sábado, 9 de junio de 2012

SI EN ROMA MUCHOS LLORAN, EN MOSCÚ NADIE RÍE


No solo el Vaticano, también la Iglesia ortodoxa rusa está teniendo problemas de imagen últimamente.

Después de que malborraran con Photoshop el precioso reloj de la muñeca del Patriarca de Moscú y de todas las Rusias en una fotografía publicada en el sitio del patriarcado, el portavoz y responsable del sitio web de Kirill, Vladimir Vigilansky, renunció al cargo. Su lugar ahora lo ocupa, por orden de Kirill, el vice Alexander Volkov. Vigilansky, indica la explicación oficial de la sustitución, fue nombrado rector de una Iglesia que se está construyendo en la pequeña población de Zaitseva, cerca de Moscú.

La imagen del patriarcado acababa de ser empañada hace algunos meses por la demanda multimillonaria por los daños que sufrió un departamento de Kirill, en el que vive una pariente suya, por el polvo que entró durante las obras de restructuración de la casa del ex ministro de la Salud, Yuri Shevchenko. Después de aquel caso, muchos fieles habían protestado por el llamado que difundió el patriarcado para que se condenara severamente al grupo de las tres activistas del colectivo punk de las “Pussy Riot”, arrestadas después de su exhibición en la Catedral de Cristo el Salvador.

Según el Patriarcado, el cambio de portavoz se trata de una decisión espontánea. Vigilansky, en servicio desde 2005, confirma que se trata de una decisión debida a la imposibilidad de recubrir dos cargos contemporáneamente y aclara que no se debe a otras cuestiones de la actualidad que vive el Patriarcado. Pero la relación con los últimos escándalos que han golpeado a la Iglesia rusa surge automáticamente: desde el proceso de las punks del grupo “Pussy Riot” hasta la foto manipulada que apareció en el sitio web del Patriarcado. El sacerdote anunció que dentro de poco será publicado un libro suyo sobre los escándalos que rodean al Patriarcado y que contaría con la “bendición” de Kirill.

Durante este tercer mandato de Putin, la Iglesia ortodoxa se propone como el brazo religioso del Kremlin. En particular, la cúpula de la ortodoxia rusa se propone “cristianizar” al ejecutivo, orientando en clave nacionalista los temas éticos y sociales. «La inmigración ilegal hay que controlarla con reglas más severas», exhorta el Departamento del Patriarcado que se ocupa de las relaciones con la sociedad: «Lo pretende la mayor parte de los rusos». Una actitud que se niega a aceptar la dirección autoritaria que está tomando el nuevo “zar”.

El polémico decreto legislativo que aumenta de forma exponencial las sanciones previstas para los que participen en manifestaciones no autorizadas solo está esperando la firma del presidente Vladimir Putin. Según los defensores de los derechos humanos, el texto viola el derecho a manifestarse libremente, que establece la Constitución federal. «El controvertido decreto legislativo obtuvo la aceptación del Consejo de la Federación el 6 de junio, después de que fuera aprobado por la Duma, al final de inédito debate que duró 11 horas», refiere la agencia del PIME, AsiaNews. Desde la época de Yeltsin, en los años 90, no había habido una sesión tan agitada, con la oposición que presentó una montaña de enmiendas al documento propuesto por el partido de la mayoría Rusia Unida. Para todos los que participen en manifestaciones no autorizadas, las nuevas reglas establecen un aumento del 200% con respecto a las sanciones anteriores. Para incurrir en las multas, indica AsiaNews, será suficiente «estar en masa contemporáneamente» en un determinado lugar. Indicación que tiene como objetivo obstaculizar incluso las formas más creativas de protesta, como las que han hecho integrantes de la oposición durante los últimos meses, como los paseos por las calles del centro o “sit-in” en los parques con los inconfundibles lazos blancos que simbolizan la protesta.

Para que se vuelva ley solo falta la firma de Putin. El jefe del Consejo federal para los derechos humanos, Mikhail Fedotov, anunció que pedirá al líder del Kremlin que censure el documento, pusto que viola el artículo 31 de la Constitución, en donde se garantiza el derecho a la libertad de manifestarse. También han criticado la casi nueva ley muchas organizaciones como Human Rights Watch o la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa. El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, anunció que el presidente «escuchará todas las voces» antes de tomar una decisión. Pero las esperanzas de que el decreto legislativo pueda ser rechazado son pocas: hace dos días, el mismo Putin declaró que estaba a favor de la iniciativa, que, según su opinión, uniformaría Rusia a la legislación al respecto vigente en Europa. Si no habrá posteriores obstáculos, la ley podría entrar en vigor el 10 de junio, antes de la próxima gran manifestación anti-gobernativa a la que convocó la oposición en Moscú. Se trata de un tiempo récord, indican algunos parlamentarios: «En nuestra historia reciente – recuerda la senadora Ljudmila Narusova – solo hemos votado con tanta rapidez para entrar a la guerra» contra Georgia en 2008.

Giacomo Galeazzi

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