Aconsejo
leer la Biblia desde el principio hasta el final, por orden, para escuchar toda
la Palabra, toda, entera, sin dejar ni un solo versículo.
Pero este
consejo es para las personas que por su situación espiritual podemos esperar
que perseveren. Normalmente, para el que empieza a orar es mejor aconsejarles
que lean el Evangelio. Allí está lo esencial y es la parte más sencilla. Y la
mayoría de los que comienzan tampoco tendrán tenacidad para leer los cuatro. Si
acaban, que sigan con el resto del Nuevo Testamento.
Si uno está en la lectura continua de la Biblia,
desde Génesis a Apocalipsis, no pasa nada porque lea algún libro o varios fuera
de ese orden si siente mucho impulso a hacerlo. Pero lo mejor es apuntar cuáles
ha leído para saltar esos libros
cuando llegue a ellos en la lectura continua. De esta manera no hay problema en
leer algunos libros en desorden. A veces da mucho fervor leer algo en concreto.
Hay que seguir los impulsos de la gracia. Lo mejor es seguir los impulsos del
Espíritu. Si uno siente que quiere leer a Habacuc, pues que lo lea.
♣ ♣ ♣
Otro modo
de leer los libros es por orden cronológico. Es decir, leer a Isaías
en el momento del libro de Reyes en que ese profeta habló. Leer el Eclesiastés
en el momento de Crónicas en que se compuso. En mi opinión este es un modo muy
bueno de leer la Biblia, si no fuera porque es un poco complicado. Resulta más
sencillo, en la práctica, tener muy en cuenta la cronología al empezar a leer
un libro. Si enmarcamos temporalmente muy bien un libro al leerlo, no será
necesario seguir la lectura cronológica que es un poco engorroso.
♣ ♣ ♣
No
aconsejo proponerse el leer un capítulo al día. Es mejor poner un tiempo mínimo
de lectura y detenerse el tiempo que haga falta en el texto que uno está
leyendo. Si uno se propone leer un capítulo al día, al final uno no se detiene
donde siente que debe detenerse a meditar. Hay pasajes que se pueden leer y
releer varios días.
Leer la
Biblia y meditarla y orar con ella es algo que va unido. No tiene sentido leer
y leer, diciéndose a sí mismo: “Ya lo meditaré más
tarde. Hoy tengo que cumplir con la lectura del capítulo entero”. Hay
que marcar un tiempo mínimo, no una extensión. Si uno se detuviera una semana
entera en un capítulo, pues perfecto. Hay textos en los que uno va más rápido,
la descripción de una batalla. Y hay textos (por ejemplo, las cartas de san
Pablo) en los que la lectura se torna más lenta.
Si a uno
se le hace muy cuesta arriba leer los textos densos (profetas, san Pablo) se
puede alternar la lectura de un libro de crónicas (Reyes, Hechos de los
Apóstoles, etc.) con la lectura de un libro denso. Hay personas a los que
algunos libros se les hace muy cuesta arriba, alternar puede ser una buena
solución.
P.
FORTEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario