FUERON MISIONEROS CON ALMA DE EXPLORADORES
Por todo el mundo los misioneros jesuitas fueron explorando nuevas
tierras y realizando mapas que fueron de gran utilidad.
La tradición científica de los jesuitas en las tierras de misión conllevó contribuciones
en el campo de la astronomía, historia natural, etnografía, botánica, medicina.
Y, también, en la cartografía.
La curia de Roma requería a sus misioneros información
sobre la cosmografía de las tierras lejanas que habían ido a evangelizar. Esta información se enviaba en forma
de cartas (llamadas Cartas Annuas) que incluían numerosas imágenes, detalles de
las tierras de misión y también mapas, algunos de los cuales serían la primera
cartografía de determinadas zonas geográficas ignotas hasta el momento.
Sus trabajos cartográficos destacan sobre todo
desde sus primeras expediciones hasta la Supresión de la Compañía en 1773. Algunos jesuitas como
Marquette, Kino, Consag, Fritz, Quiroga y Román hicieron importantes
descubrimientos geográficos y los plasmaron en sus mapas. Otros descubridores
vieron sus trabajos reflejados en mapas de otros jesuitas de la misma época.
Para esta tarea de exploración y posterior cartografiado sería clave su
estrecho contacto con los indígenas, verdaderos guías por aquellas tierras y el
conocimiento de sus lenguas.
La Sociedad Geográfica Española ofrece este extenso reportaje sobre el papel de los
jesuitas en la cartografía:
LA CARTOGRAFÍA DE LOS JESUITAS
Queremos en este artículo exponer someramente los trabajos cartográficos
que realizaron los jesuitas durante los años en que la Compañía estuvo activa
hasta su expulsión de Portugal en 1759, de Francia y España en 1764 y 1767
respectivamente; y por último en todo el mundo en 1773. Por la falta de espacio
nos detendremos casi exclusivamente en los cartógrafos más representativos y en
los mapas por los que son conocidos.
Teniendo en cuenta los lugares donde levantaron cartografía, su trabajo lleva implícito un componente importante de
exploración y descubrimiento, y
algunos, como Marquette, Kino, Consag, Fritz, Quiroga y Román hicieron
importantes descubrimientos geográficos que plasmaron en sus mapas y diarios
que enviaban a Roma, donde se encuentran muchos de ellos. Otros, que hicieron
descubrimientos, no realizaron mapas directamente pero sus trabajos están
reflejados en mapas de otros jesuitas de la misma época.
Para la elaboración de sus mapas contaron con la información de
los indígenas sobre los que ejercían su labor misional, y el conocimiento de sus lenguas. No dispusieron
en muchos casos del suficiente aparato técnico y científico para el
levantamiento de los mapas, ya que astronómicamente hablando, sólo nos
encontramos con los trabajos del jesuita Bartolomé Suarez y José Quiroga que
hicieron trabajos de campo y mediciones astronómicas en el Río de Plata. En sus
mapas se basaron los cartógrafos europeos de los siglos XVII y XVIII que nunca
pusieron sus pies en aquellas zonas para hacer los suyos.
Nos referimos a D’Anville, De Lisle, Bellin,
Sanson, Tomás López, Bowen, Cruz Cano, etc.
A mediados del siglo XVIII los únicos mapas del interior de América del
Sur con los que contaron los demarcadores españoles en el interior de América
del Sur eran los de los jesuitas. También la expedición Malaspina
se benefició de los mapas jesuitas que se guardaban en los archivos virreinales.
LOS MAPAS DE ESPAÑA
En lo referente a mapas de España, los jesuitas Carlos Martínez y
Claudio de la Vega, profesores del Colegio Imperial de Madrid, recibieron el
encargo del ministro, marqués de la Ensenada, de levantar un mapa de España
mediante determinaciones geométricas para utilizarlo en una mejor
administración del territorio. Se dedicaron a ello desde 1736 hasta 1743, pero
el mapa, compuesto de 36 hojas unidas que mide 225 x 228 cm, quedó inacabado no
sabemos por qué razones, aunque es posible que este proyecto se solapara con el
presentado por Jorge Juan a su vuelta de la expedición de la medición del
meridiano dirigida por La Condamine.
El mapa abarca el territorio español exceptuando
Galicia, Asturias, León, Castilla la Vieja (menos Ávila y Logroño), Baleares y Canarias- Aunque incompleto, es el
mapa de España más perfecto realizado hasta esa fecha. Fue consultado por el
geógrafo español Tomás López para muchos de sus trabajos cartográficos y
actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional.
