quedo encadenado a la mentira. Dios mejor que nadie sabe
que solo en la libertad se puede genera el amor. La libertad es una
característica esencial del amor. Ninguno de nosotros somos capaces de amar a
quien no amamos. El amor ni se compra ni se vende ni siquiera se puede regalar
por razones humanitarias, salvo que se haga un acto de amor, en función del
Sumo amor de Dios que es, de donde emana toda fuentes de amor, porque como nos
dice San Juan: “Dios es amor y solo
amor”- (1Jn 4,16).
El uso del libre
albedrío de que disponemos, nos permite actuar de acuerdo con la voluntad
divina y también ir en contra de ella. Pero como es lógico comprender, Dios no
otorgará sus divinas gracias al que quiera ir contra la divina voluntad. Si
nuestra voluntad acepta la voluntad divina, porque amor al al Señor, o
inclusive interesadamente porque el que sea, ve que es lo que más le conviene,
siempre en esta línea de actuación, encontraremos la gracia divina pero por
pura lógica Dios la otorgará más a gusto, al que más le ama porque el amor
implica asemejanza y Dios ama al alma que más se le asemeja.
Thomas Merton escribe: “En la medida en que somos libres para escoger el mal, no somos libres.
Una mala elección destruye la libertad. (Ya antes lo hemos expresado). No
podemos escoger el mal como mal, sino como un bien aparente. Porque cuando
decidimos hacer algo que nos parece bueno, pero que en realidad no lo es,
estamos haciendo algo que realmente no queremos hacer y por tanto no somos
verdaderamente libres…. La libertad por consiguiente no consiste en un
equilibrio entre elecciones buenas y malas, sino en amar y aceptar
perfectamente lo que es realmente bueno y odiar y rechazar perfectamente lo que
es malo…. Dios en quien no existe absolutamente ninguna sombra ni posibilidad
de mal o de pecado, es infinitamente libre. De hecho Él es la libertad…. Así
pues, la definición más sencilla de libertad es “la facultad de hacer la
voluntad de Dios”. Tener la capacidad de resistirse a su voluntad es no ser
libres. En el pecado no hay verdadera libertad”.
“La libertad es un talento dado por Dios, un instrumento de trabajo. Es
la herramienta con la que construimos nuestra vida, nuestra felicidad. No
debemos de sacrificar jamás nuestra verdadera libertad, porque si la
sacrificamos renunciamos al mismo Dios. Solo hay que sacrificar la falsa
espontaneidad del capricho, la pseudo libertad del pecado. Tenemos que defender
nuestra verdadera libertad con la vida misma, ya que es el elemento más
precioso de nuestros ser, Es ella la que nos hace Personas constituidas a
imagen de Dios”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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