La fidelidad es la virtud para dar cumplimiento a una promesa.
Por: Francisco Peralta Dávalos | Fuente:
Catholic.net
En la mayoría de las personas podremos encontrar la idea de que la
fidelidad conyugal consta en no tener una relación emocional con otra persona,
pero pocos saben que la verdadera fidelidad en la pareja va más allá de esto. La fidelidad es reservarse y entregarse completa e incondicionalmente al
amado. José Ortega Y Gasset decía
que “La lealtad es el camino más corto entre dos
corazones”.
La fidelidad es la virtud para dar cumplimiento a
una promesa. El término proviene del latín fidelitas y también permite hacer referencia a la
exactitud o puntualidad en la ejecución de una acción. Si bien la fidelidad no
es algo propio y exclusivo de la relación de pareja (se puede ser fiel también
en la amistad, en el deber, a ideales, etc.), sí es este contexto donde se
tiene que dar de una manera muy peculiar y especial.
Muchas personas piensan que la fidelidad se limita al aspecto sexual,
ante esto, Fernando Savater aclara que “la fidelidad es
tener fe, ser fiel a alguien, pero en un sentido más amplio: tener fidelidad a
su afecto, a sus gustos, hacer las cosas por cariño, por interés de verla vivir
mejor, pero no exclusivamente en el terreno sexual”.
Al momento de contraer matrimonio hacemos una serie de promesas hacia
nuestra pareja. El ser fiel, además de no engañar a nuestra pareja con otra
persona, implica dar cumplimiento a cada una de esas promesas que hicimos. La
fidelidad supone seguir un proyecto de vida en común que se establece a partir
del acto de la promesa.
De tal manera que no es suficiente no engañar, no
es suficiente el perdurar en la relación, “ser fiel no significa sólo mantener
una relación a lo largo del tiempo, pues no es únicamente cuestión de tiempo
sino de calidad.
Lo decisivo en la fidelidad no es conseguir que un
amor se alargue indefinidamente, sino que sea auténtico”, puntualiza el
catedrático español Alfonso López Quintás.
Es importante puntualizar que la fidelidad hacia los demás se desprende
en gran parte de la que tenemos hacia uno mismo. En la medida en la que no nos
traicionemos y defraudemos a nosotros mismos, en que trabajemos por ser
personas rectas, integras y transparentes, es en esa medida en que tendremos
preparado el terreno para ser fieles con los demás. Hay que buscar siempre ser
la mejor versión de sí mismo, el verdadero amor así nos lo exige.
Para ser fiel es necesario que desarrollemos en nosotros diversas virtudes
y vivir día con día la decisión que tomamos de elegir exclusivamente a nuestra
pareja. En una ocasión escuche decir a una persona que estaba siendo infiel
durante el noviazgo para poder ser fiel ya en su matrimonio. Actuando bajo esta
lógica lo único que estaba logrando sin darse cuenta era poner todo lo
necesario… pero para ser infiel también en el matrimonio. La fidelidad no se da
de manera automática al contraer matrimonio, es algo que se tiene que practicar
desde toda la vida.
El escritor y poeta francés Georges Duhamel decía “Nunca he engañado a mi mujer. No es ningún mérito: la
amo”. La fidelidad es una expresión del amor, pero de un amor verdadero,
maduro. Si en verdad amo a mi pareja y reconozco el valor de
nuestra relación conyugal, será poco probable que sea infiel en mi relación. Pareciera
redundante, pero, para prevenir la infidelidad la mejor solución es amar.
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