KRUSINSKI Y EL MAPA DE PERSIA
Una de las fuentes del mapa de Guillermo Delisle, Carte des Pays Voisins de la Mer Caspienne de 1723 es con mucha seguridad el jesuita polaco
Judas Tadeo Krusinski, que fue Fiscal General de la misión de la Compañía en
Persia. Su Historia de Persia disfrutó de una gran
reputación y fue la base de muchas relaciones contemporáneas que trataban de
ese país. Krusinski dejó Persia
en 1725 y los siguientes cuatro años los pasó en Estambul. El cartógrafo
francés lo cita como Crusius en la cartela inserta en el propio mapa.
CANADÁ: MARQUETTE Y EL MISISSIPPI
Louis Jolliet, un explorador francocanadiense, y el misionero jesuita
Jacques Marquette (1637-1675) fueron en 1673 los primeros
europeos en explorar y levantar mapas del curso alto del Misissippi,
desde el territorio del actual Canadá. El curso sur del gran río ya había sido
explorado por los españoles de la expedición de Hernando de Soto un siglo
antes.
El 8 de diciembre de 1672, iniciaron la
exploración desde los lagos Hurón, Superior y Míchigan; el jesuita Jacques Marquette conocía
varias lenguas de las tribus indígenas de la región y posiblemente tenía
conocimientos cartográficos. Después de explorar el río Fox y el Wisconsin, siguieron
por el río Mississippi aguas abajo hasta la frontera actual de los estados de
Arkansas y Luisiana. Después de haber recorrido casi 2.000 km, aún faltaban
1.100 km para llegar a la desembocadura en el golfo de México, en territorio
dominado por los españoles. Los mapas
originales y el diario del padre Marquette se guardan en un archivo jesuita de
Montreal.
LA CARTOGRAFÍA DE NUEVA ESPAÑA
Las misiones de los jesuitas en el virreinato de Nueva España, actual
Méjico, se ubicaron en las Provincias Internas como se llamaba entonces al
territorio de California, Nuevo Méjico, Arizona, Sonora y Texas.
Por Real Cédula de 1699 se permitió a sus misiones de
la Baja California y de las Provincias Internas gestionar su labor de
evangelización bajo su total control y
a sus expensas, para lo que utilizaron los fondos Píos y además, y esto es lo
más sorprendente, tenían el poder de mandar y contratar soldados y otros
asuntos militares.
A finales del siglo XVII fue el padre Kino
junto con sus compañeros jesuitas quienes organizaron la defensa de las
misiones. Solamente las conquistas se debían hacer en nombre
del rey y bajo los auspicios del virrey. Esto se había hecho ya en las
reducciones de Paraguay con notable éxito.
Alrededor de 1683, el jesuita
croata Juan María Ratkay dibujó un mapa del territorio de los indios Tarahumara en el actual estado de Chihuahua, Méjico donde se
señalan las misiones principales de los jesuitas.
Pero en esta zona es relevante el trabajo del jesuita austriaco Eusebio
Francisco Kühn españolizado Kino (1637-1675), que llegó a Méjico en 1681.
Cuatro años después Kino participó como cosmógrafo del rey Carlos II en la
expedición de Atondo a California y plasmó la ruta seguida y las misiones y
asentamientos existentes en la Nueva España en la Tabula Californiae ex autoptica observatione delineata a R. P. Eusebio Chino S. J., 1685.
Otro mapa importante es Teatro de los
trabajos apostólicos de la Compañía de Jesús en la América septentrional,
de 1696, que parece que fue preparado para ilustrar el libro de Kino sobre el
martirio del padre Saeta y fue copiado y publicado por Nicolás De Fer en París
en 1703. Aunque Hernán Cortés ya había señalado que California era una lengua
de tierra unida al continente, a principios de
1600 se pensaba, basándose en especulaciones y fábulas, que California era la
isla más grande en el mundo conocido.
Esta idea estaba tan extendida que durante casi dos siglos, cientos de
mapas se publicaron representando a California separada de la tierra firme.
Un ejemplo de este tipo de mapas es el que John
Ogilvie, distribuyó en Inglaterra alrededor de 1680; en él encontramos la costa
occidental de Norteamérica rodeada de una gran masa de agua, y el fabuloso
estrecho de Anián, a través del cual se llegaba a la isla de California.
La idea persistió porque era casi imposible explorar el golfo de
California por mar o por tierra atravesando el desierto de Sonora. Desde la Misión de San Xavier de Bac y después de numerosos viajes, el
padre Kino determinó que California estaba conectada con el continente en la
desembocadura del río Colorado y escribió en sus informes “California no es
isla”. Su descubrimiento fue muy importante porque, a partir de
entonces, la ruta terrestre podría conectar las misiones de la Pimería Alta del
Padre Kino con las misiones de Baja California del Padre Salvatierra, además de
facilitar el asentamiento de colonos españoles.
