Hace 5 años el gobierno chino sustituía la «política de un solo hijo» a la de dos hijos. Tardaron 35 años en comprobar que la naturaleza tiende al equilibrio y que para alcanzarlo se lleva por delante lo que sea.
El envejecimiento de la
población, la falta de reemplazo generacional, la pérdida de talento y de
capital humano son factores, que a juicio del PPCh, iban a lastar la
economía del país.
En el entretanto quedaban
millones de niños, y más concretamente niñas, que no pudieron
emitir el primer llanto. Llantos que sí pudimos oír a sus madres, en
muchos casos obligadas por la fuerza a ser internadas y a contemplar cómo el Estado mataba a sus hijos en su vientre. Llantos
de todos al contemplar que en algunos casos los cuerpecitos terminaban en
basureros, ríos o simplemente tirados en la calle. El desprecio a
la persona es total (Horror en China: bebé llora instantes antes de ser
arrojado a la incineradora).
Llantos de padres que contemplaban cómo sus esposas eran esterilizadas para que no volviesen a
incumplir la ley.
Las feministas callaban, la
izquierda también. Cómo justificar que en algunos casos el aborto estuviese
mal. Era abrir la puerta al sentido común y al sentido moral.
TREINTA Y CINCO AÑOS QUE TRATARON DE REVERTIR:
§ Como no hay mujeres para todos se propone a los varones
compartir mujer. La trata de blancas, la importación de vietnamitas,
malayas, coreanas para satisfacer necesidades sexuales es ya un hecho.
§ 400 millones de
seres que no están. Ese es el cálculo del PCCh hace cinco años
§ Multas a las madres que tengan hijos fuera del matrimonio
§ Ley para obligar a los hijos a «volver a casa con
frecuencia para visitar a sus padres». Los ancianos, que en la
lógica socialista son seres inútiles e improductivos quedan desamparados al no
tener quienes les cuiden.
§ Cosificación de la mujer y tráfico de niños
§ ¿Las ecografías matan a las niñas?,
desequilibrios antinaturales –socialistas—entre sexos. Medios económicos y
técnicos para lograrlo.
Cinco
años después los resultados no aparecen, según comunica la agencia
estatal Xinhua, hoy lunes el Politburó del Partido Comunista va a permitir
tener un tercer hijo:
«Las políticas
de natalidad van a mejorarse. Se introducirán normas que permitirán que una
pareja pueda tener hijos, con medidas que lo apoyen. Esto mejorará la
estructura demográfica de China, responderá de manera activa al envejecimiento
de la población y mantendrá las ventajas del dividendo demográfico», agrega el comunicado.
Es la primera reacción a la
publicación del adelanto del Censo 2020 en mayo de este año: la población crece, pero poco, menos que en la década
anterior y el más lento desde 1960.
También es una población más envejecida.
No hay tantos bebés como estaba previsto. Y el desequilibrio de sexo continúa
porque sigue habiendo muchos más hombres que mujeres.
La
inercia es muy grande. El envejecimiento (más costes), la disminución de la mano de obra
joven y barata, probablemente la India sobrepase a China en cuanto a población
antes de lo previsto. Se ha forzado a que la vida girase en torno a tener un
solo hijo, o multa o cárcel o mutilación. Será difícil salir de ese esquema,
especialmente en las ciudades.
Peor aún son los efectos no
económicos: una generación de hijos únicos en su mayoría varones. Sin culpa,
habrán crecido sin el ambiente que ayuda a las virtudes básicas, a una
socialización natural. Quizá sin culpa tendremos en unos años una generación de
niños malcriados poblando y gobernando una de las grandes potencias.
Que a esas escalas tantísimos millones de personas crezcan sin saber qué es la fraternidad
de verdad, no la tontuna esa de
la «fraternidad humana», la real, tendrá sus consecuencias.
No
poder acceder a una mujer también las tendrá. Convertirá el matrimonio en un distintivo social y a la mujer en un objeto de importación.
Como bien decía Ian Malcom en «Parque Jurásico»: Dios
crea al dinosaurio. Dios destruye al dinosaurio. Dios crea al hombre. El hombre
destruye a Dios. El hombre crea al dinosaurio.
Ahora los comunistas
chinos dan permiso para tener un tercer hijo, existen dudas fundadas de que los
chinos quieran. No todo es dinero.
Juanjo Romero
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