Acabo de leer todo lo relacionado con la impecable
visita que han realizado los Reyes de España a Marruecos, y constato, -si les
soy sincero, con agrado-, el respeto de la Reina Letizia para con todas las normas del protocolo cuando de la
visita a un país islámico se trata, presentándose en el Mausoleo de Mohammed V según mandan los cánones islámicos, es
decir, descalza y con un velo en la cabeza que, por cierto, le queda muy
bonito, como pueden Vds. comprobar en la imagen debajo.
No faltará sin duda quien piense que ha hecho flaco
favor a la causa feminista, avalando con su comportamiento lo que muchos
consideran una manifestación más, muy visible en este caso, de la
discriminación contra las mujeres y de su “sometimiento” al varón según lo
llaman. Aunque, francamente, tampoco espero declaraciones muy ostentóreas
por parte del feminismo internacional, pues es un hecho evidente que por
poco que determinados lobbies -islamismo radical, feminismo, gays,
comunistas- tengan que ver entre sí, y por menos que le guste a ninguno de
ellos que se lo recuerden, entretanto se enfrentan a ese enemigo que sólo ellos
se han declarado que es la civilización y el humanismo cristianos, se profesan
mutua simpatía y no acostumbran a agredirse entre sí (pinche aquí si desea conocer una expresión más de esa
alianza tácita e inconfesable).
Personalmente, no soy de los que mira tan lejos, que el que mira demasiado al cielo, con la cara acaba en el suelo. Respetar las costumbres, las tradiciones, de los pueblos, y sobre todo del anfitrión cuando de invitado se va, siempre fue de buena de educación, y como tal, una norma de convivencia. Que al fin y al cabo, esa y no otra es la razón de ser de las normas de educación. Y poco o nada tiene que ver, o debería, dicho respeto con la lucha que en terrenos como el de la equiparación de la mujer se pueda desarrollar en Marruecos o en otros lugares, a los efectos, similares.
Todo esto dicho, muchos son los que se preguntan por qué la hoy Reina de España no observó similar celo cuando el 30 de junio pasado visitó el Vaticano haciéndolo sin la preciosa mantilla blanca que es privilegio de las reinas españolas. En román paladino ¿por qué sí cuando del Sultán de Marruecos se trata, y no cuando del Obispo de Roma se trató?
Personalmente, no soy de los que mira tan lejos, que el que mira demasiado al cielo, con la cara acaba en el suelo. Respetar las costumbres, las tradiciones, de los pueblos, y sobre todo del anfitrión cuando de invitado se va, siempre fue de buena de educación, y como tal, una norma de convivencia. Que al fin y al cabo, esa y no otra es la razón de ser de las normas de educación. Y poco o nada tiene que ver, o debería, dicho respeto con la lucha que en terrenos como el de la equiparación de la mujer se pueda desarrollar en Marruecos o en otros lugares, a los efectos, similares.
Todo esto dicho, muchos son los que se preguntan por qué la hoy Reina de España no observó similar celo cuando el 30 de junio pasado visitó el Vaticano haciéndolo sin la preciosa mantilla blanca que es privilegio de las reinas españolas. En román paladino ¿por qué sí cuando del Sultán de Marruecos se trata, y no cuando del Obispo de Roma se trató?
No conviene hacer demagogia al respecto. El
protocolo no es una ciencia inalterable, y al parecer, el Vaticano viene
cambiando sus reglas muy de prisa en los últimos años. Y así, mientras en los
actos públicos sigue prevaleciendo la alta etiqueta que, por lo que hace a la Reina de España, incluye entre otras
normas el llamado “privilegio del blanco” (tema del que si quiere puede saberlo todo pinchando
aquí), en las audiencias privadas el protocolo no es tan estricto y
permite el traje corto y la cabeza descubierta. La verdad es que a la propia Reina Sofía, a la que no se puede
tachar de laxa en lo relativo al tema, la hemos visto de guisa tal desde hace
ya mucho tiempo con los distintos papas con los que le ha tocado convivir, y
más concretamente, en la que fue su última visita papal como reina de España el
pasado día 28 de abril (véalo arriba).
No menos cierto, sin embargo, que si lo hubiera
deseado y en ese sentido lo hubieran negociado la diplomacia y el protocolo
españoles, nada habría impedido a Letizia
acudir a la audiencia papal con la preciosa mantilla blanca que portan las
reinas católicas -y muy especialmente la reina de España-, algo de lo que
existen precedentes cercanos, como el de la Reina Paola de Bélgica el 11 de octubre de 2009 (a la izquierda),
o un poco más lejanos, el de la mismísima Reina Sofía ante Juan
Pablo II y antes ante Juan Pablo
I o Pablo VI (abajo).
Pena,
pues, que Letizia haya
desaprovechado la oportunidad de, por un lado, portar una prenda tan española y
tan bella como la mantilla, y por otro, poner en valor un privilegio tan unido
a la casa real de la que ahora ella es titular. Y todo ello sin hablar, como
han visto Vds., de que al fin y a la postre, y por más que a muchos duela,
España sigue siendo un país mayoritariamente católico, cosa que no es así
porque yo lo diga, no, sino porque de este modo lo siguen declarando los
españoles cuando requeridos al respecto (pinche aquí para conocer algo más sobre el tema).
Y puesto que tarde o temprano, -más que probablemente ya en su agenda cuando visitaban al Papa-, los Reyes de España tendrían que vérselas ante el Rey de Marruecos y allanarse a las exigencias protocolarios de nuestro amable vecino del sur, tal vez hubiera sido más apropiado haber cumplimentado con protocolo similar también ante el Santo Padre, justamente para evitar odiosas comparaciones y que ahora alguien pueda reprochar a la pareja real española hacer ante el Sultán de Marruecos lo que no hace ante el Papa, algo que tratándose de un país de las características del nuestro, carece de todo sentido.
Pero en fin, eso es mucho esperar de la balbuceante política exterior española y menos aún, de los tiempos de horterismo laicista que corren. Pensamiento con el que por hoy les dejo, no sin desearles como hago siempre y hoy también, que hagan Uds. mucho bien y que no reciban menos.
Y puesto que tarde o temprano, -más que probablemente ya en su agenda cuando visitaban al Papa-, los Reyes de España tendrían que vérselas ante el Rey de Marruecos y allanarse a las exigencias protocolarios de nuestro amable vecino del sur, tal vez hubiera sido más apropiado haber cumplimentado con protocolo similar también ante el Santo Padre, justamente para evitar odiosas comparaciones y que ahora alguien pueda reprochar a la pareja real española hacer ante el Sultán de Marruecos lo que no hace ante el Papa, algo que tratándose de un país de las características del nuestro, carece de todo sentido.
Pero en fin, eso es mucho esperar de la balbuceante política exterior española y menos aún, de los tiempos de horterismo laicista que corren. Pensamiento con el que por hoy les dejo, no sin desearles como hago siempre y hoy también, que hagan Uds. mucho bien y que no reciban menos.
Luis
Antequera
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