Esta evidencia se resume en su mapa Passo
por Tierra a la California y sus confinantes nuevas naciones y nuevas missiones
de la Cia de Jesús, elaborado en
1701, que es uno de los mapas más importantes en la historia de América del
Norte. Tan preciso es este mapa que ninguna parte importante de él fue mejorada
en más de un siglo y medio. Se imprimió en 1705 y fomentó
su fama de cartógrafo y explorador en Europa, sirviendo de base a
mapas de Guillermo Delisle, Tomás López y Rigoberto Bonne. Un año más tarde, el
rey de España emitió un decreto real declarando que “California
no es una isla”.
Sin embargo, su
descubrimiento no fue plenamente aceptado hasta que en 1746 el jesuita Fernando
Consag navegó alrededor del Golfo de California y descubrió la costa oriental de California hasta
el río Colorado donde se acaba su estrecho, confirmando que la Baja California
estaba conectada con el continente. Consag hizo un mapa, que aparece impreso en
las Noticias de California y de su conquista temporal y espiritual, 1757, del
jesuita Miguel Venegas titulado, Seno de California y su costa oriental
nuevamente descubierta y registrada desde el cabo de las Vírgenes hasta su
término que es el rio Colorado, año 1747 por el p. Ferdinando Consag de la Cia
de Jesús, misionero en la California.
En la década de 1770 los participantes en la expedición De Anza fueron
los primeros europeos en utilizar la ruta terrestre
cuando se establecieron en la Alta California, pero a pesar de estos avances
geográficos la mayoría de los editores de mapas siguieron representando
California como una isla hasta 1784.
El padre Kino fue misionero, científico y
cosmógrafo.
El último mapa del Padre Kino data de 1710 y
representa lo que él llama Reino de la Nueva Navarra, nombre que propone para la
América Septentrional en la última parte de sus Favores celestiales, en honor a
San Francisco Javier. Sobre la silueta de California escribe las siguientes
palabras: “Penisla [península] de California
nuevamente averiguada por el P. Kino de la Compañía de Jesús en el
descubrimiento de el año de 1702”. El original se conserva en la
Biblioteca Nacional de París.
Las aportaciones geográficas del jesuita al conocimiento de California y
Provincias Internas son muy importantes: estableció
la posición relativa de los ríos Colorado y Gila, la ubicación correcta de la
parte superior de Sonora y Arizona, los cursos de los ríos, de valles y
montañas, el redescubrimiento de la naturaleza insular de la isla Tiburón, el
descubrimiento de la isla del Ángel de la Guarda, una más exacta ubicación del
Río Grande del Norte que fluye desde Nuevo México y desemboca en el Golfo de
México. Lo más importante: el Padre Kino preparó
el camino para librar a la geografía y a la cartografía de elementos inexistentes,
vagos, cambiantes y no comprobados.
Cuando llegó por primera vez a Méjico el Padre Kino tuvo alguna
controversia intelectual con Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700) que
también había sido jesuita entre 1660 y 1667, convirtiéndose en 1672 cuando
dejó la orden en profesor de matemáticas en la Real Universidad de México. En 1680 fue nombrado “Real cosmógrafo del reino”, y produjo su gran mapa de Nueva
España que influyó en toda la cartografía posterior y que testifica el gran
conocimiento de la región en cuya civilización era un experto. A lo largo de su
vida siguió dibujando mapas para ilustrar las distintas actividades que
realizó. En 1689, por ejemplo, dibujó un mapa para establecer la ruta de Alonso
de León a Texas; en 1691, hizo otro para mostrar la mejor manera de drenar los
pantanos en la ciudad de México, y en 1693 hizo un mapa de la bahía de
Pensacola que los españoles deseaban ocupar como base contra los franceses.
AMÉRICA MERIDIONAL
Las misiones de los jesuitas en el interior de la América meridional se
organizaron a lo largo de los ríos principales y en torno a sus cuencas
fluviales, donde estaban asentadas las tribus indígenas que querían
evangelizar. Como estas regiones en plena selva amazónica eran desconocidas, el
componente de exploración es muy alto y la necesidad de mapas donde plasmar sus
descubrimientos para comunicarlos a sus superiores y al mundo es también
notable. Si a esto unimos los problemas con los portugueses que se expandían
desde Brasil en busca de esclavos y riquezas por la ausencia de fronteras
reales, tenemos el escenario donde se desarrolló su
labor evangelizadora.
