LAS DOS VECES QUE EL ÁNGEL DE LA GUARDA VELÓ OSTENSIBLEMENTE POR LA HERMANA DEL PADRE LONGENECKER
El padre Dwight Longenecker creció en una familia evangélica de Pensilvania, se
graduó en una universidad protestante fundamentalista y estudió teología en
Oxford. En Inglaterra fue ordenado sacerdote anglicano y sirvió como capellán de escuela en
Cambridge. En 1995 él y su esposa e hijos se
hicieron católicos. Y desde 2006, por una
dispensa especial, es sacerdote
católico en Estados
Unidos, actualmente párroco de Nuestra Señora del Rosario en Greenville (Carolina del Sur).
Es, además, un importante creador de opinión a través de su blog, muy
seguido, y donde publicó este viernes, con motivo de la festividad de los Ángeles Custodios (de cuya devoción es un firme
defensor), la historia de su hermana Denise.
EL ÁNGEL DE LA
GUARDA Y MI HERMANA PEQUEÑA
Mi familia asistía a un partido de fútbol del instituto, sentada en lo
alto de las gradas. Mi hermana pequeña, Denise -una
cosita delgadita-, tenía siete años. Cuando nuestro equipo consiguió un touchdown, todo el mundo se puso de pie para
aplaudir. Ella también, y al hacerlo resbaló por el hueco entre el asiento de
la grada y el reposapiés. Mi madre la vio deslizarse, mirando sin poder hacer
nada cómo su hija caía hacia el suelo desde una altura de
varios metros.
Contempló además, casi en cámara lenta, cómo el pequeño cuerpo de mi
hermana se dirigía a la gran base de hormigón que sostenía las
gradas. En el último momento, justo antes de que su cabeza golpease contra el
cemento, dice mi madre que fue como si alguien simplemente
empujase a la pequeña hacia un lado,
y mi hermana aterrizó, sin daño alguno, sobre la hierba al lado del cemento.
Algunos se preguntan por qué Dios no impide todas las cosas malas que
pasan. Pero un día cualquiera los ángeles custodios evitan
innumerables cosas malas. Pienso en todos los accidentes de avión o
de coche, peligrosas caídas y crímenes horribles que son impedidos. Pero nunca
lo sabremos aquí y ahora... porque, claro, nunca sucedieron.
Es misma pequeña hermanita creció, se graduó en la universidad, se
convirtió en escritora con tres libros publicados en su haber, se casó y tuvo
dos hijos. Luego, recién entrada en la cincuentena, la fulminó un
cáncer horrible e incurable. Pasó
por todo el doloroso y apabullante tratamiento, pero no pudieron hacer nada
más.
“¿Dónde estaba entonces su ángel de la guardia?”, podría muy bien preguntar
alguien.
La preciosa composición de Antonio Mata al 'Ángel
de mi guarda'.
Es una buena pregunta, pero la historia completa siempre incluye cosas que el ojo no ve.
Denise afrontó su tratamiento con gran valor e inspiró a muchos con su fe digna y confiada en la bondad de Dios.
El Jueves Santo de aquel año acudió al aeropuerto a recoger a nuestra
madre y a nuestra hermana mayor, Donna, que venían para
acompañarla.
Aunque Denise era anglicana, había hecho planes para ir a Lourdes con Donna durante
la semana de Pascua. “He aprendido a
amar a la Virgen María”, decía.
Aquella semana tuvo muy poco dolor, y el sábado estaba en pie preparando la comida para una casa
llena de invitados.
Esa noche se fue a la cama temprano. No se sentía muy bien. Bien entrada
aquella noche, recibió la extremaunción y murió llena de paz el
Domingo de Resurrección.
Justo antes de morir contempló a todos sus seres queridos a su alrededor,
llorando, y dijo: “No lloréis. Cantad himnos de
Pascua”.
¿QUE DÓNDE ESTABA SU ÁNGEL DE LA GUARDA?
Justo al lado de su cama, velando por ella, como siempre, y llevándola dulcemente a casa.
Publicado en ReL el 4 de octubre de 2020.
Traducción de Carmelo López-Arias.
ReL
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