Que nuestro descanso sea para disfrutar más de lo que hemos hecho, de lo que tenemos, de las personas que nos rodean.
Por: Padre Oscar Pezzarini | Fuente:
www.feliceslosninos.org
El comienzo de año y del verano es también un
comienzo de épocas en que mucha gente disfruta de sus vacaciones, otros quizás
no puedan hacerlo, pero todos de alguna manera como que cambiamos el ritmo de
nuestras actividades. Es por eso que me propongo reflexionar sobre este tiempo,
podríamos decir, de descanso, que una gran mayoría tiene.
Hay por allí quienes utilizan el tiempo del descanso como un tiempo para
retomar fuerzas, para poder realizar con más detenimiento alguna actividad que
en el resto del año, por las ocupaciones, no podemos realizar, por ej.: leer,
rezar un poquito más, compartir con nuestros seres queridos...
El comienzo de la Biblia, en el Libro del Génesis, cuando narra la creación del
mundo y del Hombre, nos dice que al séptimo día, Dios descansó. Crea el mundo
en seis días, y el séptimo descansa. Y me pregunto cómo sería ese “descanso de Dios”, en que habrá consistido.
Nosotros muchas veces estamos esperando el descanso anual, o quizás aquel del
día en que no debamos ya levantarnos todos los días para ir a trabajar, y poder
“descansar”. Claro, también vemos a muchos
que le ha llegado ya esa etapa y no pueden estar en un descanso permanente, en
una “siesta perpetua”. Entonces me pregunto,
qué es descansar. Quizás el deseo de descansar de una vez por todas de nuestros
trabajos, tenga que ver que muchas veces nos toca realizar trabajos que no nos
gustan, que debemos hacerlos, pero que no nos llenan plenamente, que en
definitiva no “amamos”.
Por eso, pienso que el descanso de Dios, después de crear el mundo, al que crea
por su inmenso e infinito amor, el momento del descanso habrá sido un tiempo de
“disfrutar” lo que había hecho, un momento
de seguir “amando” totalmente eso que había
realizado.
Nuestro sentido del descanso muchas veces es un “por
fin dejo de trabajar”, y quizás no pueda disfrutar del momento del
descanso como debiera, tal vez porque no hemos aprendido el verdadero sentido
del descanso, que es el de poder seguir amando y disfrutando de lo que tenemos,
de lo que hemos hecho.
Cuando decimos que Dios al séptimo día descansó, no hizo otra cosa que seguir
amando y admirando el mundo que había creado, y disfrutaba con ello, es decir
siguió amando.
Cuando hablamos de nuestros descanso definitivo, ese que llamamos “descanso eterno”, ¿qué será? ¿El no hacer más nada? No, estaremos para siempre con Dios, el AMOR, y viviremos en
y de ese Amor para siempre. Se me ocurre que en ese momento vamos a amar mucho
más que aquí.
Por eso, que nuestro descanso sea para disfrutar más de lo que hemos hecho, de
lo que tenemos, de las personas que nos rodean, sea que vayamos a un lugar a
admirar la naturaleza que Dios nos ha dado, o se que nos quedemos en casa y
podamos compartir más y de una manera distinta con quienes vivimos, y que nos
cuesta hacerlo durante el año con todo el ritmo que se vive.
Padre Oscar Pezzarini
Superior Provincial de la Obra Don Orione en
Argentina, Paraguay, Uruguay y México
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