No solo el Vaticano,
también la Iglesia ortodoxa rusa está teniendo problemas de imagen últimamente.
Después de que
malborraran con Photoshop el precioso reloj de la muñeca del Patriarca de Moscú
y de todas las Rusias en una fotografía publicada en el sitio del patriarcado,
el portavoz y responsable del sitio web de Kirill, Vladimir Vigilansky,
renunció al cargo. Su lugar ahora lo ocupa, por orden de Kirill, el vice
Alexander Volkov. Vigilansky, indica la explicación oficial de la sustitución,
fue nombrado rector de una Iglesia que se está construyendo en la pequeña
población de Zaitseva, cerca de Moscú.
La imagen del
patriarcado acababa de ser empañada hace algunos meses por la demanda
multimillonaria por los daños que sufrió un departamento de Kirill, en el que
vive una pariente suya, por el polvo que entró durante las obras de restructuración
de la casa del ex ministro de la Salud, Yuri Shevchenko. Después de aquel caso,
muchos fieles habían protestado por el llamado que difundió el patriarcado para
que se condenara severamente al grupo de las tres activistas del colectivo punk
de las “Pussy Riot”, arrestadas después de su exhibición en la Catedral de
Cristo el Salvador.
Según el
Patriarcado, el cambio de portavoz se trata de una decisión espontánea.
Vigilansky, en servicio desde 2005, confirma que se trata de una decisión
debida a la imposibilidad de recubrir dos cargos contemporáneamente y aclara
que no se debe a otras cuestiones de la actualidad que vive el Patriarcado.
Pero la relación con los últimos escándalos que han golpeado a la Iglesia rusa
surge automáticamente: desde el proceso de las punks del grupo “Pussy Riot”
hasta la foto manipulada que apareció en el sitio web del Patriarcado. El
sacerdote anunció que dentro de poco será publicado un libro suyo sobre los
escándalos que rodean al Patriarcado y que contaría con la “bendición” de
Kirill.
Durante este
tercer mandato de Putin, la Iglesia ortodoxa se propone como el brazo religioso
del Kremlin. En particular, la cúpula de la ortodoxia rusa se propone
“cristianizar” al ejecutivo, orientando en clave nacionalista los temas éticos
y sociales. «La inmigración ilegal hay que controlarla con reglas más severas»,
exhorta el Departamento del Patriarcado que se ocupa de las relaciones con la
sociedad: «Lo pretende la mayor parte de los rusos». Una actitud que se niega a
aceptar la dirección autoritaria que está tomando el nuevo “zar”.
El polémico
decreto legislativo que aumenta de forma exponencial las sanciones previstas
para los que participen en manifestaciones no autorizadas solo está esperando
la firma del presidente Vladimir Putin. Según los defensores de los derechos
humanos, el texto viola el derecho a manifestarse libremente, que establece la
Constitución federal. «El controvertido decreto legislativo obtuvo la
aceptación del Consejo de la Federación el 6 de junio, después de que fuera aprobado
por la Duma, al final de inédito debate que duró 11 horas», refiere la agencia
del PIME, AsiaNews. Desde la época de Yeltsin, en los años 90, no había habido
una sesión tan agitada, con la oposición que presentó una montaña de enmiendas
al documento propuesto por el partido de la mayoría Rusia Unida. Para todos los
que participen en manifestaciones no autorizadas, las nuevas reglas establecen
un aumento del 200% con respecto a las sanciones anteriores. Para incurrir en
las multas, indica AsiaNews, será suficiente «estar en masa contemporáneamente»
en un determinado lugar. Indicación que tiene como objetivo obstaculizar
incluso las formas más creativas de protesta, como las que han hecho
integrantes de la oposición durante los últimos meses, como los paseos por las
calles del centro o “sit-in” en los parques con los inconfundibles lazos
blancos que simbolizan la protesta.
Para que se
vuelva ley solo falta la firma de Putin. El jefe del Consejo federal para los
derechos humanos, Mikhail Fedotov, anunció que pedirá al líder del Kremlin que
censure el documento, pusto que viola el artículo 31 de la Constitución, en
donde se garantiza el derecho a la libertad de manifestarse. También han
criticado la casi nueva ley muchas organizaciones como Human Rights Watch o la
Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa. El vocero del Kremlin, Dimitri
Peskov, anunció que el presidente «escuchará todas las voces» antes de tomar
una decisión. Pero las esperanzas de que el decreto legislativo pueda ser
rechazado son pocas: hace dos días, el mismo Putin declaró que estaba a favor
de la iniciativa, que, según su opinión, uniformaría Rusia a la legislación al
respecto vigente en Europa. Si no habrá posteriores obstáculos, la ley podría
entrar en vigor el 10 de junio, antes de la próxima gran manifestación
anti-gobernativa a la que convocó la oposición en Moscú. Se trata de un tiempo
récord, indican algunos parlamentarios: «En nuestra historia reciente – recuerda
la senadora Ljudmila Narusova – solo hemos votado con tanta rapidez para entrar
a la guerra» contra Georgia en 2008.
Giacomo Galeazzi
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