LA CUENCA DEL ORINOCO
No fue hasta finales del siglo XVII con el asentamiento de las misiones
jesuitas en el alto Orinoco cuando el curso y la cuenca fluvial de éste
comenzaron a ser conocidos con algún detalle.
El “descubrimiento” de la comunicación
Orinoco-Amazonas a través del caño del Casiquiare en la primera mitad del siglo
XVIII fue debido al padre jesuita Manuel Román (1696-1764) que había
comunicado en 1742 al rey de España cómo unos portugueses del Gran Pará habían
llegado por vía fluvial al Orinoco, demostrando que un brazo de este río se
comunicaba con el río Negro y éste con el Marañón o Amazonas. El mismo Román
hizo una exploración en 1744 que confirmó la existencia de este paso natural
entre estas dos grandes cuencas fluviales de América. Este descubrimiento está
consignado en el mapa de su compañero el padre Rotella de 1747 que hoy es el
primer testimonio gráfico de esas regiones. Un descubrimiento que sería
divulgado por Charles Marie de La Condamine a su vuelta a Europa.
El compañero del padre Román en las misiones del Orinoco fue Joseph
Gumilla (1686-1750) que exploró en 1731 la cuenca del río Orinoco y escribió un
libro fundamental y de gran valor histórico sobre dicho río: El Orinoco ilustrado y defendido, Historia natural, civil
y geográfica de este gran río y de sus caudalosas vertientes, Madrid 1741, que incluye el Mapa de la provincia
y misiones de la Compañía de IHS del Nuevo Reyno de Granada por Jose Gumilla.
El padre Gumilla no pasó en sus exploraciones más allá del río Guaviare por lo
que en su libro asegura que no existía comunicación entre el Orinoco y el
Amazonas, lo que en 1744 desmintió el padre Román.
LA CUENCA DEL AMAZONAS
La cartografía de la cuenca amazónica comenzó a explorarse y darse a
conocer a finales del siglo XVII, cuando el padre Samuel Fritz (1654-1725) llegó en 1686 al colegio de los
jesuitas de Quito, enviado allí desde su natal Bohemia. Su trabajo misional se
desarrolló desde 1686 hasta 1725 en las misiones de Maynas y rio Negro y Napo
con la tribu de los omaguas principalmente.
Una expedición española desde Quito había llegado a Pará en 1636, por
las alarmantes noticias sobre las incursiones portuguesas en ese territorio. Por eso en 1637 el portugués Pedro Teixeira fue
enviado a explorar en sentido contrario, tratándose en 1639 de definir la
frontera entre las dos potencias europeas por un Acta de Posesión.
Así Fritz entró en un área en disputa y él mismo hizo un viaje de Quito
a Pará en 1690-91 y después pasó varios años trabajando en las misiones a lo
largo del río.
Han sobrevivido solo cuatro de sus mapas de los cuales el primero es Tabula Geographica missionis Omaguae Societatis Iesu, c. 1689. Aunque anónimo, se le puede atribuir ya
que tiene la misma letra que el firmado por él en 1691 y ningún otro jesuita
estuvo allí en esa época. Como el anterior la Tabula
geographica del rio Marañon o Amazonas,
1690 tampoco lleva el nombre del jesuita pero el Mapa Geographica del rio
Marañon o Amazonas. Hecha por el padre Fritz de la compañía de Jesús misionero
en este mismo rio Amazonas el año de 1691, está ya firmado.
Este mapa se imprimió en Quito, financiado por los jesuitas, en 1707 con
el título El gran rio Marañon o Amazonas con la
misión de la compañía de Jesús. Geográficamente delineado por el
padre Samuel Fritz misionero continuo en ese río.
El mapa de Fritz fue conocido en Europa a partir de 1745 cuando se publicó la Relation abregée d’un voyage a la Amérique
Meridionale de La Condamine que lo incluía.
