PERO RECHAZA EL «MATRIMONIO SACRAMENTAL»
Mons.
Kohlgraf se interroga sobre la redacción del «Catecismo de la Iglesia Católica»
y declaró que en su diócesis hay «bendición» para parejas homosexuales y no
piensa intervenir.
(Kath.net/InfoCatólica) El obispo de Mainz, Peter
Kohlgraf, se ha opuesto a la enseñanza de la iglesia esta semana y quiere
que la Iglesia Católica «reevalúe la
homosexualidad». En el periódico de la iglesia de Mainz «Glaube und Leben» (Fe
y vida) admitió que obviamente ya se están
llevando a cabo muchas celebraciones de bendición para estas parejas en su
diócesis, aunque estas a menudo violan «el orden de
la iglesia», pero reconoce que no quiere intervenir. Kohlgraf dijo que
la iglesia no podía ignorar el «conocimiento de las
ciencias» sobre el tema. Luego, el obispo llegó a afirmar que para él la
homosexualidad era «una variante en la diversidad
de la creación».
El obispo rechaza de facto el
requisito del catecismo de que los homosexuales deben vivir castos, «creo que pocos perciben esta exigencia como discreta y
respetuosa, porque -como también señala el Catecismo- esta inclinación no es
auto-elegida»
RECHAZO DEL «MATRIMONIO
HOMOSEXUAL»
Arguyó que es tarea de la
Iglesia acompañar a las personas y no juzgarlas: «Un
buen número de personas que se sienten homosexuales pertenecen a la Iglesia y
son realmente piadosas en el mejor sentido de la palabra». Al mismo
tiempo, Kohlgraf rechazó el matrimonio por la iglesia de parejas del
mismo sexo:
«La Biblia
realiza declaraciones claras para la evaluación de la sexualidad humana de
nuestra iglesia. El matrimonio sacramental es la conexión entre el hombre y la
mujer, también con la apertura a la descendencia. Eso es lo que defiendo como
obispo católico»
Además, afirmó, que las
ceremonias de bendición no deben parecerse a una ceremonia de boda.
¿QUÉ DICE LA IGLESIA
SOBRE EL TEMA?
Catecismo
de la Iglesia Católica
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias
homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente
desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben
ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos,
todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar
la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de
la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su
condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante
virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces
mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia
sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección
cristiana.
CARTA
A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE LA ATENCIÓN PASTORAL A LAS PERSONAS
HOMOSEXUALES
7. La Iglesia, obediente al Señor que la ha fundado y la ha enriquecido
con el don de la vida sacramental, celebra en el sacramento del matrimonio el
designio divino de la unión del hombre y de la mujer, unión de amor y capaz de
dar vida. Sólo en la relación conyugal puede ser moralmente recto el uso de la
facultad sexual. Por consiguiente, una persona que se comporta de manera
homosexual obra inmoralmente.
Optar por una actividad sexual
con una persona del mismo sexo equivale a anular el rico simbolismo y el
significado, para no hablar de los fines, del designio del Creador en relación
con la realidad sexual. La actividad homosexual no expresa una unión
complementaria, capaz de transmitir la vida, y por lo tanto contradice la
vocación a una existencia vivida en esa forma de auto-donación que, según el
Evangelio, es la esencia misma de la vida cristiana. Esto no significa que las
personas homosexuales no sean a menudo generosas y no se donen a sí mismas,
pero cuando se empeñan en una actividad homosexual refuerzan dentro de ellas
una inclinación sexual desordenada, en sí misma caracterizada por la
auto-complacencia.
Como sucede en cualquier otro
desorden moral, la actividad homosexual impide la propia realización y
felicidad porque es contraria a la sabiduría creadora de Dios. La Iglesia,
cuando rechaza las doctrinas erróneas en relación con la homosexualidad, no
limita sino que más bien defiende la libertad y la dignidad de la persona,
entendidas de modo realístico y auténtico.
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