No están los tiempos como para ir solos por los caminos del mundo
Por: Cartas de Jesús a Ti (16) |
Querido amigo, hoy quiero hablarte de la
cantidad tan enorme de almas que caminan por el mundo solas, sin el cariño y la
ayuda de nadie. En esta civilización en la que predomina la cultura de la
comunicación, con tantos medios para conectarse unos con otros, y saber unos de
otros al instante, es inexplicable que desde el espíritu evangélico no tengáis
los hombres más interés de ayudaros en lo esencial. Nadie da un paso,
prácticamente, sin ser controlado por intereses de todo tipo: sociales,
políticos, policiales, económicos… Pero del interés por el bien espiritual de
los demás, de cada hombre que se cruza en vuestro camino ¿Quién se preocupa? Miro la tierra tan querida por
mí, y sólo veo cantidades enormes de ovejas sin pastor, solas, desorientadas,
recorriendo la aventura de cada día sin una dirección precisa, sin unos
objetivos claros, sumidas muchas veces en la angustia de la soledad, del
problema del momento, de la situación lamentable, de la falta de amor, de la
confusión en las ideas… No, no encuentro mucha inquietud apostólica hoy. ¿Por qué? ¡Son tantas las razones! Falta fe, y
amor sincero, y preocupación por el bien de las almas, por la salvación de
todos… Rezáis muchas veces VENGA A NOSOTROS TU REINO,
pero hacéis poco para que esto sea posible. ¿Me
vais a dejar de nuevo sólo con mi cruz? ¿Vais a esconderos otra vez por miedo a
lo qué dirán los otros, por vergüenza a hablar de mí, por no complicaros la
vida…?
Cualquier cosa la tomáis como excusa para cruzaros de brazos. Cualquier fallo
de otros os desanima. Parece que estáis deseando encontrar un motivo para
eximiros de vuestra responsabilidad. Mi Iglesia es divina y humana. Yo os
quiero santos, pero comprendo que sois pecadores. Y me duele el fallo y la
infidelidad de los míos. Sé que eso hace mucho mal, y especialmente a los que
tienen una fe frágil. El escándalo es un pecado gravísimo. Pero, ¿qué hubiera pasado si yo me hubiera quitado la cruz de
encima al ver la traición de Judas, la negación de Pedro, y la huída de los
demás? Las almas nos deben doler a todos. Son un tesoro precioso muchas
veces cubierto de barro y miseria, pero que hay que limpiar delicadamente. Las
almas son como ovejas solas que no saben a dónde ir, y se pierden, y las ataca el lobo, y sufren porque no
tienen la ayuda de alguien que con cariño las anime a seguir adelante, o a
rectificar el camino, o a desenredarse de la zarza que las tiene aprisionadas.
No me dejes solo. El trabajo es mucho, pero no quiero hacerlo sin tu ayuda. Yo
fundé una Iglesia Familia, Comunidad, para que todos nos ayudemos entre sí. No
caben en la Iglesia mía los egoístas que van a lo suyo, y quieren un Dios
particular, que salve sus almas en solitario. Eso no es lo que yo dije. Lo que
dije hasta la saciedad es que estuvierais unidos, un solo rebaño y un solo
pastor, que os amarais unos a otros como Yo os he amado. Que no abandonéis a
ninguno de mis amigos, a ninguna de mis ovejas. No están los tiempos como para
ir solos por los caminos del mundo. Hay mucho lobo suelto, muchos maleantes que
buscan las almas para destrozarlas y dejarlas tiradas en el camino. ¿No lo ves?
Debéis imitar más el espíritu de mi cabeza visible entre vosotros que es el
Papa Juan Pablo II. ¿No veis todo el esfuerzo que
está haciendo para que el fuego de la Verdad y del amor se mantenga vivo en los
rincones del mundo? Y allí va, aunque sólo sean unas pocas almas las que
le esperen, pero cada alma vale todo el sacrificio de una vida. Y encima lo
critican porque hace lo que hace, y muestra una imagen lamentable de
decaimiento, y deterioro físico. ¡Qué imagen
presentaba yo cuando ensangrentado y destrozado caminaba hacia el Calvario con
una cruz que ya casi no podía llevar! ¡Mal espectáculo para el que sólo busca
la estética y la belleza dulzona y contrahecha! Lo que realmente vale es
el amor, el corazón bien entregado, el afán de almas, la inquietud apostólica…
Todo lo demás es puro espectáculo pasajero.
¡Por favor! No te olvides de las pobres
almas solas. De mis ovejas abandonadas. Ama mucho a la Iglesia. Siéntete
Iglesia, y da la cara por Mi Causa, que sólo es el bien de cada hombre, la
salvación de cada persona en un mundo duro y cruel que sólo busca la eficacia,
el rendimiento económico, la producción y la riqueza. Un alma vale más que todo
el oro del mundo. No me dejes solas las ovejas de mi rebaño, y trata tú de ser
un buen pastor allí donde te encuentres. Otros se preocuparán de ti, Yo el
primero.
Un abrazo de tu Amigo
Jesús
Por la trascripción:
Juan García Inza
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