El padre José Quiroga (1707-1784), que antes de ingresar en la orden fue
marino, realizó con los jesuitas Cardiel y Strobel
una expedición marítima en 1745-46 desde Buenos Aires por la costa patagónica
hasta Puerto Deseado y Puerto de la Cruz. De
su viaje existe una relación y cartografía. Después de haber determinado con
exactitud la posición geográfica de los treinta pueblos de Misiones, y la de
las ciudades de la Asunción, Corrientes, Santa Fe, Colonia, Montevideo y Buenos
Aires, redactó su mapa Descripción del río Paraguay, desde la boca del Xaurú
hasta la confluencia del Paraná, con los datos que le suministraron las
relaciones editadas e inéditas de los misioneros, cuando no le fue posible
adquirirlos personalmente, el cual quedó terminado en 1749 y se imprimió en la
ciudad de Roma cuatro años más tarde, por el calcógrafo Fernando Franceschelli,
que, conformándose a la costumbre de su tiempo, le agregó en sus márgenes
varias noticias del Paraguay, y la tabla general de los grados de latitud y
longitud, según las observaciones del autor. Una de las partes más incorrectas
de este mapa es el curso del río Paraguay, y fue precisamente el que el padre
Quiroga tuvo la oportunidad de rectificar poco después, cuando en 1752 acompañó
al comisario español, don Manuel Antonio de Flores, en la demarcación de la
boca del río Jaurú en virtud del tratado de límites de 1750. José Quiroga fue
catedrático de matemáticas en Córdoba y Buenos Aires y escribió el Tratado del
arte verdadero de navegar por el círculo máximo a la equinoccial, publicado en
Bolonia en 1784.
LOS MAPAS DE CHILE
El jesuita Alonso de Ovalle (1603-1651) publicó la Histórica relación
del reino de Chile, impresa en español y italiano en Roma en 1646. La obra va
acompañada de un mapa, Tabula geographica regni
Chile de 38 x 47 cm. El mapa tiene importancia por la fecha en que
está realizado y porque
excede en información a todos los mapas precedentes como el De Laet, Herrera,
Blaeu, Hondius, y Janssonius.
El mapa se extiende desde Perú hasta la Tierra del
Fuego y Cabo de Hornos, y desde el Pacífico al Atlántico. Aparte de sus datos geográficos su
característica más interesante es la información histórica y las leyendas con
las que se rellenan sus espacios en blanco. Las imágenes, ingeniosamente
dispuestas sobre el mapa, de hombres, aves extrañas y animales de caza, las
costumbres locales, gigantes y hombres con colas en Tierra del Fuego hacen que
el gran mapa sea sorprendente.
Su gran cantidad de nombres de lugares, indicaciones
de minas, de las misiones, ciudades y pueblos, volcanes, ríos, el
reconocimiento del río Bío Bío como el límite entre los españoles y las tribus
araucanas,
proporcionan uno de los mapas más informativos de la región. El mapa sirvió
posteriormente de modelo a los geógrafos de gabinete Sanson, Delisle y a otros
cartógrafos europeos que nunca estuvieron en América.
La instalación de la Compañía de Jesús en la zona alta de los ríos
Paraná y Uruguay, que ellos llamarían Paraguay, se hizo bajo el sistema conocido como reducciones y requirió por parte de la Orden la
implantación de una fuerte organización política, administrativa, militar, y
comercial basada en el mate y la ganadería.
Desde el punto de vista geográfico, las treinta reducciones (que
lograron subsistir, de las cuarenta y ocho fundadas) fueron edificadas a lo
largo del curso de tres ríos: el Paraná, el Paraguay y el Uruguay, en una zona inexplorada y dividida en la actualidad
entre la Argentina, Brasil y Paraguay.
FILIPINAS
Las islas Filipinas dependían misionalmente de la prefectura de Nueva
España. En 1734 el jesuita Pedro Murillo Velarde (1696-1753) levantó el único mapa fiable de
Filipinas en el que representa las islas a una escala mucho mayor que la de
cualquier mapa anterior y aisladas de otra región excepto de una parte de
Borneo.
Su Carta Hydrografica y Chorografica de
las Yslas Filipinas, hecha en Filipinas en 1734 y dibujada por
Nicolás de la Cruz Bagay está formada por cuatro hojas unidas que miden un
total de 112 x 120 cm. Lleva en ambos lados ocho
grabados con escenas costumbristas y cuatro planos particulares de Manila,
Cavite, Zamboanga e isla de Guahan. El
único ejemplar conocido se encuentra en la Biblioteca Nacional de España. Una
segunda edición de 1744, más reducida y simplificada que la primera, sirvió
para ilustrar la obra del autor del mapa, titulada Historia
de la provincia de Philipinas de la Compañía de Jesús impresa en Manila en 1749.
El mapa de Murillo Velarde fue uno de los primeros que se publicaron de
las islas Filipinas y ejerció una gran influencia en
los cartógrafos europeos de los siglos XVIII y XIX. Fue el único fiable con el que se pudo contar
hasta el siglo XIX cuando en la Dirección de Hidrografía se publicaron los
mapas del archipiélago levantados por la expedición Malaspina.
ReL
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